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CAPÍTULO 30

DHRENT

Varias horas antes…

Estoy de los putos nervios.

Mis manos tiemblan mientras me meto en mi ajustada ropa negra; la que me ha acompañado durante todos estos meses, junto a mi capucha.

Intento obligarme a mí mismo a respirar con normalidad; nada puede salir mal hoy. Me he asegurado de eso durante más meses de los que quiero contar.

Cuando consigo terminar de vestirme, cojo mi máscara encima de la cómoda y la guardo en el bolsillo de mi chaqueta negra. 

He quedado con Alice en el Ginger, como de costumbre. Ese ha sido el lugar de reunión estos meses. 

Alice me dijo que le gusta el ambiente ahí, que le permite relajarse. Pero sé que es mentira. No me extrañaría que se haya vuelto adicta a la cafeína; de hecho, creo que ya ni siquiera tiene sangre, sino café corriendo por sus venas.

Tomo el camino de siempre hasta que veo el letrero de la cafetería enfrente de mis ojos.

Hoy la cafetería está más llena que de costumbre, pero aún así, logro distinguir a Alice en el mismo lugar de siempre. Justo en la mesa al lado de la ventana.

Abro la puerta de cristal de la cafetería, saludo al Gerente Josh y a las camareras que hay y veo como Alice suelta un suspiro largo una vez sabe que estoy detrás.

—¿Tienes noticias? —me pregunta, antes de que tenga oportunidad de sentarme.

—Sí.

Me siento enfrente de ella y me quito la capucha.

—¿Y bien? —indaga, con cierta impaciencia.

—Hoy es el día, Alice —le informo y veo como su cara se vuelve presa del pánico—. Pero no te preocupes, está todo controlado.

—¿Estás seguro?

Alice siempre se ha preocupado mucho por esos niños; al igual que su marido, Nick, un detective por cuenta propia que se ha dedicado estos últimos años a investigar sobre las desapariciones.

Pero creo que sobra decir que, lo que realmente quieren, es volver a ver a su hija, sana y salvo, de nuevo.

—Sí.

Ella toma una gran bocanada de aire y asiente, dejando salir todo.

—¿Y mi hija? —pregunta.

Estaba tardando mucho en preguntar.

—Ella está bien —digo, apoyando los codos sobre la mesa—. Pero Alice, realmente lo ha pasado mal.

El rostro de Alice se envuelve de dolor, y la entiendo. Pero también entiendo a Nellie.

Le han borrado todos los recuerdos y le han dejado migas de una vida que no es suya.

Porque no, ella no fue secuestrada y no, su madre tampoco está muerta.

Pero así la hizo creer Aaron.

Y cuando me enteré, sentí como mi alma se partía en dos pedazos. No me imagino todo el dolor que ha tenido que pasar Nellie durante todo este tiempo. Sometiéndose a unos experimentos de dos personas completamente idas de la cabeza mientras creía que le habían arrebatado una vida perfecta.

Cuando, lo más triste de todo, es que Nellie no fue secuestrada en su cumpleaños número diecinueve, sino que ella ya había pisado el Centro Zyrom antes que todos; cuando tenía tan solo ocho años. 

—Y no sabes cuánto me duele —dice Alice, con la voz rota—. Estoy haciendo todo lo posible por traerla de vuelta.

—Se hará raro para ella —le digo—. Lleva desde los ocho años sin verte… Aunque bueno, ella piensa que solo ha pasado un año.

—Hasta que recupere los recuerdos… ¿no?

Asiento con pesar.

—Casi que le hicieron un favor borrándole todos los recuerdos —comento—. Tener que acordarse de todo eso ahora… puede ser contradictorio.

—La verdad es que sí —susurra Alice, apoyando su barbilla sobre una de sus manos—. Pero no puede vivir con la verdad a medias. Es desagradable. 

—Lo sé. Pero bueno, al menos ahora podrá estar contigo y con Nick.

—¿Crees que… ahora la relación con Nick sea diferente? —indaga ella, con cierta preocupación.

—No lo creo. Nellie detesta a Aaron hasta la médula —digo, esbozando una leve sonrisa—. Podréis volver a ser una familia feliz.

—¿Tú crees?

—Sí. Aunque te recomiendo llevarla a un médico de verdad —le sugiero, mirándole a la cara—. Está atravesando algo difícil, relacionado con su TEI. 

