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Una familia triste.

Tokio.

En el aeropuerto.

-Señor, el piloto ya esta listo.

- Bien, avisale que ya voy. - la sonrisa en su rostro, hacia temblar los huesos de su secretario. Su mirada transmitía oscuridad del jefe como si tuviera hambre de ver más sangre.

Sus manos estaban manchadas de sangre de la persona que agonizaba en el suelo.

Lo agarro del cuello y cargó con una mano como si fuera un muñeco.

- Te dije que no fallaras y que hiciste ¡estupido! -la ira crecia en sus ojos.

-Busquen los documentos cuanto antes sino serán ustedes quienes mueran también - gritó

-¡ Si señor!- todos hablaron al sonido por miedo.

La sonrisa creció, hizo temblar al secretario como también a todos sus subordinados.

Dio una vuelta donde su secretario.

- ¡ Ah! Y me olvidaba manda mi equipaje hoy en la noche. Espero que sigas haciendo bien tu trabajo, no importa si eres un buen secretario. Moriras si cometes un error, al final sabes mucho.- la mirada de superioridad hizo dar cuenta al secretario que no podría ir de nuevo al cumpleaños de su hija.

Sus ojos se nublaban y sus labios temblaban, habló:

- Por favor señor , solo unos minutos podría darme para ver a mi hija. Hoy es su cumpleaños 15 y prepare un regalo. Se lo ruego, solo esta vez.- el miedo se apoderaba de su cuerpo.

Sabía que hace un momento su jefe lo amenazó pero agarró fuerzas para decirle eso.

Hubo un resople y pensamientos malos como perturbadores de su jefe.

- Bien, bien corre tienes 15 minutos para llegar junto con mi equipaje después de mí, pero si tardas te cortare la cabeza y la daré de regalo a tu hija.- la piel del secretario se volvió como la de un muerto. Ya podia sentir como le cortaban la cabeza. Trago saliva y habló:

-¡No se preocupe señor estaré ahí en un abrir de ojos!, ¡No lo decepcionaré! ¡ Lo prometo!- dijo agachando la cabeza.

Se acercó y le susurró.

- Eso espero sino ya sabes lo que haré, vamonos. - le acarició la cabeza como si fuera un animal, se volteó y se fue.

El secretario quedó helado con las palabras de su jefe.

Levanto el rostro, el secretario dijo con tono repugnante, aún no se acostumbraba a los cadáveres:

- Desaparezcan el cuerpo lo más rápido posible y alisten el equipaje; volveré .- se subió en un auto deportivo dirigiéndose donde su familia. En un minuto llegó, abrazó a su hija que se encontraba con una sonrisa por la llegada de su padre y dio un beso a su esposa.

- ¡ Padre! viniste- el secretario le mostró una sonrisa.

- Claro que si es el cumpleaños de mi hija querida- diciendo esto se acerco a su esposa y le susurró.

- Cariño cuida de nuestra hija no estaré por un tiempo- el rostro de su esposa se veía triste, se alejo de ella y volvió su mirada donde su hija.

Acercandose rapidanente, los minutos pasaban de volada solo quedaba 7 minutos.

- Hija mía toma esto es para tí- mostró una gran sonrisa.

Su hija abrió el regalo feliz:

- ¡wow! Gracias papi es la colección que te pedí. Te quiero papi. Te quedarás ¿verdad? Es mí cumpleaños- la mirada de su hija transmitía esperanza por lo que dijera su padre.

Un nudo se hizo en la garganta del secretario. Se arrodilló.

- Lo siento cariño, papá tiene trabajo, para recompensarlo te deje una carta dentro de la caja. Lo abriras de aquí de dos horas.- se despidió abrazando fuertemente a su familia y un beso a cada una en su frente.

Su hija se quedo triste sin comprender por qué de nuevo su padre venía y se iba después de unos minutos.

El secretario se dirigió a la puerta entonces se escucho llantos a su espalda.

Era su hija.

- ¡ Papá no te vayas!,¡ por favor! ya no quiero este regalo, quedate conmigo es lo unico que te pido. ¡ Papá! -

Su esposa también lloraba agarrando a su hija para que no lo siguiera.

El dolor en pecho se hacia más profundo cada que se alejaba, deseando poder voltear y consolar a su hija.

Condujo al aeropuerto.

El piloto lo llamo rapidamente.

- Todo listo.

- ¿Y el equipaje?

- ¡ Listo!

- Vamonos entonces.

Las lagrimas surgieron en todo el viaje.

Sabía que su jefe lo amenazó con la vida de su familia sino hacia su trabajo bien. Ahora eran una familia triste y rota.

Llegamos.

De la ventana se veía como su jefe lo miraba con una sonrisa.

Miro su reloj y aún faltaba un minuto.

Se apresuró.

Al llegar hizo una reverencia.

- como prometí estoy aquí y su equipaje ya llegó.

- bien ya empezaba por aburrirme.- en su mano se veía un cuchillo con el cual jugaba.

Vamos.