Año 1105 DR, Faerûn.
La luz de luna brillaba entre las hojas de los árboles, el vaivén de sombras y luz entorpece los ojos de los que vivían en el bosque, exceptuando a un hombre.
Vestido con prendas blancas y lisas, cómodas y flexibles para sus movimientos, el hombre joven de veinte veranos, descansaba después de un corto combate.
Sentado sobre sus piernas cruzadas, y su espada descansando en su costado derecho, el hombre tenía los ojos cerrados y calmaba su respiración, volviéndose uno con la naturaleza.
Su oponente, un dragón negro como la noche, ojos como antorchas, estaba cortado desde sus cabeza con cuernos hasta su afilada cola.
Las orgullosas alas ya no existían, su poderosas escamas no sirvieron en el combate contra este hombre, ni siquiera su orgulloso cadáver fue humillado, ya que este hombre estaba sentado sobre él.
El hombre no lo mató porque había destruido pueblos o aldeas, o había matado a un ser querido, sino por el hecho de que era un combate justo contra él.
El era Shimotsuki Ryuma, el legendario cazador de dragones, ya nadie sabía cuántas sierpes había asesinado bajo su espada y habilidades.
Y en honor a estos monstruos poderosos, creó su estilo de combate específico contra ellos, y desde entonces no hay rival humano, demonio, elfo, enano, ni nada que pudiera derrotarlo.
El estilo de una espada del dragón.
Feroz cuando se lo requiere, imbatible cuando se lo necesita, protector cuando escucha el llamado del inocente, y tan veloz y ágil cuando encuentra un combate.
Solo necesito cinco años para crearlo y perfeccionarlo y desde entonces se volvió invencible en todos los lados que viajo, y finalmente volvía a su hogar y cumplir su deber como patriarca de los Shimotsuki.
Ni siquiera miró el cadáver del dragón por segunda vez, y sus pasos fueron ocultados por los ruidos de la naturaleza del bosque de tethyr.
Un bosque con mares y mares de árboles, alargados y serpenteados ríos, montañas con altos picos qué tocaban el cielo.
Las bestias ni siquiera se acercaban a Ryuma, ya que parecía una oculta con piel humana.
Su expresión seria, su cuerpo esculpido por el combate y fiereza de la vida, curtido con el dolor de sus batallas y entrenado por el cansancio.
Era el guerrero perfecto pero como cualquier otro, siempre encontrará alguien igual que él.
Kilómetros y kilómetros de la ubicación de Ryuma, en una cueva muy profunda como hogar de enanos, fue tocada por los poderes demoníacos, roca, aire, minerales, madera, todo fue tocado y convertido en materiales demoníacos.
Pero todo cambió cuando vino.
Un hombre vestido con ropas negras manchadas de sangre de quien sabe de donde proviene.
Era pero que un hijo de la diosa del dolor, peor que el más retorcido demonio que disfrutaba de la tortura.
Músculos abultados, sonrisa de una maníaco trastornado, pero con la disciplina de un guerrero y la paciencia de un dragón.
Después de días de caza de demonios, por fin encontró el hogar de estos seres que torturaron por completo a una aldea entera.
Y Darromar nunca le prestó atención, y por culpa de su negligencia todos ellos murieron.
Sin embargo hoy serán vengados, él era Roronoa Kenji, el azote de los demonios, y desde hace cinco años que los cazaba con tanta furia e impaciencia.
Tenía una obsesión tan retorcida de ellos que creó su estilo de combate sangriento y aterrador de ver.
El estilo de una espada del asura, sangriento como un sacrificio, provocaba un dolor a cualquiera que combatiera con él qué al final solo dieron su cuello a propósito.
Sin embargo, cualquiera que intentará practicarlo sus músculos lloraba del dolor y se rompían, el cansancio los invadía después de minutos.
Pero su creador, lo creó a su semejanza y poder, ningún arte que copio o aprendió se compara con lo que hizo.
Una técnica hecha para asemejarse a un demonio, tanto en músculos, mente, y espíritu pero sus camino del guerrero dieron la vuelta a esto, proteger al inocente, no perderse en el orgullo y vanidad.
Y desde entonces cazo cada demonio que se encontraba, y debido a su actitud trato a todos por igual, incluso los drow y tieflings los trataba como cualquier humano común.
Sin embargo cuando estaba con demonios, estos lloraban de la impotencia y miedo que provocaba Kenji.
