"Oriana dudó, pero Arlan continuó acariciando suavemente sus manos, tratando de proporcionar consuelo y aliento.
—Puedes tomarte tu tiempo —dijo Arlan, su voz firme—. Puedo esperar, ¿a menos que no confíes lo suficiente en mí?
Ella apretó los labios, su rostro evidenciaba relutancia. No era una cuestión de confianza. Este era un secreto que nunca había compartido con nadie, ni siquiera con su abuelo. Sin embargo, la persistencia de Arlan la alentó a hablar, aunque encontrar las palabras adecuadas fue un desafío.
—Sólo es que… Nadie sabe de esto —empezó, su cabeza aún gacha.
—Permíteme ser el primero —la voz de Arlan era suave, su tacto tranquilizador.
Quizá fue la delicadeza de la brisa nocturna, o el aroma terroso que quedaba en el jardín, o su reconfortante presencia de calidez, quizá una combinación de las tres. Pero la barrera en su corazón empezó a bajar.
Tomando un profundo aliento, Oriana decidió abrirse. —Yo... fui raptada cuando era una niña.
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