—Madre, realmente la asustaste. De ahora en adelante, Silvia quiere que te quedes con ella siempre que se encuentre con Sabina —Silvia lamentó no haberle pedido a su madre que la acompañara siempre que se encontraba con Sabina, aunque no era como si alguna vez hubiese tenido tal oportunidad.
—No hay necesidad de eso. Sabina puede ser un poco brusca cuando quiere jugar contigo, pero como la joven dama de nuestra Casa, tienes que aprender a manejarla por ti misma. Eres más fuerte de lo que piensas. Nunca cedas a tus miedos. Cuanto más muestres miedo, más débil parecerás y parecerás una presa para los abusones —Naida, alta y serena, soltó una risa suave ante las palabras de su hija. Se giró y acarició afectuosamente la cabeza de Silvia, su voz calmante pero firme.
—¿Silvia parece débil? ¿Es por eso que él eligió a Sabina? —juntó sus labios, su voz pequeña mientras miraba hacia abajo.
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