En la mente de muchos de los espectadores, la situación parecía sombría.
Arya y Freya luchaban con la Hoja de Cuervo, intentando hacer que sus cuerpos se levantaran, pero sin éxito. Ambas habían recibido golpes devastadores en sus pechos. La sangre fluía de sus dientes apretados, cada una luchando a través del dolor.
Sus ojos estaban fijos en sus respectivas damas, que luchaban por sus vidas, sus corazones palpitando. Ambas sentían una intensa vergüenza por no poder protegerlas.
Las manos de Arya temblaban mientras se levantaba del suelo. Su pierna derecha estaba inerte, pero eso no le importaba mientras la arrastraba detrás de ella.
La idea de que Anastasia muriera frente a ella era impensable. Avanzó algunos pasos, pero pronto colapsó al suelo con un fuerte golpe, su cuerpo ya no respondía a pesar de sus mejores esfuerzos.
—No, no, no, no, no.
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