—Una mueca frunció la impecable frente de Rebeca al replicar: No he venido hasta aquí para soportar esta tontería —con determinación en sus labios rubíes, giró sobre su tacón, lista para salir tormentosamente del lugar insoportable.
—Pero su movimiento fue frustrado cuando la mano de Esther se disparó, su agarre firme en la muñeca de Rebeca, jalándola de vuelta: No te vas mientras hablo —ordenó, su voz resonando en la inmensa cámara, el tono severo no admitía argumentos.
—Rebeca soltó una carcajada, su mirada desafiante: Solo porque seas mi hermana mayor, no significa que puedas dictar lo que puedo o no puedo hacer. Ya no. Soy más fuerte y no tengo que responderte —respondió con dureza, su barbilla en alto en un acto de orgullo audaz.
—El rostro de Esther permaneció una máscara de compostura gélida: La fuerza no importa cuando se trata de los asuntos de nuestra casa —contrarrestó, y luego soltó un nombre que hizo que Rebeca se tensara: ¿Realmente quieres que se involucre Thorin?
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