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CAPITULO 79: LA MALDAD CONCENTRADA

Los aldeanos conversan muy sorprendidos de la habilidad de ESU.

De pronto, se escucha un murmullo, es algo poco audible, pero, lo suficientemente tétrico como para espantar a las aves.

Los aldeanos pueden ver a los que acompañan a OGLAE de regreso a la carrera.

Les bajan el puente para que trepen con la polea, hay estruendo en el bosque.

Un ruido de hojas moviéndose por el viento deja claro que los aldeanos deben prepararse para lo peor.

ESU Y NAIFU, pueden ver el terror en los rostros de los aldeanos, quienes dicen que ¿ya vienen!

Varios dicen que, ¡la sangre los atrajo!

Dado el estado de NAIFU, no hay duda de que fue así.

Hay mucho correteo por los puentes, todos ayudan a subir los contrapesos para evitar que los malignos suban por los puentes.

Todos corren a esconderse dentro de las chozas, en el más absoluto silencio... OGLAE jala a ESU, y con una seña le pide a NAIFU que lo sigan, con cautela, las hace entrar en la cabaña próxima.

OGLAE pide a las dos chicas que no salgan por ningún motivo, escuchen lo que escuchen, no deben salir.

Sólo estarían en peligro y tal vez no haya quien les brinde ayuda.

Hecho esto, toma el arco que está en la pared y sale de la choza.

Mientras cierra la puerta, las dos pueden ver que, todos los hombres han salido de sus chozas armados con arcos.

Por la ventana, pueden ver que, se preparan para atacar al enemigo que viene desde abajo, en el bosque.

Todos, tensando su flecha lista para atacar.

Hay mucha tensión, mientras esperan a ver al enemigo, algunos de ellos comienzan a sudar.

Hay mucho movimiento de viento.

Se escucha como gime el viento con voz tétrica.

Bajo la aldea, en el bosque, se comienza a formar una bruma oscura que emana del bosque, son malignos y arqueros portadores de la muerte, todos en forma esquelética, son almas de muertos que penan hambrientos de sangre.

Nadie ha sobrevivido a sus flechas.

Tanto OGLAE, como los demás, rezan para que, los malignos pasen sin darse cuenta de que, la aldea se encuentra en la copa de los árboles.

Lo que más desean, es evitar el confrontamiento, por seguridad de su aldea, de sus familias.

El ambiente se nota pesado.

El miedo que causan, se percibe hasta en la piel.

La bruma que emana del bosque, se divisa, su andar es lento.

Dentro de la bruma, avanza el ejército maligno que CHONT-SU les dejó en la isla junto con la maldición.

Hace muchos años que no los habían vuelto a ver.

Todos están alerta.

Dentro de una choza, se encuentra una niña abrazada de su madre, esa niña, estaba jugando a la pelota cuando vieron regresar a OGLAE y a los aldeanos que lo acompañaban.

La niña está muy nerviosa, lucha por evitar hacer ruido alguno, le tiemblan sus manos y esto hace que suelte la pelota.

La madre y la niña tratan de alcanzarla, sin embargo, rodó por la puerta que no fue cerrada y ésta cae por un lado del puente cerca de la puerta.

La bruma justo está pasando por los árboles que sostienen la aldea.

La pelota cae dentro de la bruma, esto llama la atención de aquellos seres malignos.

La bruma se ha detenido.

Un lamento se escucha, poco a poco se hace ensordecedor.

Todos están alerta, los que cuidaban los puentes, sólo vieron que algo cayó a la bruma, no supieron lo que era o cómo fue que cayó desde la aldea.

Los entes que habitan en la bruma, voltean lentamente hacia arriba y descubren que la aldea se encuentra arriba.

La tensión que ejercen en el área se incrementa de golpe.

El nerviosismo en todos los aldeanos es brutal.

Los aldeanos arqueros, atacan a los malignos con sus arcos, todos ellos, antes de lanzar sus flechas, remojan la punta de las mismas en un agua brillosa que cargan en un frasco cada uno de los aldeanos.

El compuesto brilloso daña a los entes, quienes, también lanzan una lluvia de flechas hacia la aldea y hacia el cielo, para que cuando caigan, alcancen a alguno de los aldeanos.

Algunas de las mujeres corren para proteger a sus esposos cargando escudos para evitar que las flechas de arriba, los alcancen.

Los niños solos, asustados en sus chozas.

Al cabo de un tiempo, no ha habido ninguna baja por parte de los aldeanos, son diestros en puntería, de cierta manera, con el uso de esa agua, llevan la ventaja.

La bruma, poco a va dispersándose.

Una de las flechas entra por una ventana de una choza, la mujer que se encontraba dentro, asustada, sale corriendo hacia afuera, OGLAE, que, se encontraba cerca, se da cuenta.

La mujer va a cruzar el puente, OGLAE corre hacia la mujer, logra alcanzarla.

La lluvia de flechas no cesa, una de ellas, alcanza el brazo de OGLAE que, ha cubierto a la mujer con su cuerpo.

FIN DE CAPITULO 79