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Elegida por el Destino, Rechazada por el Alfa

Trinidad, de dieciocho años, es diferente a cualquier otro hombre lobo en su manada. Para empezar, hubo circunstancias inusuales en torno a su nacimiento, y además, ella es el único miembro de la manada que nunca ha adoptado una forma de lobo. Así que ahora no encaja en ningún lado. No es completamente humana ni loba. Pensó que podría vivir su vida como quisiera cuando cumpliese dieciocho años. Ir a la universidad, hacer amigos, divertirse. Pero, ¿qué debe hacer cuando el peligrosamente sexy Alfa cae literalmente en su regazo? —No soy humana ni loba. No pertenezco a ningún lugar... —...ambos sabemos que nadie se emparejará conmigo, y aunque lo hicieran, me rechazarían de todos modos. —¿Qué hará el sexy y hosco Alfa? Los mayores lo obligan a realizar ridículas fiestas para buscar una pareja. No quiere una compañera, pero sabe que necesita una para completar el Círculo Alfa. Sin una compañera, una Luna para la manada, su gente sufriría. ¿Y qué va a hacer cuando se encuentre con la chica con la que el destino tiene ex esposa del Presidente Embarazada, Ex Esposa para él y descubra que no tiene lobo? —¡Esto no puede ser! —rugí—. No hay forma de que pueda emparejarme con una chica que ni siquiera tiene un lobo. Será demasiado débil. Será inferior. No será lo suficientemente fuerte para ser una Luna. —Simplemente no podía aceptarla como mi compañera. No completamente. No era seguro para ella. Se pondría en peligro. Y arrastraría a mi manada con ella. —Cuando estos dos se encuentren, seguro que saltarán chispas. ¿Pero serán de pasión, o de sus constantes luchas? Ninguno quería una pareja. Ninguno quiere la compañera que el destino eligió para ellos. Y ninguno puede hacer desaparecer ese vínculo de pareja. ¿Qué van a hacer ahora que están literalmente atrapados el uno con el otro?

Deni_Chance · Fantasía
Sin suficientes valoraciones
1185 Chs

Capítulo 169 - Trinidad - ¿Qué Me Perdí? (VOLUMEN 4)

—¿Qué pasa, Pequeño Conejito? —supongo que algo de la decepción se reflejó en mi rostro.

—Nada. —desvié la mirada de él y de las máquinas que me mantenían atada a la cama.

—No me des esa. ¿Qué sucede? ¿Todavía duele?

—No. —Y no era así. Solo quería acostarme en mi cómoda cama. Eso era todo. Quería disfrutar de mi tiempo mientras me sentaba y hablaba con mi esposo.

Aunque era agradable estar relajada y acostada, esta seguía siendo una cama de hospital y eso significaba que, por definición, era horrible. No quería estar en una cama de hospital en mi propio dormitorio. No, quería algo más suave.

—Entonces, ¿qué es, Pequeño Conejito? Por favor, cariño, dime. —Reece todavía estaba tan preocupado por mí que no quería que le ocultara nada. Bueno, está bien, podía decírselo.

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