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El despertar de Sylvia

En un mundo donde la realidad y la fantasía colisionan, Carlos, un jugador de videojuegos, se encuentra atrapado en el cuerpo de su avatar elfico, Sylvia. Despertando en un reino desconocido, debe navegar por una vida que es tanto familiar como extraña, enfrentando desafíos que ponen a prueba su identidad y su supervivencia. Capturada y acusada de espionaje, Sylvia es llevada ante los templarios y sacerdotes del monasterio, quienes ven en ella tanto una amenaza como una posible clave para un antiguo misterio. A través de juicios y tribulaciones, Sylvia se ve obligada a adaptarse a su nuevo entorno, aprendiendo las enseñanzas de Olpao y descubriendo paralelismos sorprendentes con su vida pasada. Mientras se sumerge en las profundidades de la fe y la política del monasterio, Sylvia descubre una profecía sobre los "Viajeros de Mundos", seres con el poder de alterar el destino de su mundo. Con esta nueva comprensión, se encuentra en el centro de una lucha por el poder, donde las alianzas son tan volátiles como las verdades que busca. Enredada en una red de manipulación y engaño, Sylvia debe discernir amigos de enemigos, especialmente cuando Günter, un templario con oscuros motivos, la arrastra hacia una trama de intrigas. Con cada capítulo, la tensión se intensifica, y Sylvia se encuentra en una carrera contra el tiempo y las sombras que buscan usarla como peón en un juego peligroso. "El Despertar de Sylvia" es una historia de transformación, descubrimiento y la lucha por la autenticidad en un mundo donde las apariencias pueden ser tan engañosas como la magia que lo impregna.

Shandor_Moon · Fantasía
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48 Chs

41. Sombras del Pasado, luchas del Presente

En el comedor se encontraban Keira, Morwen, Sigfried y Seraphina, deliberando sobre el mejor curso de acción para proceder con las resurrecciones y las medidas a implementar, mientras esperaban pacientes la llegada de Sylvia. La gran mesa estaba cubierta de mapas antiguos y pergaminos, y la luz de las lámparas de aceite proyectaba sombras danzantes en las paredes de piedra, creando un ambiente solemne y lleno de expectativa.

Keira, con su porte imponente, observaba a Sigfried. Sus ojos reflejaban la sabiduría acumulada a lo largo de los siglos, pero también una sombra de dolor, resabio de los horrores del pasado. Morwen, a su lado, mantenía una expresión serena pero atenta, lista para cualquier detalle que pudiera surgir en la conversación. Seraphina, con su semblante maternal, escuchaba con calma, consciente de la carga emocional que esta reunión implicaba para Keira.

—Sigfried, ¿cuál es tu valoración del estado de las defensas y la necesidad de contar con más guerreras? —preguntó Keira, su voz firme y clara, aunque con una leve inflexión de ansiedad, esperando ver la competencia del sacerdote de la diosa Tasares.

Sigfried asintió, reuniendo sus pensamientos antes de responder. Era consciente de la importancia de sus palabras en ese momento crucial.

—Mi señora, no entiendo cómo pudieron conquistar esta isla y masacraros. Las murallas no están en su mejor estado, pero debieron ser imponentes en su momento. Solo identifico dos vulnerabilidades en la defensa: el puente y el puerto. Incluso con las murallas intactas, el número de defensores necesarios para proteger estas dos entradas es relativamente bajo. Con treinta o cuarenta arqueros posicionados en las murallas en cada punto crítico, el acceso al patio y luego al monasterio sería extremadamente difícil. ¿Cómo se produjo el ataque?

El análisis de Sigfried coincidía con el realizado por la propia general en tiempo de Keira. La estrategia era sólida, y su tono profesional mostraba respeto y comprensión por la historia que estaban a punto de escuchar.

Keira tomó un profundo respiro, sus ojos se oscurecieron momentáneamente con el peso de los recuerdos. Con voz serena y controlando sus emociones, empezó a relatar la historia, sus palabras imbuyendo la sala de una gravedad palpable.

—Se produjo un ataque nocturno por el sector norte. Mi general, que empleaba una táctica parecida a la tuya, solía designar solo dos patrullas para la noche, una en la entrada del puente y otra en la puerta del puerto. Es un misterio cómo obtuvieron esa información, ya que durante el día el patio estaba custodiado y varias patrullas realizaban rondas constantes por las almenas.