—Joder…

—Por cierto, como dato curioso… Aaron hizo creer a Nellie que el TEI que tiene es genético.

Alice alza una ceja, incrédula.

—¿Cómo?

—Sí, bueno… Que lo ha heredado de ti.

—¿De mí? —repite, señalándose a ella misma.

La verdad es que es bastante gracioso porque, vosotros tampoco conocéis a Alice, pero es la persona más buena de todo este planeta.

Que ella se enfade por algo, es como un evento astrológico que solo pasa cada nosecuantos años. De verdad. Es un trozo de pan.

—Sí, vas a tener que tener una larga y tendida charla con ella para aclarar qué es verdad o no, porque ahora mismo la cabeza de Nellie es como una batidora.

—Ya… ¿Y qué hay sobre la policía? —pregunta, cambiando de tema.

—Tengo muchas cosas sobre ellos; sé sus próximos movimientos, qué es lo que planean hacer, etc. Podría trazar un mapa con el recorrido.

—Por favor… —dice, casi suplicando—. ¿Y Marco? ¿Qué hay de él?

—Marco es el hijo del Jefe de la Policía, el agente Fiore. 

—¿Qué sabes de él? 

—Él se unió al Centro junto a los niños que empezaron a desaparecer el año pasado, pero de manera voluntaria. Tu hermana tiene un documento con información detallada sobre él. 

—¿Crees que pueda interferir?

Me quedo sopesando sus palabras.

¿Lo creo? No, estoy casi seguro de que lo hará. Si todo es como está planteado en mi cabeza, pronto se revelará en qué posición ha estado todo este tiempo.

—Seguramente. Lo lleva haciendo todo este tiempo —digo, mirándola a los ojos—. Algo que me hizo dudar sobre él es cuando tuvieron una charla en mitad del lago, en una veleta. 

Lo peor de todo, es que en ese momento miró hacia dónde estaba y tuve que moverme corriendo para evitar que me viera. Como si sintiera mi presencia de alguna manera.

—Él no ha sido sometido a ninguna dosis, por lo que tiene los recuerdos intactos, aunque en el informe figura que sí, como todos y cada uno de los pacientes que hay —comienzo a hablar—. Pero la conversación que tuvieron fue sobre los recuerdos. Le dijo a Nellie que no conseguía acordarse de la mayor parte de su vida antes de llegar al centro. 

Pero mentía. 

—Además, siempre ha querido poner a Nellie en contra de Zane —añado—. Al principio pensé que serían meros celos, pero cuando descubrí todo lo que estaba tramando junto a la policía, entendí que solo estaba jugando con ella.

—¿Hay alguien que se salve de ahí y no haya estado jugando con mi hija? —pregunta, con cierta molestia.

—Sí, claro. Zane. Y es gracioso, porque es la persona de la que más ha dudado siempre. Todo su círculo de ''amigos'' han sido simples marionetas de Aaron.

Alice chasquea la lengua, enfadada.

—Se la han jugado a Nellie y Zane varias veces. Pero, por desgracia para ellos, Zane es mucho más inteligente. 

—¿A qué te refieres? —indaga, curiosa. 

—Porque la mayoría de las veces en las que Zane parece haber caído en las trampas de Aaron, solamente estaba probando el terreno.

Alice alza una ceja, ligeramente confundida.

—Él siempre ha sabido que había algo muy oscuro detrás de unos simples pacientes descerebrados. Y, también sabía, que uno de sus amigos les estaba traicionando. 

—¿Y cómo? 

—Pues porque Aaron no es vidente. Por mucho que se tire flores diciendo que sabe todo, no es así. ¿Cómo encontraron el cuerpo de la enfermera enterrado en el bosque? Porque alguien les delató.

» ¿Por qué Aaron se presentó en los túneles cuando estaban a punto de escapar? Porque alguien les delató. Es obvio. Lo que no era tan obvio era quién. 

Hago una breve pausa y no puedo evitar sonreír con cierta diversión.

—Pero, he de admitir, y seguro que Zane está de acuerdo conmigo, que cuando Nellie ''salvó la vida'' de Yaritza y ella empezó a juntarse con ellos, cubrió las sospechas que Zane pudiera tener. Sobre todo cuando pasó lo de los túneles… Me apuesto lo que sea a que todos los dedos señalaban a Yaritza.

Alice asiente, sorprendida.

—Pero como te digo, Zane siempre ha sido más listo que todos —sonrío. 

—¿Y la tal Yaritza? ¿Qué pinta todo esto?