Ahora descansaba en el cuerpo de un demonio gigantesco de la altura de un árbol.
Los demonios inferiores a este, estaban esparcidos por todos lados.
Colgaban de picos que sobresalen, partidos en dos mitades como peces desmembrados por un pescador.
Partidos en partes iguales como clavos, con sus órganos esparcidos en el suelo como venado cazado por un hombre.
Cabezas cercenadas como serpientes, con grandes cortes en todos sus cuerpos como muñecos de práctica.
Y a comparación de su jefe, el demonio gigantesco, al menos dura un minuto más que ellos.
Los ojos rojos de Kenji se desactivaron y fueron reemplazados por sus ojos plateados como metal.
Destruyó todo lo que podía en el camino, rituales, magias, estructuras y demás.
Le cercenó la cabeza al demonio y salió de la cueva, era otra noche como cualquier otra.
La luz de la luna le guió por el camino oscurecido por las copas de los árboles.
Camino y camino y ahí estaban todos los habitantes del pueblo, enterrados con tumbas sin nombre.
Kenji se sentó sobre sus piernas y dejaba su espada enfrente suyo, junto sus manos y les rezo a las tumbas, ahora podían descansar en paz.
Puso la espada en su cintura y se fue a su clan, como patriarca todavía debía cumplir las funciones de uno aunque no le gustaba, pero tenía que aceptarlo sin rechistar.
Pasaron los días y los dos hombres volvieron a sus hogares.
Roronoa Kenji a sus quince años se había ido del clan para entrenar y como único hijo del patriarca anterior era por decreto el siguiente en la línea de sucesión.
Sin embargo cuando vio el poder de los demonios no quedó asustado o lo que implicaba ser uno y su naturaleza, quería ser como uno, con poder y aura parecido a uno.
Y ahora en cinco años se volvió peor que uno pero con la templanza y emociones de un humano común.
Perfeccionó su estilo de una espada de asura, cazo a cientos de miles de estos sin cansancio, haciendo que lo llamaran el azote de los demonios.
Pero en su viaje para convertirse en uno, vio cosas que un niño no debería, madres sacrificando a sus bebés recién nacidos por vivir eternamente.
Padres mutilando a sus hijos e hijas para obtener poder.
Hermanos matando a los de su sangre para vivir solo unos años más que el resto.
Esto hizo que la mente de Kenji sea volátil, manipulable, débil.
Lo cual hizo que cada día, solo su mente maneja su espada, las horas se convierten en docenas y con el tiempo se convirtieron en días sin dormir.
Llegó a tal punto de que ahora solo su mente solo pensara en entrenar, mejorar y evolucionar.
Ahora su estado mental es incorruptible e indefensa, si tuvo un mal día, entrenaba, si le llegaban buenas noticias las convertía en días de entrenamiento extremo.
Día y noche se volvieron erráticos, ya no conocía nada más que su espada y entrenamiento.
Su estado serio ante situaciones festivas, noches de insomnio y llanto, imperturbable ante los desastres naturales o asaltos de demonios y orcos, su estado concentrado en su entrenamiento lo convirtió cuando estaba enojado o feliz.
Nadie podía ser como él, muchos vieron lo que él pero no sobrellevarlo de ese modo, quedaban locos, perturbados o incluso iban repetir el mismo ciclo.
Pero por suerte nació alguien como Kenji Roronoa, su apodo nació no entre los seres de faerun si no de los propios demonios.
En cambio, Ryuma era un caso diferente.
Desde tan joven e influenciable aprendió sobre los dragones, y estos se separan en dos tipos, los cromáticos y metálicos, los primeros nacieron para ser despiadados y destruir todo y los segundos sólo entendieron de virtudes y calmas.
Y por suerte de Ryuma, conoció el segundo grupo, un dragón de escamas brillantes como el sol y resplandeciente como el oro.
Tal vez solo fue suerte y coincidencia pero desde entonces el joven inocente pasaba en secreto todos los días con este dragón que tenía miles de años.
Y con el paso del tiempo, Ryuma creó el estilo de una espada del dragón en honor y semejanza de su amigo.
Pero todo cambió un día, lo habían nombrado el sucesor de su padre, como patriarca, y fue a darle las noticias a su mejor amigo.
Pero ya no era un joven inocente, escuchó los rugidos de dolor, furia y esfuerzo de su amigo.
