—Ya te había besado mil veces en mi mente. Tentado por tu aroma. Torturado por tu presencia —sus palabras resonaban en su mente.
—¡Él también sentía atracción hacia ella! ¡Sí lo hacía!
—¡Oh, Señor! Habría bailado de camino a casa si la parte en que no podían estar juntos no royera su mente —pero eso ya lo sabía. No debería sentirse tan decepcionada. Era el Rey. Era su deber asegurar la seguridad y el bienestar de su reino y por eso se casaría con alguien conveniente. Debía mirar el lado positivo. Al menos, él correspondía sus sentimientos —pero... ¿eran solo sentimientos de atracción? Quería que así fuera, pero el dolor en su corazón le decía otra cosa.
—Entonces quizás no correspondía sus sentimientos —quizás, solo se sentía atraído por ella. Pronto la olvidaría y encontraría a alguien adecuado. No dijo que le gustara. Solo dijo que estaba tentado —bueno, eso ya lo había oído antes, aunque no de una forma que hiciera latir su corazón salvajemente.
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