Han Xiao abrazó a la chica con fuerza, como si se aferrara a su propia vida.
—Lo siento... Es mi culpa... No pude encontrarte...
Annie no tenía expresión en su rostro, pero no podía controlar sus lágrimas. No estaba segura de por qué lloraba. En el momento en que oyó al hombre decir eso, sus lágrimas fluyeron...
—Sígueme, te ayudaré a recordar todo.
Han Xiao tomó la mano de la niña y se fue rápidamente. Ning Xi casi se vuelve loca.
—¡Maestro! ¡Espera! ¡El antídoto!
Han Xiao se detuvo en sus pasos y luego miró a la chica que estaba siendo arrastrada.
—Youge, ¿dónde está el antídoto?
Annie miró al hombre a los ojos. Como si su alma estuviera siendo controlada, sacó una pequeña bolsa de medicinas. Han Xiao tomó el botiquín y se lo tiró a Ning Xi, y luego tomó a la exhausta Annie. Sus figuras desaparecieron en el bosque. Todo el mundo estaba estupefacto.
Ning Xi murmuró mientras tenía el antídoto en sus manos:
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