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Capítulo 10: Alejandola de las garras del lobo (parte 2)

- Lo... lo siento Jess... te prometo que volveré... te lo prometo... - el llanto ya no pudo ser contenido por Adelaida, sus lágrimas empezaron a caer de sus ojos dorados - Ten por seguro que... el tiempo no borra lo que el destino ya escribió...

La despedida fue muy emotiva, hasta Milo puso una expresión de tristeza, todos extrañarían a Adelaida, pero sabían que esa era la mejor opción para ella, especialmente Milo y Samantha.

***

Habían pasado cinco días desde su partida, estaban en algún lugar ya distante de la capital, viajaban en caballo desde el amanecer hasta casi media noche, no se quedaban mucho tiempo en los lugares por los que pasaban. Samantha y Adela iban en un caballo negro, mientras que Zoe iba con el baúl de Adela y la bolsa de Samantha en otro caballo pero de color marrón, no iban rápido pero tampoco iban lento, llevaban un paso constante y procuraban no detenerse mucho tiempo, la tres llevaban capas que cubrían sus rostros por lo que nadie las reconocía a primera vista.

- ¿Cuanto falta, Tía Sam? - preguntó Adela algo adormilada.

- Un día de viaje, aún estamos lejos.

- Mau.

[Ama, tengo hambre y estoy cansada]

Stella viajaba apoyada en un brazo de Adela, el viaje también la había agotado.

- Tía Sam, ¿podemos detenernos a descansar?

Samantha miró a su sobrina con un conflicto de emociones en sus ojos, suspiro después de un rato y dijo:

- Está bien, nos detendremos para que alimentes a Stella, pero solo un momento.

- Está bien.

Se detuvieron a las afueras de una pequeña aldea, Adelaida camino un poco y alimento a Stella y le dio de beber, después de que el gato hiciera sus necesidades, ambas subieron al cabello otra vez, aún estaban agotadas pero ahora tendrían la fuerza de continuar hasta la noche.

***

Después de siete días de viaje por fin llegaron al la aldea frontera con el Imperio LagoCristal, desde allí tomarían un desvío hacia la montaña, el camino hasta la montaña era más empedrado que los otros, eso hizo que las tres mujeres y el gato se sintieran extremadamente incomodas, pero después de una hora y media de tortura finalmente llegaron. Era una casa de dos pisos, era mediana y tenía ventanales bastante grandes, también tenía un balcón y un cultivo de distintas plantas por el frente y por detrás de la casa. Frente a la casa estaban paradas cuatro personas: una mujer de mediana edad, cabello rizado y rubio, facciones delicadas y piel color melocotón, ojos color avellana y mirada amable: un joven muy apuesto de cabello castaño, facciones firmes e imponentes, piel color melocotón y ojos color avellana; una joven de piel clara como la porcelana, facciones frágiles e indiferentes, cabello castaño y ojos marrones oscuros, llevaba una sonrisa que daba calidez a todo el que la viera: la última persona era una joven de ojos azul océano, cabello extrañamente morado, facciones imponentes e indiferentes y piel bronceada.

La mujer de mediana edad fue la primera en acercarse a saludar.

- Samantha, llegaste más pronto de lo que pensé, ¡bienvenidas!

- Zemira, tanto tiempo sin verte, estoy feliz de volver a encontrarte.

- Ella debe ser tu sobrina, ¿verdad? - preguntó Zemira mientras miraba a la jovencita sosteniendo un gato.

- Si, su nombre es Adelaida Twain.

Zemira se inclinó hacia la niña para saludarla:

- Adelaida, soy Zemira Frank, puedes llamarme Madrina si te sientes cómoda.

- Está bien, Madrina Zemira, ¿usted es bruja?

- Si, lo soy, ellos también - dijo ella girándose hacia sus hijos.

El joven de ojos avellana se acercó a Adelaida.

- Hola, soy Marc Frank.

Adelaida le estrecho la mano con una sonrisa.

- Soy Ashly Frank - se presentó la niña de ojos marrón oscuro.

- Me llamó Caitlyn Frank - se acercó la joven de cabello morado.

Ante todas las presentaciones Adelaida sonrió, de alguna forma se sentía cómoda con estas personas, aunque apenas las conocía.

- Ashly muestrale a Adelaida su habitación. Caitlyn enséñale a la mucama el suyo. Marc ayuda a Adelaida a desempacar mientras yo hablo con Samantha.

- Si Mamá.

- Si Mamá.

- Si Madre.

Los tres chicos empezaron a cumplir las órdenes de su madre, Zemira y Samantha se quedaron solas mientras caminaban alrededor del jardín.

- ¿Por qué la tragiste con tanta prisa?

- Ay Zemira, jamás lo esperamos pero... ella es una bruja...

- ¿Quieres que la entrene?

- Si. Pero esa no es la única razón por la que la traje.

- ¿Cual es la otra razón?

- Edward Storm puso sus sucios ojos de vampiro de sangre pura sobre mi pequeña sobrina, sabes que la aristocracia vampírica es oscura en este imperio, especialmente para los Señores y sus cercanos.

- Quieres salvarla de las garras del lobo, lo entiendo. ¿No se te ocurrió que tálves tu sobrina pueda ablandarlo? Para haberla perseguido por cuatro años, además de estar dispuesto a esperar a que crezca... debes admitir que no cualquier vampiro estaría dispuesto.

- Lo sé, empiezo a entenderlo ahora. Pero tálves sea mejor así, consideraré dejar que se acerque a ella si no pierde la esperanza por su regreso.

- Es una gran prueba para un vampiro de sangre pura, pero esa prueba sólo demostrará si son compatibles, de ellos dependerá el vínculo de almas, sólo se demostrará con el tiempo.

- ¿Cuento contigo Zemira?

- Claro, la trataré como a una más de la familia, ella estará bien aquí.

- Gracias Zemira, debería irme.

- ¿No te quedarás a descansar?

- Sólo tenía que dejarla contigo y regresar, debo volver rápido para no levantar sospechas.

- Lo entiendo, despídete de ella, la extrañaras.

- Si.

Samantha siguió a Zemira al cuarto de Adelaida, ella estaba desempacando con Ashly y Marc, tenía una expresión tranquila en su rostro.

- Pequeña Adela, regreso a casa ahora.

Adelaida se giró hacia su tía, su expresión cambio de tranquila a devastada.

- ¿No te quedarás conmigo un día más?

- ... yo... lo siento querida, ya debo regresar... me gustaría que fuera de otra forma - al ver la expresión dolorida de su sobrina, Samantha no pudo evitar sentirse terriblemente triste - ¿Sabes algo? Intentaré que Jessica y Vanessa te visiten alguna vez ¿esta bien?

- ... esta bien... ¿lo prometes?...

- Lo prometo...

Adelaida y su tía se abrazaron cariñosamente, después de su emotiva despedida, Samantha subió al caballo marrón y cabalgó a toda velocidad de regreso, el caballo de pelaje negro ahora le pertenecía a Adelaida, era un regalo de su familia, un recuerdo que cuidaría por mucho tiempo.