Reclinado en la cama, Arlan miraba el techo, su mente sumergida en pensamientos de Oriana. Un querido recuerdo de la infancia relacionado con ella surgió, un recuerdo de hace dos décadas, un día jubiloso cuando la vio por primera vez a Oriana, el día que se convirtió oficialmente en su prometida.
Toda la familia real se preparó como si fuera una gran celebración. Arlan, el personaje central del evento, estaba adornado con más esplendor que de costumbre. La Reina Helena, su madre, atendió personalmente su atuendo. Su pequeña cara redonda irradiaba adorabilidad, ojos azul mar brillando intensamente, y cabello rubio ceniza hasta los hombros cayendo sueltamente detrás de su cabeza, con un accesorio dorado-jade asegurando la mitad de él. Vestido con ropas de la realeza, su diminuta figura se asemejaba a la de un pequeño ángel.
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