Su estado feliz y calmado se convirtieron en seriedad y nervios, fue corriendo a la ubicación del hogar de su amigo y todo lo que conocía cambió.
El bosque como esmeralda, los árboles como lanzas, el pasto limpio y ordenado, el agua prístina y bella.
Desaparecido.
El fuego envolvía el lugar, grandes cráteres se extendían en todo el bosque, el agua había desaparecido y el césped se volvió tierra quemada.
Pero los ojos de Ryuma se fueron al cielo, dos dragones negro y dorado, peleaban, incluso notó como su sangre caía como lluvia.
Las alas de cada uno estaban rasgadas, sus escamas partidas y arrancadas por las garras y dientes.
Ryuma no podía hacer nada, solo pudo observar como su mejor amigo estaba siendo lastimado de gravedad.
Y cuando el combate del cielo terminó, los dos dragones cayeron en picada como flechas.
Al impactar en el suelo movieron la tierra como furia de un dios como castigo.
Grandes nubes de polvo y pedazos de roca se esparcieron por el lugar, Ryuma con todas sus fuerzas corrió hacia donde su amigo.
Fue hacia su cabeza aun vez brillante como oro, ojos más brillantes que el sol, ahora manchados con sangre, tierra, y poderes oscuros.
Su corona de cuerno estaban partidos o llenas de muescas.
Ryuma apretó la mandíbula para que el llanto no saliera, vio como el dragón de oro lo miraba, sus ojos se volvían antorchas en una tormenta.
Poco a poco su vida se alejaba y de un momento a otro, sus ojos se apagaron como forjas.
Ryuma al ver esto, cayó sobre sus piernas y acarició el hocico de su amigo.
Sus ojos fueron oscurecidos por las sombras de las nubes de tormenta.
Y detrás de él, se escuchó el resquebrajar de las rocas y árboles, se levantó y miró hacia sus espaldas.
El dragón negro malherido pero vivo, se levantó y rugió victorioso, pero este al terminar vio algo cerca de su oponente, un cachorro humano, de al menos quince veranos.
Pero su aura no parecía de un humano, un aura violeta como dragón comenzó a hacer presencia.
El hombre desenvainó su espada y esa aura fue a su arma, las venas de sus brazos y cabezas comenzaron a expandirse.
Y el dragón finalmente vio los ojos del humano, pero en vez de pupilas circulares, eran las de uno de sus concentres.
Pupilas de un dragón tan brillantes como el sol y del color de los cielos.
Y antes de que pudiera reaccionar, su cabeza y cuerpo se llenaron de cortes tan profundos que sus órganos y sangre fueron expulsados de su cuerpo con facilidad.
El dragón cromático de color negro cayó muerto por sus heridas y por las nuevas que le hizo el humano.
Ryuma al terminar, fue a donde su amigo, ignoro el cuerpo del dragón negro, ni siquiera lo miró ya que sabía que estaba muerto de forma definitiva.
Al llegar donde la cabeza de su amigo, se sentó sobre sus piernas cruzadas y solo lo acaricio.
Ahora sus futuros hombres llegaron horas después de que desapareciera por mucho tiempo.
Y ahí lo vieron, dos cuerpos gigantescos de dragones, y al notar las heridas del dragón negro pensaron que era lo mismo del dorado.
Y cuando vieron a su futuro patriarca sin heridas pensaron que el futuro del clan estaba asegurado.
Pero Ryuma por dentro solo se hizo un juramento de que nunca más volvería a ser amigo de un dragón, solo serían presas para él.
Sin embargo los recuerdos pasados de Ryuma fueron interrumpidos por un anciano de su clan.
-patriarca Ryuma ¿puedo hablarle?- dijo un anciano del clan Shimotsuki, pero dudando debido al estado meditativo del jefe del clan.
-¿Qué le sucede anciano? ¿Otro dragón en los alrededores?- dijo Ryuma sin abrir los ojos mientras seguía meditando.
-no patriarca, nos llegó una invitación de un torneo de espadachines de Darromar ¿Cuál es su respuesta patriarca?- pregunta el anciano, ya que el único calificado para ir es él.
-¿Quiénes irán anciano, a Darromar?- preguntó el patriarca.
-al menos varios humanos y entre ellos varias otras razas más ¿por qué?- dijo confundido el anciano.
