El Comandante Conor guió a Oriana hacia la carroza en espera, donde no pudo evitar notar al Príncipe montado en su caballo, flanqueado por sus dos vigilantes caballeros guardianes. Había una impresionante exhibición de caballeros y guardias reales alineados en el camino, una vista que había estado ausente a su llegada al palacio.
—¿Por qué hay tantos guardias y caballeros? —se preguntó.
Una vez que Ana la ayudó a subir a la carroza y ésta se puso en marcha, la razón se hizo evidente. Los caballeros y guardias reales formaban un escolta protector, cabalgando en formación a ambos lados de la carroza y el Príncipe en su caballo.
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