A medida que el niño crecía, también lo hacían sus preguntas sobre su origen. Sabía que no era como los seres que lo criaron, pero no entendía de dónde venía ni por qué había caído del cielo. Las diferencias eran evidentes: su piel, su forma, y su manera de comunicarse, todo era distinto. Estas diferencias lo llenaban de curiosidad y una creciente inquietud.
Una noche, mientras el resplandor de las paredes iluminaba suavemente la cueva, el niño se acercó a Terramat, el líder colosal, buscando respuestas. Terramat, con su ojo central brillando con sabiduría y compasión, lo recibió con una mirada paciente. El niño, con voz temblorosa, preguntó sobre su origen, sobre el motivo de su caída del cielo y sobre el propósito de su existencia.
Terramat, tomando un respiro profundo, comenzó a hablar con una voz que resonaba en los túneles. "Tu llegada aquí fue un evento extraordinario" le dijo. "El cielo te envió aquí por una razón. No eres como nosotros, pero eso no te hace menos parte de nuestra familia. Sin embargo, también eres parte de algo más grande, algo que aún debes descubrir."
El niño escuchaba con atención, cada palabra de Terramat resonando en su corazón. "El cielo te envió aquí con un propósito," continuó Terramat. "En este mundo, cada ser tiene su propio destino, y el tuyo está entrelazado con el nuestro, pero también va más allá. Debes encontrar tu propósito, entender tu origen y descubrir tu destino."
Terramat le mostró un lugar especial en las cuevas, un rincón donde la luz era más intensa y las paredes reflejaban imágenes antiguas. "Aquí," señaló Terramat, "están las historias de nuestro pasado, nuestras leyendas y nuestros conocimientos. Aprende de ellas, busca en estos símbolos y visiones una pista sobre tu origen. El cielo te envió aquí por una razón, y en estas paredes podrías encontrar las primeras respuestas a tus preguntas."
El niño pasaba horas en ese rincón, observando y estudiando las imágenes, tratando de entender los símbolos que contaban las historias de los seres y del mundo en el que vivía. Aunque no encontraba respuestas inmediatas, sentía que cada día se acercaba más a la verdad. Las palabras de Terramat resonaban en su mente, dándole esperanza y propósito.
A partir de ese momento, la búsqueda de su origen se convirtió en una parte fundamental de su vida. Sabía que su llegada había sido un misterio, pero también una oportunidad para descubrir quién era y cuál era su papel en este mundo. Con el tiempo, su búsqueda lo llevaría a enfrentar desafíos y a descubrir verdades que cambiarían no solo su vida, sino también la de aquellos que lo rodeaban.
Así, en la luminosa cueva, comenzó la búsqueda del niño por su verdadero origen y destino, guiado por la sabiduría de Terramat y el misterio de su caída del cielo.