-para aliviar mi aburrimiento ¿Qué más podría ser anciano?- dijo Ryuma mirando y ladeando su cabeza.
El anciano miró el perfil de su patriarca y notó, como siempre tenía esa mirada calmada, pura como el cristal, pero llena de aburrimiento ante cualquier situación.
En el clan Roronoa era un caso diferente, Kenji estaba guiando a las generaciones jóvenes de su clan con paciencia y sonriendo mientras bebía alcohol.
Con una espada de madera, golpeaba con precisión y dureza en las articulaciones de los niños pero felicitándolos al mismo tiempo.
-descansen por ahora, más tarde seguimos mocosos.- dijo Kenji mientras se sentaba y bebía.
Pero uno de sus descansos del mediodía fue interrumpido por un guerrero adulto, aún joven y entre sus manos había un rollo de papel.
Dio sus respetos a su patriarca y sonriendo felizmente dijo que el motivo de la carta era una invitación a un torneo de espadachines en Darromar.
-esta bien pero ¿Quiénes irán?- dijo Kenji mirando al joven guerrero.
-por lo que dice la carta irán espadachines tanto mágicos como no mágicos y de diversas razas, hay incluso un gigante…- pero su palabras fueron detenidas al leer cierto nombre y Kenji lo notó.
-¿Qué sucede mocoso?- dijo Kenji que a pesar de tener veinte años, siempre llamo mocosos a todos excepto los que están a un paso de la tumba.
-también irá el patriarca Shimotsuki Ryuma.- dijo con voz temblorosa y mirando a su patriarca notó que tenía los ojos abiertos y en un instante su aura se volvió peligrosa.
-¡¿jaa?! ¿el asesino de dragones ira? Bien, prepárame una bolsa, iré a Darromar solo, cuídense mientras tango salgo a jugar con ese idiota.- dijo Kenji sonriendo, sus ganas de luchar subieron al máximo ya que, siempre había oído sobre el asesino de dragones.
Aunque había luchado muy pocas veces a estas sierpes aladas, no le pareció interesantes, por eso preferiría pelear con demonios ya que tienen muchos números y hace que no tenga que pensar y crear estrategias durante el combate.
En poco tiempo el joven guerrero le preparó un bolso, se lo colgó y se fue caminando directo a Darromar.
Los dos espadachines viajaron por días, ya que vivían en lo profundo del bosque de tethyr, alejados de todos, sus problemas, invasiones, políticas.
Solo tenían que cazar, entrenar, dormir, salir a pelear y el ciclo se repite hasta que mueras de viejo o morirías en el intento.
Una vida simple para cualquiera de los dos clanes.
Muchos bandidos sean hombres o de otras razas como los goblins y sus hobgoblins, intentaron asaltarlos pero sus habilidades eran nulas ante ellos.
Incluso aquellos bendecidos por la magia no podían hacerles nada, los rayos redirigidos a otros, las bolas de fuego cortadas por la mitad, ni hablar de las flechas o saetas.
Solo necesitaban menos de dos minutos y volvían a caminar, para cuando llegaban los guardias de Darromar, sólo era un grupo de trozos de carne bien cortados.
Y a lo lejos los dos vieron a Darromar.
Darromar, la capital de Tethyr, es una urbe vibrante y cosmopolita que ha sufrido profundas transformaciones a lo largo de su historia. Su ubicación estratégica la ha convertido en un centro de comercio y cultura, pero también en un objetivo constante para invasores y ambiciosos gobernantes.
Darromar se encuentra en una llanura fértil, rodeada de colinas y bosques. El río Tethyr serpentea a través de la ciudad, dividiéndola en dos secciones principales. La arquitectura de Darromar es una mezcla de estilos, que refleja su rica historia y la diversidad de sus habitantes.
Ciudad Alta, es dominada por grandes mansiones y edificios gubernamentales, esta sección de la ciudad es el hogar de la nobleza y la clase mercantil. Los edificios son construidos con piedra y mármol, y suelen tener diseños elaborados y ornamentados.
Ciudad Baja, un laberinto de calles estrechas y casas de madera, la Ciudad Baja es el hogar de los artesanos, comerciantes y gente común. Aquí se encuentran los mercados, los talleres y los templos de las diversas deidades.
