—Lamento haber llegado tarde —habló Asher, su voz cargada de emociones no expresadas, sus ojos un espejo del dolor y el arrepentimiento que se agitaban dentro de él.
—Cogió con ternura el rostro de Rowena, deseando poder aliviar su dolor con su toque.
—Rowena, su espíritu aún ardiente a pesar de las pruebas, negó suavemente con la cabeza mientras sostenía su mano —Debería ser yo la que se disculpe por no haber ido a tu encuentro antes. Pensé que podría contener a los draconianos si preparaba el pequeño contingente que pude para asegurarte un regreso seguro a casa.
—Un suspiro pesado escapó de los labios de Asher al desviar la mirada hacia los caídos soldados de su reino, cada uno un guardián silencioso que había entregado su vida por él.
—Mil almas, ahora parte de la Tierra quemada, su sacrificio haciendo su corazón pesado y su sangre hirviendo al pensar cómo los draconianos los mataron a todos.
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