Keeley llevó a Alice a un salón de uñas cercano que permanecía abierto hasta tarde, ya que la mayoría cerraba antes en el día. No era tan lujoso como los que estaba acostumbrada, pero Keeley se negaba a entrar en esa parte de la ciudad por todos los malos recuerdos. No necesitaba el recordatorio de su vida anterior.
A Alice no parecía importarle; simplemente estaba feliz de hacerse las uñas. Para ella, era algo familiar y reconfortante. Su manicura incluía una mezcla de uñas mate y brillantes en color borgoña, con una uña de acento dorado rosado brillante por mano.
Keeley no era tan sofisticada. Todas sus uñas eran amarillas, excepto las uñas de acento, que eran blancas con un pequeño corazón amarillo claro en cada una. Eran brillantes y divertidas; exactamente lo contrario de las manicuras que solía hacerse en su primera vida.
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