Los oyentes, atrapados por la narración, mantenían un silencio respetuoso. Sigfried fruncía el ceño, imaginando las tácticas empleadas. Seraphina cruzaba sus manos, intentando ofrecer apoyo moral a través de su presencia, mientras Morwen observaba a Keira con una mezcla de admiración y tristeza.

—Los atacantes se acercaron en barcas bajo el amparo de la oscuridad —continuó Keira, su voz firme pero teñida de dolor—. Arrojaron ganchos y escalaron las murallas. No sé cuántos eran, pero lograron alcanzar la puerta del puente y la del puerto. Allí, asesinaron a las patrullas sin que pudieran dar la alarma. Luego, abrieron ambas puertas y el ejército invadió por ellas, sorprendiéndonos a casi todas dormidas. Puedes imaginar lo que sucedió después.

La voz de Keira le falló en la última frase, recordando la terrible masacre posterior. Cerró los ojos un momento, reuniendo fuerzas para continuar. Los oyentes sintieron un nudo en la garganta, compartiendo la angustia de la líder. Seraphina colocó una mano reconfortante sobre el brazo de Keira, transmitiéndole apoyo sin necesidad de palabras.

Morwen rompió el silencio que siguió, su voz suave pero firme:

—Lo que Keira describe fue una traición en la oscuridad, una brutalidad que ninguna de nosotras esperaba. Pero ahora, debemos aprender de ese pasado para asegurar nuestro futuro. Sigfried, tus evaluaciones serán cruciales para fortalecer nuestras defensas y prevenir otra tragedia.

Sigfried asintió solemnemente, comprendiendo la profundidad de la responsabilidad que recaía sobre sus hombros.

El ambiente en la sala era denso, cargado de emoción y determinación. Cada miembro presente sabía que el camino hacia adelante estaría marcado por el recuerdo del pasado, pero también por la esperanza de un futuro más seguro y fortalecido. La llegada de Sylvia sería otro paso en ese camino, una chispa de luz en medio de las sombras que aún rondaban el monasterio.

—Afortunadamente, los soldados no salieron de la isla, por lo cual no se ha corrido el rumor de cómo fue el asalto —meditó Sigfried, pensando en cómo poder prevenir esa eventualidad—. Por el momento, contando con Harry y Sylvia, hay seis elfos. Sé de la importancia de Aurthil, Harry y sobre todo Sylvia, pero la visión de ellos en la oscuridad puede ser vital. Al menos debería establecer tres patrullas. Las dos sugeridas y otra patrullando el perímetro de la muralla. ¿Tenías más elfas en tu época?

—Sí, había unas cuantas distribuidas entre guerreras, hechiceras y sanadoras de distinto nivel. Con tu pregunta entiendo que sugieres reforzar la seguridad —respondió Keira.

—No, ahora mismo no considero prioritario más guerreras. Necesitamos hechiceras. Nosotros traíamos provisiones para pasar todo el invierno, por lo cual deberían durarnos al menos un mes esas provisiones. Si Sylvia puede resucitar dos al día, eso nos daría sesenta miembros más. A ese número hay que alojarlos y darles facilidades para su entrenamiento espiritual y físico. Si en vuestra época os entrenabais como ahora, hasta las hechiceras y sanadoras son capaces de luchar como un guerrero medio.

—¿Pero al ritmo que llevan los tres no estará todo reconstruido en una semana? —intervino Seraphina—. Considero importante comenzar a recuperar las tierras de cultivo de la isla, para en cuanto llegue la primavera empezar a darle rendimiento.

—Desgraciadamente, la magia no funciona tan fácil —desmoralizó Morwen a Seraphina—. Según me contó Lyanna anoche, tras la reconstrucción del puente, al menos debe repasarse cada dos días lo realizado hasta al menos diez pasadas, antes de estar reparado para cientos de años.

—Entonces parece claro, una hechicera elfa, aunque a Sylvia no le va a hacer gracia —contestó Keira.

Sylvia estaba entrando en ese momento por la puerta, justo para escuchar con su fino oído las últimas palabras de Keira.

