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CAPITULO 35: OFRENDA

Cada uno de ellos va escuchando ruidos diversos mientras aún no abren sus ojos, están recobrando la conciencia.

Hay ruido de tambores y voces cercanas, ruido de personas caminando, parece que arrastran los pies, no, saltando. Van despertando uno a uno, se percatan de que están atados de manos y pies, colgados en una vara de bambú.

Van atados de dos personas por vara de bambú, hay un individuo a cada lado cargándolos.

Su apariencia es de piel extremadamente morena, facciones duras, cabello trenzado y cuerpo atlético y delgado, la mayoría son altos.

Los hombres y mujeres usan hojas trenzadas para formarse unos faldones, aunque debajo aparentemente no traen nada.

Eso pudo darse cuenta NEMU, que, al estar colgada, queda a un nivel más bajo que los faldones de hojas, así que, cuando otro de los individuos se acercó.

A decirle algo en un idioma extraño a uno de los que la cargaban, ella pudo ver lo que había debajo de la falda, ella pegó un grito ahogado, de avergonzada y cerró los ojos, también volteó su cabeza, aunque para el otro lado, había otro hombre, así que vió lo mismo.

Decidió mantener los ojos cerrados por un buen rato.

Nadie usa ropa en la parte superior del cuerpo, las mujeres portan muchos collares de flores y huesos en el cuello, con los cuales tapan parte de su pecho, dejando ver sus senos naturalmente.

Todos traen la cara pintada de manchas blancas, la mayoría son círculo de cuerpo pintado, perforado y descalzos.

El grupo trata de mantener la calma.

Por el momento, lo mejor es esperar a llegar a donde los van a llevar, ahí tal vez tengan la oportunidad de escapar.

Tratan de ubicarse, quizá bajaron mucho dentro de los terrenos de la orilla y desviaron su camino, bueno, es obvio que así fue, mas debajo de donde debían llegar, hay muchos terrenos inexplorados debido a la hostilidad de los pobladores, y casualmente parece que este es uno de ellos.

Al ir acercándose hacia terrenos de su aldea, se pueden ver cientos de cráneos adornando ambos lados del camino de entrada, esto indica que, han sido atrapados por una tribu de caníbales, al llegar, pueden ver que han preparado una hoguera.

Los llevan hasta un lugar cerca de la hoguera, en la que hay varios maderos para colgar los bambúes, los dejan colgados ahí.

Entre todos hablan, deben buscar una manera de salir de ahí vivos y sin rostizar.

Es difícil estando amarrados de manos y pies.

Los danzantes se van acercando alegremente, traen taparrabos, las mujeres también, con expresión de que les da gusto de que llegaran, todos traen una corona de flores.

Se preparan para encender la hoguera, se fijan en el bambú de KIRO Y KEKI, luego en el de NAIFU Y OKE.

Descuelgan los dos y separan a NAIFU de OKE.

Aunque NAIFU los patea y lucha contra ellos, usan su fuerza y terminan colocándola en el mismo bambú que su padre.

Las empujan para que queden más juntos.

Colocan a KIRO, KEKI Y NAIFU sobre la hoguera.

El tiempo es precioso y se ha acabado, de verdad necesitan hacer algo para escapar, lo malo es que los han desarmado.

WAPURO sabe que puede usar su poder para matar a varios, pero, amarrada, es probable que la maten antes de que alguno de ellos sea liberado.

Las opciones son limitadas.

KEKI cierra los ojos.

INKU y TOIRE lo han notado, es una acción algo extraña dada la situación.

Todos tratan de zafarse con mas esfuerzo.

Los amarres no ceden.

Aparece un nativo, es un niño, con una mecha encendida en la mano, y en el momento en que prende la hoguera (primero del lado de KIRO) KEKI sigue con los ojos cerrados, como concentrada en algo.

De manera rápida, se forman nubes negras que se arremolinan sobre el lugar, a vista amplia se ve que la aldea está en la cima de un risco, cercano a la orilla, es por eso que los vieron llegar.

Bajo el risco, las olas del mar golpean con fuerza.

Entre truenos y relámpagos que asustan a los lugareños, comienza a llover a cántaros, tan fuertes son los relámpagos y la tormenta (WAPURO nota que el poder de KEKI no tiene restricciones como antes, pero, a qué precio, eso es lo que debe averiguar) que se creó, hace que, todos los nativos huyan a refugiarse.

El viento, junto con la lluvia se desatan poderosamente.

Se han quedado solos.

UISUKII, OKE, NAIFU Y ESU son los que tienen algo útil para desamarrarse, con pedazos de bambú y astillas, han ido cortando un poco de las sogas, saben que deben darse prisa, la tormenta es tan fuerte que, de seguir ahí, estarán en problemas, rompen sus ataduras y desamarran a los demás.

Fuera del sonido de la tormenta, hay un silencio total, pero, hay algo extraño.

El equipo está contento porque ellos tienen la creencia de que la tormenta los ha asustado, pero, al ver el temor que tienen de salir de sus chozas en las que se han refugiado y están abrazados unos con otros, hincados, les hace saber que algo más está por pasar.

KEKI cree que no se fueron por el agua, entonces se siembra la duda, ¿porque?

De pronto, de la orilla del risco se puede ver que hay una bestia emergiendo del agua entre una poderosa ola y está subiendo, es un calamar gigante, deforme.

El equipo, aún atados de los pies, han tomado las cuchillas que habían dejado cerca para cortarles la carne y cortan sus ataduras para poder correr, el tiempo es corto, tienen que huir.

En su loca carrera, abandonan la hoguera del risco, pasan por las chozas en las que dentro están los nativos que gritan de terror.

El monstruo ha escalado el risco, va empujando se bestial cuerpo sobre la cima, moviendo pesadamente sus tentáculos.

El equipo va cerca del camino por donde está la entrada de la aldea, de entre las armas y herramientas que están en un montón, alcanzan a ver muchas de sus armas.

La bestia no está lejos, pero si les da tiempo de buscar sus pertenencias.

El calamar, destroza algunas chozas y se come a los habitantes de las mismas quienes, tratan de huír.

El equipo corre hacia los árboles para internarse en la jungla otra vez, sin perder tiempo, siguen corriendo, para alejarse lo más pronto posible del mar.

Conforme van avanzando, la jungla se hace más espesa, las ramas les hacen cortaditas que los sangran, pareciera que algo anda mal, uno a uno van viendo borroso y van cayendo, hay algo malo con las plantas.

Se dicen a sí mismos que eso no debería estar pasando, NANEKI, la ciudad maldita está ya tan cerca, a sólo unos días de distancia.

No es posible que vayan a morir ahí.

FIN DE CAPITULO 35