—Pues, aparte de ser una persona que apareció para encubrir quién era el que realmente estaba delantandolos, no tengo muy claro cuál es su bando. Aunque supongo que lo descubriremos dentro de poco.

—Entiendo… Por cierto, nunca me contaste cómo lograste escapar del centro y por qué no te afectó la dosis —frunce el ceño.

Yo me encojo de hombros.

—Eso es otra historia completamente diferente, Alice —esbozo una leve sonrisa—. Estamos aquí para salvar a tu hija y al resto de las garras de esos hijos de puta.

Ella resopla y asiente.

—¿Cuánto tiempo nos queda? —indaga.

—Pues… No es exacto, pero debería de estar allí en un par de horas —digo, mirando fijamente el reloj de mi muñeca, el que tapa justo mi tatuaje.

Estúpida mariposa.

—Rebecca debería de estar entregando los antídotos, tal y cómo planeamos —añado.

—Y la pregunta final… ¿cómo crees que va a salir todo esto? 

De todas las preguntas, es la única que no puedo responder con certeza. Y me da mucha rabia, tanta que siento un nudo en mi estómago apretándose más y más.

Siempre me he acostumbrado a tener todo bajo control; a conocer todos y cada uno de los detalles de todo lo que me rodea, porque sí, quizá sea un poco maníaco, pero es lo único que me asegura estar fuera de peligro y que la gente que me importa también lo esté. 

Lo único que puedo agradecer a Aaron por todo, es por la capacidad que me ha otorgado de observar todo con un ojo crítico. Nada se me escapa… o al menos hasta ahora.

—Es la recta final… Es la más difícil y, sinceramente, puede salir mal —admito, y me duele, pero siempre he sido sincero con ella—. Pero haré todo lo posible para que salga bien.

—Lo sé… Siempre lo has hecho —me sonríe levemente—. Gracias por todo, Dhrent. 

—No hay de qué, Alice —respondo con prontitud—. No dejaría por nada del mundo que todas esas personas sufran lo mismo que sufrí yo. 

Y lo que ha sufrido Zane. O Nellie. O Nora.

«Nora».

Pronunciar su nombre, después de todo, todavía se me hace doloroso. 

Y recordar que tuvimos la oportunidad de escapar juntos pero… por cosas del destino, yo sí lo logré, pero ella no…

—Nora, he encontrado la forma de salir de aquí —le digo, con la ilusión burbujeando en mis venas.

Ella me mira sorprendida, con los ojos bien abiertos.

Otra vez me he colado en su habitación, pero ni ella se sorprende ni se molesta. Después de todo, nos hemos vuelto más cercanos que nunca.

—Si te pillan aquí, te van a castigar —dice ella, sin disimular el la preocupación.

—Sabes que nunca me pillan, Nora —respondo, dejando que la arrogancia me bañe por unos segundos.

Ella suelta una risotada y asiente.

—Es verdad —sonríe—. ¿Y qué estás planeando?

—Pues escapar.

—Ya… pero ¿cómo? Todas las entradas están vigiladas.

—Sí, todas… menos una.

Sus ojos chispean con curiosidad.

—¿Cuál?

—El laboratorio tiene una salida de emergencia —empiezo a hablar—. Está detrás de una de las máquinas que usan para filtrar la sangre de Nellie.

Nellie… Pobre. 

Tiene la cabeza llena de mentiras.

Pero me he hecho la promesa a mí mismo de, un día, sacarla de aquí.

Aunque ese día no sea hoy.

—¿Y cómo lo has averiguado? 

—Ya sabes que soy un alma inquieta —sonrío—. He estado investigando. 

—Joder… Tienes que tener cuidado, Dhrent, si un día te pillaran…

—No pasaría nada —me encojo de hombros—. Me someterían a una dosis que no funciona, como siempre.

—Ya pero, ¿cuándo descubran que las dosis no funcionan contigo? 

—Yo ya no estaré aquí —le aseguro.

Ella esboza una sonrisa triste, porque sabe perfectamente que ese no es el destino que nos espera si no logramos dar los resultados que ellos esperan. 

«Dosis letal».

Lo he leído en el Diario de Kaín. 

Toda la información para dar la vuelta a la tortilla está en ese diario. Y lo tengo justo entre mis manos.

—Pero bueno, ¿quieres oír el plan?

Ella asiente levemente y yo le cuento exactamente lo que vamos a hacer.

