—¿Mi sangre? —Miré a Trinidad confundido por un momento—. ¿Por qué estarías cubierta con mi sangre? —Empecé a mirar a mi alrededor entonces y realmente a tomar en cuenta lo que estaba viendo y lo que estaba sucediendo.
Todos en mi familia, y me refiero a todos, estaban allí. Y varios de ellos tenían sangre en varias partes de sus cuerpos. En la mayoría de ellos era en sus manos, pero algunos tenían sangre en su ropa o en sus caras. Parecía que se había esparcido allí, no como si estuvieran heridos, y no era tanto como la que Trinidad tenía encima por haberme abrazado como lo hizo. Estaba casi empapada en la sustancia. Aunque también eran todas manchas. Nada grave aparte de eso.
Otra cosa que noté cuando miré a todos, fue que todos me miraban con lágrimas en los ojos. Incluso el fuerte Trevor, a quien sabía que no era más que un gran osito de peluche sensible, lloraba mientras me miraba. Fue el siguiente en hablar también.
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