Alexandra desvió su mirada hacia las caras tensas de sus tíos, sonrió amablemente antes de decir suavemente:
- No les guardo rencor. Ustedes son lo único que me queda de mi padre, quizá no entendí lo que hicieron ese año, pero no merecen un enojo infantil. Confío en que entenderán que ya no soy la misma, todos los seres estamos sujetos a cambios irrevocables, así es la vida.
Samantha no pudo evitar dejar caer algunas lágrimas, de culpa y de tristeza, esa niña no se parecía físicamente a nadie de la familia pero sus palabras sonaban como algo que diría su difunto hermano, Diego Twain, su muerte fue algo que lastimó a toda la familia Twain y por eso nadie se sentía completamente listo para cuidar de la hija de Diego. Samantha tenía dos hermanos, Diego y Daniel, el segundo menor que ella. Daniel Twain se había casado con una semivampiro llamada Susana Gibbs, tenía dos hijos, el mayor llamado Gerald Twain y el menor Timothy Twain. Pero ni él ni su esposa aceptaron cuidar de Adelaida cuando Diego y su esposa, Teresa, murieron. Teresa Richardson era hija única y sus padres ya habían muerto cuando se casó con Diego. Fue así como Adelaida terminó con Samantha y su esposo, la niña se había ganado a la familia Hunt, sin embargo era difícil para una familia de vampiros de sangre pura aceptar adoptar a una niña "humana". Los abuelos Twain vivían en el Imperio Crystal Lake, pero no estaban dispuestos a cuidar al permanente recuerdo de la muerte de su hijo mayor. A veces Samantha se preguntaba qué habría pasado si su hermano y su cuñada no hubieran muerto en el ataque de brujas negras, se preguntó qué habrían hecho ellos al enterarse de que su adoraba hija era una bruja mestiza, quizá las cosas serían muy diferentes en ese punto.
Alexandra distinguió las brillantes lágrimas de su tía, su corazón se encogió un poco, se acercó a ella y le extendió un pañuelo para que se limpiará las lágrimas.
- ...Eres demasiado parecida a él... - Samantha se limpió la cara y miró a la mujer de ojos dorados frente a ella.
- ¿Demasiado parecida a quién? - Alexandra levantó una ceja con curiosidad en sus ojos.
- A Diego, a tu padre, y mi hermano mayor - Samantha respondió con la mirada oscurecida por la tristeza.
- Quizás... pero no quiere decir que sea idéntica a mi padre - Alexandra respondió sonriendo fríamente.
- Adela, ¿viste a Zen? - Ashley llegó de repente a la sala de estar, su cara sonriente y cálida sorprendió a Samantha y Milo.
- Lo vi. Perseguía a Vania como un porro faldero. Hablando de eso... ¿has visto a Vania? - Alexandra giró su mirada y preguntó tranquilamente.
- La última vez que la vi, estaba en la biblioteca, ¿donde la viste tú? - Ashley preguntó frunciendo sus labios, le preocupaba el demonio, normalmente la seguía a ella y de vez en cuando mataba a un animal o dos para alimentarse... pero ¿seguir a Vanessa? Eso era razón más que suficiente para preocuparse.
- Yo la vi en el pasillo de arriba, parecía ir hacia la terraza - Alexandra se encogió de hombros con indiferencia, no le preocupaba Vanessa, después de todo las sirenas podían usar su encanto en cualquier criatura, su cegadora belleza distraería lo suficiente al demonio como para escapar, era un juego de niños.
- Le diré a Marc que me ayude a buscarlo - Ashley se dió la vuelta y retomo el camino de regreso hacia el segundo piso.
Alexandra solo asintió sin mucho interés, la verdad de la situación era que ya sabía en qué planes andaban su prima y Marc, después de todo los había escuchado hablar en la habitación de Marc, pero decidió callarse y dejar que los enamorados disfrutarán mientras podían, por supuesto que le costaba contener su sonrisa satisfecha, pero ella tenía demasiada experiencia en guardarse los pensamientos y ocultar sus emociones.
***
Fog Spell, calle principal.
Juliana caminaba cubierta con una capa verde oscura, su vestido igualmente verde se arrastraba por el suelo, lo que llamaba la atención hacia ella era el bordado en forma de delfín en el frente de la falda. A su lado caminaba su hermana menor, igualmente cubierta con una capa color violeta, ella llevaba un vestido hasta las pantorrillas de color blanco, y el delfín estaba bordado en hilo dorado en la parte baja de su falda. A su otro lado iba su madre, ella no llevaba capa sobre su cabeza, su elegante vestido azul marino de manga larga, con el delfín bordado en hilo blanco, llamaba fuertemente la atención sobre ella, era una mujer hermosa pero llevaba el brillante anillo de matrimonio muy a la vista, sin embargo eso no evitó que algunos hombres la miraran de forma lujuriosa. Albert y Darién caminaban detrás de ellas, el encanto de los hombres también trajo muchas miradas interesadas, especialmente Darién quién se conducía con elegancia e indiferencia además de ser joven.
- Padre, ¿podrá encontrarla? - Darién estaba irritado por el viaje, su mirada estaba más indiferente de lo normal.
- Deja que lo intente, Darién - Albert le habló severamente mientras contemplaba la espalda de su hija.
Aunque escuchó su conversación, a Juliana no le importó mientras intentaba encontrar a la mujer a la que había transformado. Podía sentirla en algún lugar de la ciudad, se concentró profundamente en intentar conectar con su collar, la imagen poco a poco se aclaró en su cerebro y pudo ver que estaba nadando en un río, en compañía de un joven que le sonreía.
- La encontré. Pero tardaríamos mucho en llegar a pie - Juliana le habló a su madre con una voz sería.
- Iremos nadando entonces - Tiana le respondió a su hija con una sonrisa amable.
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