¡Mi papá es tan guapo!

—Mi papá trabaja fuera de la ciudad.

—Sí, Papá nos quiere mucho.

—Papá es muy guapo.

La señora sonrió y dijo:

—Ya veo. Parece bastante difícil, pero su familia debe ser muy dichosa.

El corazón de Li An'an sintió un dolorcito. Sin embargo, esto era lo que ella y sus hijos habían acordado antes. Dirían esto a los extraños. De lo contrario, temía que fueran discriminados en el jardín de infantes.

En la entrada del jardín de infantes, Li An'an besó a cada uno de sus bebés.

—Nos vemos esta noche, mis amores.

—Nos vemos esta noche, Mamá.

Los tres niños entraron al jardín de infantes tomados de la mano.

El Director del jardín de infantes se acercó.

—Señora, un momento por favor.

—¿Hay algún problema, Director?

—Bueno, acabamos de descubrir ayer que Junjun toca el piano muy bien. En unos días, nuestro jardín de infantes tendrá un evento para publicidad. ¿Le permitiría que aparezca en cámara?

—Claro.

Li An'an estaba eufórica. Junjun sabía tocar el piano porque en su anterior departamento alquilado, vivía al lado de ellos un maestro de música jubilado. Solía enseñar en una escuela famosa. En una ocasión, llevó a Junjun a tocar y se dio cuenta de que el niño era muy talentoso, así que siguió enseñándole. Más tarde, porque iba a mudarse al extranjero para reunirse con su hija, se fue. Antes de irse, le dijo que dejara que Junjun continuara aprendiendo. Sin embargo, como no podía afrontar el coste, las lecciones se detuvieron.

Ahora que escuchó lo que el director dijo, inmediatamente aceptó.

Además, estaba considerando dejar que Junjun continuara aprendiendo a tocar el piano.

En la Villa

Li An'an comenzó su trabajo del día. Cuando llegaba por la mañana, Chu Yichen debió haberse ido ya a la oficina. Se sintió un poco aliviada de que no se encontraran. Preguntó y se dio cuenta de que Chu Yichen generalmente regresaba justo cuando ella terminaba su trabajo. No había muchas posibilidades de que se encontraran, así que solo tenía que ser lo más cuidadosa posible.

—Li An'an, a partir de hoy estarás a cargo de la piscina. Límpiala y cambia el agua —una mujer encantadora con uniforme de criada le ordenó con arrogancia.

Li An'an recordó que su nombre era Bai Feifei. De hecho, estaba desconcertada. Bai Feifei no parecía una criada en absoluto. El collar que llevaba solo ya valía más de un millón de yuanes.

Ella sabía que el collar era real porque había ayudado a su madre adoptiva, Liu Luhua, a mantener su joyería. Podía diferenciar entre muchas marcas de joyas.

Bai Feifei la miró a Li An'an con desagrado.

Ella ya sabía que Chu Yichen se había fijado en Li An'an el día anterior. Todos sabían que quedarse aquí era la mejor oportunidad para acercarse a Chu Yichen. ¿Qué mujer no querría a un hombre poderoso como él?

Ella había venido aquí no por el mísero salario, sino para convertirse en su mujer.

Chu Yichen se había impresionado por Li An'an en cuanto ella llegó. Bai Feifei no podía permitir que una oponente tan formidable se quedara.

—De acuerdo —Li An'an no quería discutir con ella, así que se dio la vuelta para cumplir con sus órdenes.

Al ver que era tan obediente, Bai Feifei subió las escaleras con una sonrisa arrogante. Esta mujer haría todo el trabajo agotador por ella en el futuro. Así no tendría tiempo para seducir a Chu Yichen.

A Li An'an no le importaba. Comparado con encontrarse con Chu Yichen, preferiría mantenerse lejos de él todos los días. ¡Estaba dispuesta a hacer todas las tareas difíciles!

Además, la piscina era enorme. Podría trabajar en ella durante todo el día.

A mediodía, Chu Yichen regresó de la oficina y fue al salón para almorzar. Echó un vistazo a los sirvientes que lo rodeaban.

Después del almuerzo, salió a pasear.

Pudo ver a lo lejos la figura ocupada junto a la piscina. Su uniforme estaba un poco mojado, delineando su hermosa figura.

Se acercó más.

De repente, sonaron pasos detrás de ella. Li An'an se giró con un sobresalto.

La manguera en su mano se deslizó y el agua disparó hacia Chu Yichen. Quedó completamente empapado desde su cabello hasta su camisa y pantalones.

Él la miró fríamente. Bajo la luz del sol, gotas de agua cristalinas fluían desde su rostro bien definido hasta su cuello, su nuez de Adán, y bajaban por su camisa negra desabotonada.

Estaba claramente en un estado lamentable. Sin embargo, emanaba de él un aura salvaje.