Al escuchar esto, Qiao Lian hizo una pausa.
Pero pensó que si podía reconocer los movimientos de Zi Chuan, entonces Su Penghao también podría reconocer los suyos. No era gran cosa.
Qiao Lian asintió.
—Así es, soy Xiao Qiao.
Su Penghao se quedó asombrado por su admisión y se le cayó la mandíbula.
Qiao Lian, sin embargo, no tenía tiempo para esto y solo quería irse para alcanzar a Shen Liangchuan.
Quería preguntarle si él era Zi Chuan.
Y si no lo era, entonces cómo había conseguido dominar esos movimientos característicos.
Pero para cuando corrió al estacionamiento, se dio cuenta de que el coche de Shen Liangchuan ya no estaba.
Qiao Lian se quedó allí aturdida.
De repente, se sentía como si quisiera reír y llorar al mismo tiempo.
No podía decir cómo se sentía.
Era una mezcla compleja de emociones.
Se sentía aliviada al pensar que quizás Zi Chuan seguía vivo, que no estaba muerto...
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