Ari se puso el abrigo para protegerse del frío. Pero el frío no era sólo por el clima.
Grayson se acercó y le tomó la mano: —No quiero que haya nada mal entre nosotros. No ahora.
Ella asintió, dejando que él tomara su mano. Se sorprendió del nivel de atracción que sentía por él. Cuando aceptó casarse con él, Ari no esperaba eso. No tenía ni idea de lo que esperaba, pero no era eso. Era como si ya lo conociera, como si se hubieran conocido en otra vida. Pero apartó ese pensamiento. Sabía que la vida de casada, y los ajustes que conlleva, serían duros. Pero no tenía idea de que tendría tantos puntos buenos.
Ari se acurrucó junto a él: —Sólo deseo que todo el mundo nos deje en paz y nos permita ser un matrimonio normal.
Grayson asintió, rodeándola con su brazo: —Bienvenido a la monarquía. Nada es normal —bromeó. Entonces sus labios se curvaron en una sonrisa—. ¿Qué es lo normal, de todos modos?
Ari sonrió: —La verdad es que no lo sé.
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