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Interrogatorio

Si esos líderes no están ya en el nivel 7 dijo Ian en voz baja, con esos tesoros seguramente lo alcanzan. Cada uno de ellos se convierte en un adversario invencible en este mundo.

Tarek asintió lentamente, sus ojos brillando con una mezcla de entendimiento y preocupación.

Esos tesoros no solo les dan una ventaja. En el agua, son como deidades murmuró. Incluso el ejército podría tener problemas.

Ian soltó un suspiro, antes de continuar con su análisis en voz alta.

Esperemos que el ejército del imperio esté bien preparado y que traigan consigo varios militares de nivel 7 o más comentó. Si no es así, este mundo será una pesadilla para conquistar. Incluso con la fuerza de los aventureros, no será suficiente.

Tarek frunció el ceño, pensativo.

¿Crees que los líderes del imperio lo saben? Que este mundo no será tan fácil de tomar.

Ian lo miró de reojo, evaluando cada posibilidad. Había algo que le inquietaba, algo que aún no podía descifrar completamente.

Debe haber una razón por la que nos dejaron entrar dijo finalmente, su voz adoptando un tono más sombrío. Los aventureros somos su vanguardia. Están probando los límites de este mundo, enviándonos a nosotros para medir sus defensas.

Pero al final, si no logran reunir suficiente fuerza de combate en nivel 7 o más, esta invasión fracasará.

Ian no podía evitar sentir que la situación era aún más delicada. Si las fuerzas del imperio no llegaban preparadas con suficiente poder, los Tesoros de Origen y los líderes marinos harían de este mundo un lugar imposible de dominar. Pero en el fondo, una chispa de desafío brillaba en sus ojos.

Ian, sintiendo que había tomado una decisión acertada al esclavizar a la sirena, reflexionó sobre el valioso conocimiento que ella poseía sobre este mundo. Había aprendido no solo sobre los clanes marinos, sino también sobre sus tesoros y la estructura de poder que regía en las profundidades del océano. Con Sora a su lado, tenía una fuente de información que podría resultar vital en los días venideros.

Con la determinación de asegurar sus recursos, giró hacia Tarek, quien aguardaba expectante.

Trae los recursos ordenó Ian es hora de irnos .Tarek asintió y se dirigió a buscarlos. Mientras tanto, Ian se preparó para el viaje al barco. Usando la pulsera que le habían entregado, pudo seguir la dirección marcada, una guía luminosa en las oscuras profundidades marinas.

Tras unos momentos de concentración y guardar los materiales, Ian comenzó a nadar. Las corrientes eran suaves, y el agua, aunque fría, lo envolvía con una sensación de frescura que revitalizaba su espíritu. A medida que nadaba, sentía la fuerza de su cuerpo impulsándose en cada brazada, los músculos respondiendo a su comando.

Después de unos 40 minutos, finalmente emergió en la superficie cerca del barco, donde un grupo de aventureros recolectaba los restos de los monstruos caídos en la batalla y encadenaban a las sirenas . La escena era caótica pero ordenada; cuerpos de criaturas marinas, tanto muertos como heridos, eran sacados del agua. Las expresiones en los rostros de los hombres y mujeres que trabajaban reflejaban tanto la fatiga como el alivio por haber sobrevivido a la contienda.

Ian observó desde la distancia mientras se acercaba, recordando la lucha feroz que había tenido lugar poco tiempo atrás.

Al subir al barco, Ian apenas tuvo tiempo de respirar antes de ser detenido por dos militares de aspecto rígido y alerta. Uno de ellos, alto y corpulento, le puso una mano firme en el hombro.

Necesitamos que nos acompañe, señor dijo el militar con voz seca, sin dejar espacio a protestas.

Ian asintió sin oponer resistencia. Sabía que esto podría suceder, y ya había preparado su coartada. Lo llevaron rápidamente a una habitación pequeña, donde le ofrecieron toallas y agua caliente para que pudiera bañarse y secarse después de su largo trayecto bajo el océano. Las horas en el agua lo habían dejado exhausto, y el calor del baño parecía devolverle la energía.

Pasadas dos horas, justo cuando Ian terminaba de vestirse, los militares regresaron. Esta vez, lo escoltaron a una sala de interrogatorios más formal. La habitación era austera, con una sola mesa y un par de sillas, iluminada por una luz que colgaba sobre la mesa, proyectando sombras angulares en las paredes. Al sentarse, Ian notó que uno de los interrogadores ya lo esperaba, un enano con una expresión severa, acompañado por otro militar que se mantenía de pie en la esquina, observando cada movimiento.

Señor Ian comenzó el interrogador, sus ojos clavados en él, hemos notado su ausencia durante la última fase de la batalla. Lo que queremos saber es por qué no estaba presente con los demás aventureros. ¿Dónde estuvo todo este tiempo?

Ian mantenía la calma, sabiendo que este era el momento de poner en marcha su historia. Había planeado cuidadosamente su relato para que fuera lo suficientemente creíble.

Fui derribado durante la pelea comenzó Ian, su tono tranquilo y controlado. Mientras estábamos enfrentando el ataque desesperado de las sirenas, sus echizos me golpearon derribando mi nave lanzándome al agua. Perdí la conciencia por un momento, y cuando desperté, estaba siendo arrastrado por las corrientes submarinas.

El interrogador entrecerró los ojos, escudriñando cada palabra, pero Ian continuó sin vacilar.

Intenté nadar de vuelta, pero los monstruos no me lo permitieron. Me atacaron varias veces y tuve que defenderme mientras las corrientes me arrastraban más y más lejos del campo de batalla. Fue una lucha constante. Pasé horas en el agua, apenas sobreviviendo.

Hubo un silencio tenso en la habitación mientras el interrogador lo evaluaba, tratando de detectar alguna fisura en su relato. Sin embargo, Ian mantenía su compostura. La historia era lo suficientemente plausible, y las cicatrices y el cansancio que mostraba su cuerpo tras la batalla ayudaban a respaldar sus palabras.

Finalmente, el interrogador asintió lentamente.

Es comprensible dijo, aunque su tono dejaba entrever que no estaba completamente convencido. Sin embargo, cualquier ausencia prolongada debe ser reportada. Necesitamos asegurarnos de que todos los aventureros estén en comunicación constante, especialmente en situaciones críticas como esta.

Entiendo respondió Ian, inclinando la cabeza con un gesto respetuoso. No fue mi intención desaparecer. Simplemente fue algo que no pude evitar.

El interrogador intercambió una mirada con el militar que permanecía de pie en la esquina. Tras unos segundos de deliberación, el hombre se levantó.

Eso será todo por ahora. Pero no se aleje demasiado, es posible que necesitemos hacer más preguntas en el futuro.

Ian asintió, agradecido de que la situación no se hubiera complicado más. Sabía que su coartada había sido lo suficientemente convincente para evitar más sospechas inmediatas, pero también sabía que tendría que ser cuidadoso en el futuro. Mientras se levantaba para salir de la habitación, sus pensamientos ya estaban en los próximos pasos, en cómo seguiría moviéndose en este mundo, siempre un paso por delante de sus posibles enemigos.