Priscila debería estar contenta de haberse deshecho de Chloe. Ella lo sabía.
Pero había algo que la seguía molestando...
—Sé que le mandas mensajes todos los días, ¿verdad? ¿Lo llamaste por la noche para suplicarle que no firme el papel del divorcio? —Priscila acusó.
Chloe estaba más asqueada que enojada después de escuchar tal acusación porque ¡era absurda y desagradable!
—Soy yo quien pidió el divorcio. Todavía estoy esperando a que él firme el papel. ¿Por qué lo llamaría por la noche, suplicándole que no lo haga? ¡Que tenga sentido! —Chloe negó esa ridícula acusación— De todos modos, tú sigues con él, ¿verdad? ¡Deberías decirle que deje de hacerle al tonto y que firme ese papel de una vez!
Priscila apretó los dientes: —¡Eso es lo que he estado haciendo! ¡No dejo de decirle que lo firme, así puede alejarse de una zorra descartada como tú y casarse conmigo en su lugar!
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