Sus pasos salieron a relucir en el pasillo de camino a su laboratorio. A menudo recibía miradas de sus compañeros investigadores, miradas de envidia y desprecio, pero estas miradas nunca lograron afectarlo, después de todo el creció siendo mirado de esa manera.
Su nombre era Alek Gusev, un investigador científico de Rusia. Desde niño tuvo la obsesión de ayudar a la humanidad con sus avances científicos y tecnológicos, y eso es algo que logro fácilmente a la edad de 24 años, creando un poderoso reactor solar funcional. Gano el Premio Nobel gracias a que fue el primer científico en crear un sol artificial que funciona de manera estable, aquel sol fue usado para alimentar el reactor.
Durante años estudió y experimentó con lo que tenía a la mano. Cuando estaba en la universidad fue capaz de construir un generador eléctrico usando materiales reciclados, el generador tenia la capacidad de alimentar la energía de una casa entera.
Lastimosamente, en esa época la vida de Alek no fue fácil, ya que siempre se vio limitado económicamente. Apenas tenia para pagar la cuota de la universidad y sus gastos básicos.
Debido a lo raro y obsesivo que era Alek, su familia le dio la espalda, todos creían que él no llegaría ningún lado, pero ahora mismo, aquel muchacho que fue ignorado por su propia familia trabajaba en una gran empresa oculta de la sociedad. Empresa cuyo trabajo era crear armamento tanto biológico como tecnológico.
"¿Que tipo de compuestos se debía usar para esto...? El manejo del sol artificial va bien, por lo que no hay que intervenir en los compuestos biológicos que lo mantiene estable, pero en caso de algún fallo..."
Alek se mantuvo pensativo mientras caminaba, casi siempre su mente se mantenía trabajando. Algo que siempre estuvo presente en él fue el hecho de que no era una persona normal, él nació con un talento de uno en un billón.
Su capacidad para encerrarse en su propio mundo e ignorar a los demás era magistral, tanto que a veces podía llegar a olvidarse de comer o de ir al baño.
"Buenos noches Doctor Gusev"
Una mujer saludó a Alek, pero este no respondió y siguió caminando. Eso fue algo que hizo que la mujer lo mirara con desprecio.
"Idiota"
Alek escuchó lo que la mujer dijo, se quedó estático por un momento antes de que sus labios soltaran un pequeño suspiro.
(Ya lo sé)
Alek se dijo para si mismo. Su forma de socializar no era nada buena, casi siempre se mantenía callado, encerrado en su propio mundo, alejado del bullicio de los demás. Habían pasado más de veinte años desde que habló normalmente con otra persona, pero eso ya no podía volver a pasar, más bien, no tenía la capacidad para hablar normalmente con otra persona.
"72% Hidrógeno, 27% Helio, 1% Xenón, 0.5% oganesón y 0.5% Radón. Los elementos que necesito para mantener al sol artificial estable..."
Después de quedarse quieto en el mismo lugar, encerrado en su mundo, Alek comenzó a balbucear extrañas palabras que para una persona ajena a la física y la biología no podría entender.
Los segundos pasaron y Alek se dio cuenta que estaba desperdiciando tiempo en sus pensamientos, así que volvió a caminar en dirección hacia su laboratorio. Su estilo de caminar era tranquilo y relajado, como cuando te sientes lo suficientemente libre para caminar por un campo de guerra sin prestar atención a la masacre. Sinceramente, Alek era un hombre al que no le importaba la vida de otras personas, ni siquiera las vidas de su familia valían algo para él.
Siempre fue alguien que veía la muerte como algo natural, algo que algún día también tendrá que presenciar frente a sus ojos.
Si le llegasen a preguntar, ¿Le temes a la muerte? El solo responderá con un montón de palabras científicas y técnicas, que con suerte los más especializados en el tema podrán entender.
"Si la gravedad de la tierra es 9.807 metros por segundo... la nueva cámara de contención podrá funcionar... el sol artificial tiene el mismo campo magnético así que..."
Una vez más, mientras estaba metido en sus pensamientos, Alek entró a su laboratorio. El lugar tenía, al igual que el suelo y el techo, brillantes paredes de color blanco, además de los diferentes muebles que lo decoraban, mesas, sillas, pinturas hechas por grandes artistas, este era el sagrado santuario de Alek, el lugar donde podía sentirse libre, el lugar donde podía sentirse importante.
"Bien... a trabajar"
Alek tomó la bata situada a un lado de la puerta, se la puso y se dirigió a la sala de esterilización, lugar donde son eliminadas todas las bacterias maliciosas que se mantienen aferradas a la ropa.
Cuando llegó a la sala, las puertas se abrieron como por arte de magia, bueno, mas que magia era una simple puerta automática. Ya estando en la sala, Alek cerró los ojos y dejó que la fuerte brisa de la sala eliminara todas las impurezas de su ropa, una vez la brisa se detuvo Alek volvió a abrir los ojos si siguió adelante.
