—En serio, estás como Jiang Yang. Le romperé las piernas si se aparece cerca de ti. Está malcriando a mi hermano —frunció el ceño Lu Feng.
—No te preocupes. Hoy es un día feliz para él, así que en vez de maldecir, reza por tu querido.
—¿Día feliz? ¿Por fin va a verla? —preguntó Lu Feng.
—¡Sí!
—Me alegro de escucharlo, pero ¿cómo?
—Yuyan la llamó para ir de compras —respondió Lu Qiang.
—Debe ser tu plan, Lu Qiang.
—¡Hmm! No puedo ver a mi amigo triste —respondió Lu Qiang.
Nixxxie y Jiang Yuyan se encontraron en el centro comercial en el centro de la ciudad. Era el centro comercial más famoso y lujoso.
—Gracias por venir, Nixxxie.
—Está bien porque también quería salir de casa. Más bien, debería agradecerte por invitarme.
Justo cuando ambas mujeres estaban a punto de entrar al centro comercial, el conductor de Lu Qiang se acercó y saludó a Jiang Yuyan. Al verlo con sorpresa, Jiang Yuyan preguntó —¿Qué haces aquí?
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