Tiene una historia turbulenta, marcada por guerras, invasiones y cambios de poder. En el pasado, fue una ciudad-estado independiente, pero con el tiempo se convirtió en la capital de Tethyr. La ciudad ha sido saqueada y reconstruida en numerosas ocasiones, y su población ha experimentado un flujo constante de inmigrantes de diferentes razas y culturas.
Es un crisol de razas y culturas y entre ellos se encuentran los humanos, la mayoría de los habitantes de Darromar son humanos de diversas procedencias. Son comerciantes, artesanos, soldados y funcionarios gubernamentales.
Elfos, suelen ser descendientes de los elfos silvanos que se establecieron en la región hace siglos. Muchos de ellos son comerciantes, artesanos y magos.
Los enanos de Darromar son conocidos por su habilidad en la metalurgia y la construcción. Muchos de ellos trabajan en las minas de la región o en las forjas de la ciudad.
Los medianos de Darromar son conocidos por su amor por la buena comida y la bebida. Muchos de ellos son agricultores, cocineros o comerciantes.
También hay una pequeña población de otras razas en Darromar, como halfling, gnomos, tieflings y drow.
Darromar mantiene una red de tratados comerciales con otras ciudades y reinos. Estos tratados garantizan el suministro de bienes esenciales y promueven el intercambio cultural. La ciudad también tiene una fuerte presencia militar para protegerse de las amenazas externas.
Las defensas de Darromar incluyen una gran muralla que rodea la ciudad, protegiéndola de los ataques enemigos.
Cuenta con un ejército bien entrenado y equipado, compuesto por soldados humanos, elfos y enanos.
Todos los ciudadanos capaces de portar armas están obligados a servir en la milicia en caso de necesidad.
Darromar mantiene alianzas con otras ciudades y reinos para garantizar su seguridad.
Ryuma pasó por las puertas dobles de hierro de la ciudad capital, vio numerosas personas de diferentes tipos de piel y cabello pero ahora noto también diversas razas que casi nunca veía.
Elfos silvanos, altos elfos, medianos, enanos, gnomos, tieflings e incluso los muy pocos drows que no querían matarlo por su diosa araña.
Sin embargo lo que destacaba Ryuma era su altura de dos metros, su calmada e incluso curiosa fue vista por muchas personas y razas del lugar, y como todavía quedaban varios días para el torneo fue a explorar la ciudad de Darromar.
Vestido con prendas blancas lisas y otra prenda suelta qué servía como abrigo de color blanco con detalles dorados, con su pelo atado y una mano es su espada, camino por todos los lados posibles.
Kenji con la misma altura que el asesino de dragones no era tan recibido, su mirada casi furiosa, casi con ganas de luchar con cualquiera, hacía que muchos desviaran las miradas al instante.
Con prendas negras como la noche y un abrigo largo con detalles rojos, y su mano descansando dentro de su abrigo y mostrando su pecho, hacía que cualquiera que tuviera segundas ideas, las volviera pensar.
En poco tiempo encontró un bar, pidió el alcohol más fuerte y comenzó a beber y comer.
Pagó y se fue a explorar la ciudad, buscando puntos de interés interesantes o al menos un lugar para entrenar en paz.
En una biblioteca sin nombre, de madera y piedra, dentro de ella filas y filas de libros, ordenados o apilados, se esparcen en el edificio.
Su guardián o bibliotecario, era un elfo de aspecto maduro, en términos humanos un hombre en sus cuarenta veranos.
Ryuma, alto para el elfo, le preguntó donde había libros con respecto a Darromar.
El elfo vestido de camisa y pantalones de trabajo, con botas de cuero, lo guió por los largos pasillos llenos de libros y secretos que ocultan en cada paso.
Ryuma leyó cada libro que podía sobre la historia de Darromar, poco después comenzó con tethyr, la costa de la espada, Waterdeep, y así sucesivamente con los días hasta que llegue el día del torneo.
Kenji por su parte, fue a la zona de los enanos para ver espadas o pelear con algún hombre para matar el aburrimiento.
E incluso llegó a pelear con su espada con asaltantes y estuvo un día en el calabozo cuando se descubrió su inocencia pero fue avisado que fuera la última vez que cortara en pedazos a docenas de personas enfrente de todos.
Y pronto llegó el día de la competencia y los preparativos estaban listos.
Los dos espadachines no querían adelantar su sorpresa, así que cerraron sus oídos sobre quienes participarán, solo sabían de donde provenían cada uno, no sabía si usaban magia o no pero tenían sus sospechas.