El resto de mis recuerdos, he preferido aislarlos, por mi salud mental. Pero el final es obvio: yo logré escaparme y ella no lo logró. 

Y enterarme de que Dom la asesinó de una manera tan brutal… Me hierve la sangre. Pero ni siquiera puedo culparle, porque sé que estaba bajo los efectos de una puta dosis.

Así que sí, toda la culpa se la echo a Aaron y, en cuanto tenga la oportunidad delante de mis ojos, la aprovecharé.

Le enseñaré lo que es sufrir de verdad.

Actualidad…

He apartado a Nellie del resto.

Estamos en el despacho de Aaron.

Zane y el resto están vigilando a Alec y su panda de desordenados mentales. El Jefe de la policía sigue con ellos, aunque está ocupado llorando la muerte de su pobre hijo.

Que se joda.

La satisfacción recorrió cada puto rincón de mi ser cuando la bala le atravesó la cabeza. 

Y la cara de pánico de Aaron sabiendo que acababa de tirar del tablero una de sus piezas, casi se volvió excitante.

Nellie me mira con los ojos bien abiertos mientras cierro las puertas del despacho.

—¿Estás bien? —me atrevo a preguntar, aunque su mirada lo dice todo.

—Sí, pero tengo que asimilar… todo esto —murmura y yo asiento.

—Tendrás tiempo, pero no ahora —pongo mis manos sobre sus hombros—. Ahora tienes que aprovechar para irte.

Sus ojos se abren en sorpresa, alzando una ceja.

—¿Qué?

—Hay una salida en el laboratorio —empiezo a hablar—. Justo detrás de una…

—No me voy a ir, Dhrent.

La confusión me golpea de repente.

—¿A qué te refieres?

—O sea, no me voy a ir sola de aquí —repite, con la misma firmeza que antes.

—Tienes que irte ahora que puedes, Nellie.

—No pienso dejaros atrás —insiste.

—Tu madre está esperando a que salgas de aquí, y ahora es el momento —replico.

Pero ella no cede.

—No. Si me voy de aquí, será con todos vosotros a mi lado —replica, apartándose ligeramente—. Al igual que entré.

Vale, esto no formaba parte del plan.

—Nellie, escúchame… Yo me aseguraré de que todo el mundo se vaya, pero tú tienes que irte ahora.

—Dhrent, no insistas, por favor. 

Mierda, mierda.

—No sabemos si habrá otra oportunidad, Nellie.

—Si hay una oportunidad, será una que tengamos todos —declara—. No me voy a ir sin vosotros.

Me llevo las manos a la cabeza.

La duda empieza a sembrarse en mi mente y, por un momento, siento esa ansiedad de cuando las cosas se escapan de mi control.

—Nosotros saldremos después, una vez nos encarguemos que la policía arreste a Aaron y al resto.

—Entonces me quedo a encargarme también.

—Nellie…

—Dhrent, por favor… No podría soportar el hecho de salir de aquí sabiendo que os estoy dejando atrás… Cuando habéis hecho todo lo posible por salvarme —replica—. Déjame ser quién os salve también.

Me quedo en silencio, mirando a Nellie con una mezcla de frustración y admiración por igual. 

Sé que Alice me matará, pero…

Asiento con la cabeza.

—Está bien —digo, con voz ronca—. Pero si te quedas, haces exactamente lo que yo diga. No hay margen para errores, ¿entendido?

Nellie asiente con determinación, y puedo ver la valentía en sus ojos. Es la misma mirada que tenía cuando se enfrentó a Alec por primera vez, la misma que mostró cuando decidió confiar en todos los planes de Zane; cuando decidió confiar en mí, a pesar de ser un simple enmascarado sabelotodo.

—Entendido —responde ella.

Me giro hacia la puerta.

—Vamos a hacer esto juntos —dice Nellie, y por primera vez en mucho tiempo, creo que siente que tal vez, solo tal vez, podrían tener una oportunidad de salir de esto con vida.

Pongo la mano en el pomo en la puerta y la abro, pero entonces…

—¿Ibais a algún lado? —indaga una chica pelirroja, esbozando una sonrisa maquiavélica.

Mierda.

Y es lo único que dice antes de dispararme en la pierna, haciendo que me atraviese una nube de dolor que arde. No puedo evitar doblar las rodillas y caer al suelo, poniéndome la mano sobre la pierna.

—Ahora, me vais a hacer caso —declara.