Cuando llegó a la siguiente puerta esta también se abrió automáticamente. Sin tomarle importancia a la extraña sensación de peligro que sentía, Alek entra a la última sala de su laboratorio, la cámara de contención, lugar donde se encontraba el sol artificial que con tanto esfuerzo logro crear.
El simple hecho de ver la hermosa estrella artificial hacia que Alek quisiera llorar de lo orgulloso que se sentía. Aquella hermosa estrella que brillaba en un intenso color azul cielo era capaz de darle energía al continente entero, pero grandes recompensas también vienen con grandes problemas, y es que si el sol artificial que Alek creó se desestabiliza podría ser extremadamente peligroso para toda Europa.
Pero para la suerte del continente Europeo Alek tiene controlado y estabilizado al sol artificial, por lo que las posibilidades de que este llegue a gastar todo su hidrógeno son casi cero.
"Bien, mi querido amigo de plasma, es hora de tu mantenimiento"
Alek se puso los guantes protectores y empezó a cambiar los extraños contenedores de acero que se alojaban en la parte inferior derecha de la cámara de contención.
Ya que la cámara estaba seca de los 5 metros cúbicos Alek tenia que realizar varios viajes para traer los contenedores de acero.
"Hidrogeno 70%"
Alek retiró lentamente el contenedor del hidrógeno y lo puso en el suelo. Para este momento nada tenía que fallar, se estaban tomando las medidas de precaución necesarias, por lo que no debería pasar nada fuera de lo normal.
De donde sacó el contenedor de hidrógeno, Alek colocó uno nuevo con mucho cuidado de que este no reciba ningún golpe.
"Helio 27%..."
Nuevamente y como lo hizo con el contenedor del hidrógeno, retiró el contenedor del helio y colocó uno nuevo. Con los demás contenedores paso lo mismo, con el mayor cuidado del mundo, Alek terminó el mantenimiento de su sol artificial.
"Bien..."
Un pequeño suspiro de alivio se escapó de los labios de Alek, sabia que si fallaba en su tarea de mantenimiento el sol artificial dejaría de funcionar. Para resumirlo solo hay que imaginar una bombilla eléctrica apagándose, es lo mismo que le pasaría al sol artificial de Alek si sus elementos no lo alimentan.
Después del mantenimiento Alek salió de la cámara contenedora y se dirigió a la sala donde normalmente crea los compuestos biológicos que mantienen estable al sol artificial. Estos compuestos son reemplazados cada diez días, ya que en la mayoría de ocasiones los compuestos no soportan la carga de estabilizar al sol y mueren en ese lapso de diez días.
Al llegar, Alek se puso las gafas protectoras y los guantes de látex reforzado que el mismo modificó. Siempre había que tener cuidado con este tipo de cosas, ya que siempre puede haber un desperfecto el cual puede hacer que todo termine en desgracia.
Cuando Alek terminó de ponerse su equipo observo su alrededor y vio diferentes contenedores de cristal que resguardan organismos vivos. Todos esos organismos eran parte de la investigación que Alek estaba llevando a cabo, investigación que tenía que ver con la regeneración que posee el organismo humano. De alguna forma quería descubrir si era posible aumentar la capacidad regenerativa y curativa del ser humano.
"Alpha, Beta, Aleph 0"
Alek comenzó a nombrar los organismos de los contenedores mientras caminaba a lado de ellos. Él apreciaba cada pequeño detalle físico de cada organismo, aunque la mayoría de estos tengan la apariencia de un alienígena.
Algunos segundos después de que Alek observo sus experimentos se dirigió a la mesa más grande situada en el centro de la sala. La mesa tenía diversos instrumentos de química profesionales, obviamente proporcionados por la empresa para la que Alek trabaja. Algunos tenían extraños líquidos de colores, la mayoría tenía un color verde y lo que parecía ser una textura viscosa.
"Probando, probando"
Alek sostuvo un pequeño micrófono de manos libres y lo colocó en la parte del cuello de su bata.
"12 de febrero del año 2037, lunes... son las... 2:35 a.m. Intento número 74 para mejorar la productividad de mi sol artificial. Hasta ahora es capaz de darle energía al continente Europeo entero, pero tengo el presentimiento de que puedo aumentar la energía que produce"
Alek sostuvo un tubo de ensayo en su mano, el cual tenía un líquido de color amarillo.
"Pienso que... es posible agregar otro elemento al sol, pero aún no llego descubrir exactamente cual"
Alek vertió el líquido en un soporte para químicos y rápidamente tomó otro tuvo de ensayo que contenía un líquido de color verde, tan rápido como lo tomó en su mano lo vertió en el soporte.
"La reacción no es la esperada"
Alek observo que los líquidos no tuvieron ninguna reacción entre sí y rápidamente comenzó a escribir en la pizarra detrás de él.
Aunque su forma de escribir era un desastre podía verse que disfrutaba lo que hacia, a pesar de la cara de póker que siempre tiene podía observarse la pasión con la que manejaba su trabajo.
"Si disminuyo el Ph concentrado..."