—¿Qué no me va a hacer gracia?

—Hemos decidido que las siguientes en resucitar serán varias elfas hechiceras. El problema es que ya viste cómo se emplearon con las elfas. Lo de Aurthil solo fue una muestra —contestó apesadumbrada Keira.

—Tarde o temprano voy a tener que resucitar a todas. Da igual el orden en el cual vea ese horror —dijo Sylvia, con determinación en su voz, aunque sus ojos mostraban el pesar por lo que estaba por venir.

+++++++++

Harry, Lyanna y Aurthil miraban una escalera derruida que ascendía por encima de las habitaciones habilitadas el día anterior. El aire estaba cargado de polvo y la luz del sol, entrando por las ventanas rotas, iluminaba las partículas suspendidas, dándoles un brillo casi mágico.

—¿Seguro que es mejor empezar con la segunda planta a terminar con la primera? —preguntó Lyanna a Aurthil, insegura.

—Las habitaciones de la planta baja estaban desocupadas, eran las más pequeñas e incómodas. Considero que debemos dar un mejor alojamiento a todas —respondió Aurthil, mirando la inestable escalera mientras pensaba en su propia habitación. Había improvisado un vestido con una sábana, pero deseaba poder ponerse ropa adecuada y dejar de andar descalza—. ¿Podemos al menos estabilizarla para poder acceder a ellas? Desearía llegar hasta mi habitación.

Harry se fijó en la vestimenta de Aurthil y asintió.

—¿Está muy lejos de la escalera?

Lyanna negó con la cabeza.

—El problema no es qué tan lejos esté. El problema es que la segunda planta se asienta sobre la primera. Sin unos cimientos fuertes sobre los cuales descargar la estructura, el peso extra de las plantas superiores podría hacer caer la primera. ¿No teníais un almacén con ropa para sustituir las prendas viejas?

Aurthil asintió.

—Junto al puerto, pero del lado norte de la muralla. El problema es que ese edificio se apoya en la muralla y habría que dejar ese trozo de muralla arreglado, sin posibilidad de arreglar más habitaciones hoy.

—Pues nos dedicaremos a esa parte. No podemos pensar solamente en nuestro beneficio, resucitarán más hermanas en los próximos días. Aunque tu habitación sea de las más cercanas, habrá que proporcionar ropa y calzado al resto de hermanas —argumentó Lyanna.

Aurthil desistió de seguir insistiendo; le tenía cariño a su antigua habitación, pero Lyanna tenía razón. Harry miraba de forma alternada a Lyanna y Aurthil, esperando una decisión.

—De acuerdo, vayamos hacia el puerto.

Cuando salían del monasterio camino de la muralla sur, pasaron por el macabro espectáculo de los cuerpos tapados con sábanas de las hermanas muertas y los soldados dispuestos para el sacrificio. Los espectros de las hermanas deambulaban principalmente por el patio, muchos de ellos mirando algún cuerpo cubierto con una sábana.

—¿Te acuerdas de cuando eras un espectro? —preguntó Harry con genuina curiosidad.

—Realmente no mucho —comenzó a recordar Aurthil—. Hay algunos recuerdos frágiles. Recuerdo el ensañamiento con mi cuerpo, pero no sé si en ese momento aún tenía un hilo pequeño de vida —los ojos de Aurthil se llenaron de lágrimas mientras continuaba—. Después, una gran desesperanza y un vagar por una niebla verde, similar a la que envuelve toda la isla pero más intensa.

—¿Qué te hicieron? ¿Hasta dónde recuerdas de ese ensañamiento? —trató de continuar Harry, absorto en la historia.

—¡Harry! ¡No hagas revivir el sufrimiento a Aurthil! Ella te ha dicho que es como si hubiera ocurrido ayer. Déjala recuperarse —le regañó Lyanna, muy enfadada, antes de añadir, dirigiéndose a Aurthil—: Siento la falta de tacto de mi discípulo.

—Tranquila, es joven. Comprendo perfectamente su curiosidad —quitó importancia al asunto Aurthil—. Harry, no veo necesidad de entrar en detalles, pero puedo decirte que fue una salvajada sin escrúpulo y muy dolorosa. Ojalá no lo sufras ni presencies nunca.

