"En sentido estricto, Aeon Corona VII no tenía noches en el sentido tradicional. Sus días de cuarenta y tres horas sometían un hemisferio a la luz de las estrellas trinarias mientras la negaban al otro lado del planeta.
—¿Pero qué papel podría desempeñar la luz del sol en un planeta iluminado por el resplandor de partículas de dimensiones superiores? —se cuestionó uno de los Vandálicos—. No solo bañaba todo el planeta con un tono decididamente dorado sino que tampoco existía una verdadera noche de la cual hablar. El único cambio en el cielo cuando finalmente llegaba la "noche" era que el trío de soles se hundía bajo el horizonte.
Curiosamente, la falta de una verdadera noche inquietaba más a los Vandálicos que la fuerte gravedad. Ya habían tenido meses para prepararse para el despliegue en un planeta de fuerte gravedad, por lo que apenas se inmutaron cuando finalmente pisaron Seven.
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