Cada palabra que salía de la boca de Alek podría derretirle el cerebro a cualquier persona normal que lo escuche. El simple hecho de poder hablar con el era un logro legendario, hubo momentos en los que llegó a rechazar citas con hermosas mujeres que estaban tras el dinero que él había ganado con su esfuerzo, pero para su suerte Alek no es tan ingenuo con ese tipo de cosas.
"¿Eh?"
Un ligero beep proveniente de la muñeca izquierda de Alek hizo que este detenga su trabajo.
"¡¿Qué mierda?!"
Los ojos de Alek se abrieron incrédulos a lo que veía, aunque aún tenía una cara de póker. Su reloj mostraba una alerta de sobrecalentamiento y gasto excesivo energía en el sol artificial.
Tan pronto como vio su reloj salió corriendo en dirección a la cámara contenedora. Alek no era tan atlético, por lo que se cansaba si hacia mucho esfuerzo físico, pero eso no le impidió llegar en menos de cinco segundos a la cámara.
Al entrar vio como el sol brillaba intensamente, al mismo tiempo que expulsaba pequeñas ondas de plasma, que con suerte el contenedor gigante podía resistir.
Alek no perdió el tiempo y se dirigió a la zona donde los contenedores de acero se encontraban. Abrió la compuerta y retiro todos los contenedores sin tener nada de cuidado. Tomo el contenedor del hidrógeno y lo abrió para observara el contenido, pero...
"Esto es... Rubidio..."
En el contenedor donde se supone debería estar el hidrógeno se encontraba una gran cantidad de rubidio liquido, algo que hizo que el sol se sobrecargara.
Al ver el rubidio la mirada de Alek cambio. A pesar de tener una cara de póker podía verse claramente la ira que sentía por la forma en la que miraba el contenedor. Al instante Alek recordó a la mujer de que lo llamó idiota hace unas horas, ella había salido del laboratorio, por lo que es muy posible que ella sea la que saboteo el contenedor del hidrógeno.
"En serio... nunca me espere esto"
Con esas últimas palabras todo el lugar se iluminó con una intensa luz azul y una gran onda expansiva comenzó a devorar el lugar. Poco a poco la estrella artificial comenzó a expandirse en la atmósfera de la tierra, absorbiendo el oxígeno de la misma y haciéndose más grande. Absolutamente todo a su paso era desintegrado sin excepción alguna.
En poco tiempo la expansión de la estrella llegó al núcleo de la tierra, donde los dos se fusionaron, finalmente haciendo que todo el magma que se ocultaba salga disparado a la corteza terrestre.
Desde una vista lejana, podía verse como la estrella devoraba al planeta, y como este se tornaba de un color rojo hasta que no pudo resistir más y explotó en un billón de pedazos.
La onda expansiva se extendió tanto que logró destruir parte del planeta Jupiter y devorar por completo al planeta Mercurio.
-En un extraño lugar-
Todo era oscuridad, nada más que oscuridad. Siempre y para siempre, la oscuridad reinará en aquel lugar.
Lentamente abrió los ojos, se sentía confundido, estaba seguro de que fue completamente destruido por su propia creación. Pero al momento de morir sintió una extraña sensación de electricidad atravesando su cuerpo, como si todas sus células cambiara.
"Donde... estoy..."
Alek se levantó del suelo, y trató de observar su alrededor, pero nada, no había nada, tan solo oscuridad, o así debería ser.
De la nada una luz blanca apareció a unos metros frente a él. Alek nunca fue de los que creían en dioses, ni siquiera sabía si había algo después de la muerte, por lo que no sabía si esto era el camino al infierno o simplemente un engaño de su mente. Pero a pesar de todo el se encaminó hacia la luz.
Cada paso que daba hacia eco en el lugar, el suelo estaba lleno de lo que aprecia ser agua, pero no estaba seguro ya que todo estaba oscuro.
Tan solo faltaba la mitad del camino cuando sintió que algo le sujetó la pierna. Alek bajó la mirada y lo que se encontró...
"Algo como esto..."
El lugar se iluminó en un color rojo sangriento, y ahí pudo ver quién lo aprisionaba. Una persona, completamente cubierta de sangre. Esta persona se aferraba fuertemente a la pierna de Alek y no parecía querer soltarse. A parte de la persona, todo el suelo del lugar estaba lleno de sangre, y las voces comenzaron a sonar.
"Tú nos mataste"
"Por tu culpa estoy muerto"
"¡Pecador!"
"¡Asesino!"
Mientras las voces sonaban, cientos de miles de personas comenzaron a salir de la sangre del suelo, cada una dispuesta a llevarse a Alek con ellos.
Al ver esto, Alek patea la cara de la persona que le impedía seguir. Tan rápido como la persona se soltó, Alek corrió en dirección a la luz, pero fue demasiado tarde, la perdonas lo sujetaron con fuerza y lo arrastraron dentro de la sangre.
Lo último que se escuchó fue el tictac de un reloj... y un grito desgarrador, un grito... que se convirtió en el llanto de un bebé.