Harry asintió, decidido a dejar a Aurthil sin pasar por el sufrimiento de recordar los detalles de su muerte. Con esta conversación, llegaron hasta la puerta del puerto. Esta puerta, aunque derruida, daba la impresión de ser igual de espectacular que la puerta del puente.

—¿Cuál es el edificio de almacén de ropa? —inquirió Lyanna, mirando las distintas ruinas del otro lado de la muralla.

—Es de este lado de la muralla. En concreto son aquellos —señaló hacia unos escombros cubiertos de hiedra.

—Está claro que no fue construido con el mismo cariño y dedicación —comentó Lyanna. El resto de edificaciones, aunque en ruina, mantenían partes en pie, pero en este caso, solo había escombros.

—Seguramente se haya hundido. Ese almacén tenía dos sótanos excavados en la roca madre de la isla. Que no haya un agujero en el suelo denota su resistencia. Seguramente el suelo del primer sótano no haya cedido y toda la mercancía y los cascotes de la primera planta hayan llenado el agujero —explicó Aurthil.

Harry, Lyanna y Aurthil se detuvieron ante los escombros, evaluando el alcance del trabajo necesario para levantar el edificio y reparar el tramo de la muralla.

—Primero necesitamos despejar la zona de escombros para poder evaluar los daños y determinar cuánto de la estructura original podemos salvar —dijo Lyanna, mirando a Harry y Aurthil.

Harry asintió y comenzó a mover algunos de los escombros más pequeños, mientras Aurthil se concentraba, extendiendo sus manos hacia las rocas y restos más grandes. Con un susurro de palabras arcanas, las piedras comenzaron a levantarse lentamente en el aire, moviéndose a un lado para despejar el área.

—Es impresionante ver cómo la magia puede facilitar el trabajo —comentó Harry, sudando por el esfuerzo físico mientras movía los escombros restantes.

—Sí, pero debemos ser cuidadosos. La magia puede ser poderosa, pero también puede ser peligrosa si no se maneja correctamente —respondió Lyanna, observando atentamente a Aurthil.

Después de unos minutos de trabajo intenso, el suelo del primer sótano comenzó a quedar visible. Era evidente que había resistido el colapso de la estructura superior, manteniendo la mercancía relativamente intacta.

—Bien, el primer paso está hecho —dijo Lyanna, limpiándose el sudor de la frente—. Ahora debemos asegurarnos de que la muralla que soporta este lado esté suficientemente reforzada antes de proceder a levantar el edificio.

Aurthil, aún concentrada en su tarea, dirigió su atención a la muralla adyacente. Las piedras que la componían estaban agrietadas y algunas se habían desprendido. Extendiendo sus manos una vez más, comenzó a invocar un hechizo de restauración, susurrando palabras antiguas mientras la energía mágica fluía desde sus dedos hacia la estructura de piedra.

—Harry, necesito que prepares un anclaje en la base de la muralla para que podamos reforzarla desde abajo —dijo Lyanna, mientras observaba cómo la magia de Aurthil comenzaba a cerrar las grietas en la muralla.

Harry asintió y se puso a trabajar, usando herramientas y magia combinadas para crear un soporte sólido en la base de la muralla. El trabajo era arduo y requería precisión, pero con la guía de Lyanna y la magia de Aurthil, poco a poco, la muralla comenzó a recuperar su antigua fortaleza.

—Está funcionando —dijo Harry, con una mezcla de alivio y admiración mientras veía cómo las grietas se sellaban y las piedras volvían a su lugar.

—Ahora es nuestro turno de unir fuerzas —dijo Lyanna, posicionándose junto a Aurthil y extendiendo sus manos hacia la muralla. La magia de ambas hechiceras se entrelazó, formando un resplandor brillante que cubrió las piedras y las restauró a su estado original.

Durante un largo rato, los tres trabajaron incansablemente, recitando conjuros y dirigiendo la energía mágica hacia la reconstrucción del edificio y la muralla. Cada piedra, cada grano de arena, parecía encontrar su lugar exacto, como si el tiempo retrocediera y devolviera la estructura a su antigua gloria. La concentración y el esfuerzo comenzaron a pasarles factura, y se tomaron breves descansos para recuperar fuerzas.

