—Apretó los dientes y tomó sus manos antes de que su toque pudiera persistir—. Mantén tus manos lejos de mí. Eres despreciable.
—Ella soltó una risita, su comportamiento inalterado—. ¿Despreciable? Bueno, parece que somos una pareja perfecta, ¿no? Estoy comprometida contigo por una razón.
—Tu mera presencia me produce náuseas —declaró—. Te pareces a esas mujeres de las casas de placer.
—Cuando deseas intimidad conmigo, es aceptable, pero cuando yo busco lo mismo, ¿me etiquetas de despreciable? ¿No es eso un poco hipócrita, mi querido Príncipe? —Se quejó desde debajo de su velo, actuando como si estuviera ofendida—. ¿Por qué perder tiempo en asuntos triviales? Terminemos con esto. Podría estar en mis días fértiles, lo cual es aún mejor.
Intentó tocarlo una vez más, pero él la rechazó.
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