—Tu expresión me despierta curiosidad, Oriana. Por favor, cuéntame, ¿cuál es la razón por la que me llamaste aquí? —preguntó él.
—Enséñame cómo usar mis poderes —pidió Oriana.
Oriana fue directa, su tono parecido al de un hombre de negocios haciendo una transacción de la cual estaba segura que no sería rechazada.
Una esquina de los labios de Rosetta se curvó en una sonrisa de suficiencia —Pero... ¿Y por qué crees que haré eso?
—Porque eres lo misma que yo, Señora Rosetta. Tú también eres una Bruja Negra, una que tiene un interés en mí —respondió con convicción.
Rosetta miró a Oriana por un tiempo, como si intentara ver a través de ella. Sin embargo, no había ninguna grieta en la armadura de la joven bruja. Su expresión decidida no mostraba nada de sus pensamientos internos, aunque se podía ver por su postura que realmente creía que sus palabras eran verdaderas.
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