Durante uno de estos descansos, Harry observó a Aurthil y Lyanna, ambas visiblemente agotadas pero decididas a continuar.

—Esto es más difícil de lo que parece —comentó Harry, pasando una mano por su frente sudorosa.

Aurthil asintió, respirando profundamente.

—Sí, pero es necesario. Este almacén contiene recursos vitales para nuestra comunidad. No podemos permitirnos dejarlo en ruinas.

Lyanna miró a los dos jóvenes con orgullo.

—Estamos haciendo un buen trabajo. Pero debemos seguir adelante. Una vez que terminemos el exterior, aseguraremos el interior y descenderemos hasta el segundo sótano.

Con renovada determinación, los tres regresaron a su tarea. Poco a poco, el edificio comenzó a tomar forma. Los muros se elevaron, las piedras encajaron perfectamente y las hiedras que cubrían los escombros se desvanecieron, reemplazadas por la solidez de una estructura restaurada.

Finalmente, con el exterior del almacén completamente restaurado, los tres se detuvieron para admirar su trabajo. El edificio se alzaba imponente, sus muros firmes y su estructura robusta.

—Buen trabajo, todos. Ahora, vamos a asegurarnos de que el interior sea tan seguro como el exterior —dijo Lyanna, su voz firme a pesar del cansancio evidente.

En ese momento llegó hasta ellos una elfa envuelta con una sábana ensangrentada. Su cabello rubio caía en mechones desordenados y sus ojos verdes brillaban con una mezcla de alivio y confusión.

—Hola, Aurthil. Me envía la gran maestre a ayudar en la reconstrucción.

Aurthil la saludó con un abrazo antes de dirigirse a Harry y Lyanna.

—Os presento a Calienalda, éramos originarias de la misma ciudad. Es miembro de nuestra hermandad y una buena hechicera.

—Un placer, Calienalda. Mi nombre es Lyanna, sacerdotisa de Veltara, y este es mi discípulo Harry. Me alegra tu resurrección. Necesitamos cuantas más manos mejor.

Con cuidado, abrieron la entrada del almacén y Harry conjuró una luz brillante para iluminar su camino. Descendieron al primer sótano, donde las estanterías llenas de ropa y calzado se mantenían en buen estado gracias a la solidez de la estructura.

—Aquí está todo intacto. Es un alivio ver que nuestros esfuerzos han valido la pena —comentó Aurthil, sonriendo a sus compañeros.

Tanto Aurthil como Calienalda aprovecharon el momento para ponerse una túnica y unas botas más adecuadas que las sábanas manchadas de sangre.

Continuaron su descenso hasta el segundo sótano. La bodega estaba oscura y fresca, con barriles de vino y otros suministros almacenados meticulosamente. Lyanna inspeccionó las vigas que soportaban el techo, asegurándose de que estuvieran en buen estado.

—Todo parece estar en orden aquí abajo. Pero reforzaremos las vigas para asegurarnos de que no haya colapsos en el futuro —dijo Lyanna, concentrándose una vez más en su magia.

Harry y Aurthil unieron sus fuerzas a las de Lyanna, y juntos, reforzaron las estructuras del segundo sótano. Un poco más tarde se les unió Calienalda, quien observó primero para aprender la magia usada por los tres. La luz mágica iluminaba las paredes de piedra mientras los conjuros fluían, reparando cualquier imperfección y asegurando la estabilidad de la bodega.

Después de varias horas más de trabajo intenso, los tres se retiraron del sótano, satisfechos con lo que habían logrado.

—Hemos hecho un buen trabajo hoy. Este almacén será de gran utilidad para todos nosotros —dijo Lyanna, con una sonrisa cansada.

Aurthil asintió.

—Sí, y esto es solo el comienzo. Tenemos mucho más por hacer, pero cada paso nos acerca a nuestro objetivo.

Harry, sintiendo una renovada determinación, miró a sus compañeras con respeto y gratitud.

—Vamos a devolver a este lugar su antigua gloria. Juntos, podemos hacerlo.

El grupo, satisfecho con su progreso, salió del almacén, listos para enfrentar la siguiente tarea de reconstrucción.