"En shock, Oriana retrocedió un paso, mientras Arlan avanzaba hacia ella. Se apoderó de su mano, la que sostenía la daga ensangrentada, y la movió hacia su propio pecho. Al siguiente momento, esa hoja lo apuñaló en el pecho.
Un fuerte gemido escapó de los labios de Oriana, dejándola sin palabras mientras miraba su mano apretando el cuchillo. Intentó soltar su mano, pero Arlan mantuvo un agarre firme, negándose a quitar la daga. La sangre de esa puñalada continuó pintando de rojo su impoluta camisa blanca.
—¿No querías matarme? Bueno, aquí está tu oportunidad —declaró.
Intentó una vez más liberar su mano, pero él apretó más su agarre sobre ella, y movió esa afilada daga por su pecho, cortando su carne sin mostrar signos de dolor. —¿Aquí es donde me tocaste, verdad? Déjame eliminar ese repulsivo contacto.
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