Hubo un leve destello de emoción en los ojos verde lima de Serefina, pero desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejándola con una expresión estoica.
Serefina continuó caminando, ignorando al diablo, pero Asmodeo siguió caminando detrás de ella.
—Espera, ¿cómo se llama ella? La joven ángel guardián... Déjame pensar... —Asmodeo disfrutaba este pequeño juego suyo para molestar a Serefina. —¿Lily? ¿Lilian? ¿Lalia? ¡Ah, cierto! ¡Lila! ¡Su nombre es Lila! —aplaudió felizmente, como si fuera una niña de cinco años.
Serefina apretó la mandíbula fuertemente, pero continuó caminando. No quería que este diablo lograra lo que sea que estuviera aquí para hacer, sin embargo, para alguien como ella, era difícil contener su ira. Era demasiado impulsiva como para considerar ser paciente siquiera por un momento.
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