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CAPITULO 135: MI VIDA POR TI

TOIRE, toma el rostro de KEKI, observa sus pupilas, están muy dilatados.

El color de sus labios es azulado y el rostro pálido por la pérdida de sangre.

Checa sus uñas y también se ven azuladas.

TOIRE le habla frecuentemente, ella no reacciona, ni si quiera lo mira.

La voz de TOIRE comienza a quebrarse.

Hace una pausa breve, siente que su desesperación se apodera de él.

La observa, con los ojos húmedos, toma la mano de su esposa, quien mira fijamente al techo de la casa.

Aún vive, pero su pulso es tan débil, apenas puede sentirse, su corazón está demasiado acelerado.

TOIRE va a colocar la mano de ella en el pecho de KEKI, pero, descubre que, su otro brazo no está vacío.

Se acerca intrigado, al mover la sábana que él creía estaba amontonada, descubre que hay movimiento, con cuidado, abre la sábana, y rompe en llanto al descubrir a su pequeña hija adormilada, chupando uno de sus deditos.

Es una preciosa bebé que solloza muy bajito.

TOIRE sonríe entre lágrimas, está demasiado devastado en este momento.

Él, no es un experto curandero, pero, sabe que, el estado físico de su esposa es irreparable, la impotencia se apodera de él.

En tal solo un día, su mundo está acabándose.

TOIRE, llorando con su corazón roto, acaricia a la niña recién nacida y le habla a su esposa, la llama por su nombre.

KEKI no reacciona, pero, unas lágrimas salen lentamente por sus mejillas.

TOIRE, sabe que si lo escucha.

No puede evitar llorar sin freno, abraza a su esposa, la besa, su frente, mejillas, labios, todo está muy frío, TOIRE recarga su cabeza a la de KEKI, de reojo mira a la bebé.

TOIRE besa a la niña en su frente, sus lágrimas caen en el rostro de la niña.

Con un nudo en la garganta, TOIRE no se explica lo que le pasó.

¿por qué tanta sangre? ¿cómo detenerla?

Las lágrimas de TOIRE caen en el rostro de KEKI, por un instante, la hace reaccionar.

Es cuando, TOIRE, puede ver las pupilas opacas en los ojos de ella, ella ya no puede ver.

TOIRE, toma a la niña, con cuidado, él siente como si el cuerpo de la niña fuera de algodón frágil, tiene miedo de lastimarla.

Él, acerca a la niña al rostro de KEKI, con el manoteo de la niña, logra que toque el rostro de KEKI, que sienta KEKI el calor de su hija.

TOIRE le dice que le ha dado un gran regalo, pero, la necesita a su lado, los dos la necesitan.

La voz de TOIRE se ahoga.

En KEKI, se dibuja una leve sonrisa, con voz, apenas audible, KEKI dice sus últimas palabras: TE AMO TOIRE…

TOIRE toma con una de sus manos la mano de KEKI, con la otra carga a la niña.

Él puede sentir cómo la mano de ella va perdiendo fuerza.

Afuera, la tormenta ha arreciado, como si el cielo estuviera llorando furiosa por la pérdida de una gran mujer.

El cielo también protesta, rompiendo la barrera de nubes, dejando ver una lluvia de estrellas.

WAPURO, en la carreta, ya se encuentra cerca del lugar, entre lágrimas y sollozos ahogados, baja su cabeza, ella sabe lo que significa, sabe lo que ha pasado.

TOIRE, en la casa, llora por su esposa, con una tristeza tan grande que rompe el corazón de cualquier persona que lo viera.

Él, llena el rostro de KEKI de besos, coloca su frente en la frente de ella, con sus ojos cerrados, derramando lágrimas.

La besa con tanto amor, mientras abraza a su hija con mucha ternura, cuidado y con mucho dolor.

Él evita gritar fuerte para no asustar a la niña, quien está muy inquieta en sus brazos ya que, percibe el dolor de TOIRE.

TOIRE está de rodillas frente a la cama, coloca su mano sobre los ojos de KEKI, baja su cabeza, siente que no puede ser capaz de continuar con su vida.

Cierra los ojos de su esposa.

TOIRE se recarga en la pared, con la niña en brazos, tratando de consolarla ya que comenzó a llorar bajito.

Al poco rato, la niña se ha calmado y adormilado en los brazos de TOIRE.

Él se siente confundido, esta niña es lo que ha dejado su amada esposa, su tesoro por el cual dio la vida.

No puede evitar sentir un poco de resentimiento el haberla perdido.

No hacia su hija, si no, hacia él mismo, ya que se encontraba lejos de casa.

Con su mano en su cabeza, sigue llorando, mientras observa a la niña.

El carruaje de WAPURO ha llegado afuera de la casa, pero, nadie baja de la carreta.

Luego de unos minutos, llega el carruaje de OGLAE con ESU muy desesperada, llorando un poco histérica, OGLAE pasa de la parte delantera a la trasera junto a su esposa quien, repite que KEKI murió, OGLAE la abraza muy serio, consolándola.

ESU, quiere bajar, quiere ir a la casa.

OGLAE la retiene, le pide primero calmarse, ella debe pensar en TOIRE, si ella se presenta con él así, no le será de ayuda, al contrario.

Le causará más dolor.

ESU sabe que su esposo tiene razón.

Luego de mucho tiempo, se divisan los carruajes de los demás, quienes vivían más lejos.

ESU y OGLAE bajan de la carreta, ella se ha tranquilizado un poco.

WAPURO también decide bajar, primero, limpia sus lágrimas, baja con el rictus desolado.

ESU dice a WAPURO por qué no entró antes.

WAPURO dijo que no llegó a tiempo.

Ella ya había partido.

Ambas bajan sus miradas.

Al acercarse a la entrada de la casa, pueden ver que la puerta está abierta, entran en silencio.

En el interior, encuentran a TOIRE junto a la cama, recargado en la pared, callado, con sus ojos cerrados, serio, con rastros de lágrimas secas en el rostro.

En sus brazos, tiene cargada a la niña que se ha dormido.

La realidad es definitiva.

KEKI ha muerto, a ESU se le doblan las piernas del llanto ahogado que la sofoca, OGLAE la sostiene y la lleva a sentarse a la cocina, le pide que trate de controlarse por un momento, le hará daño a su hijo también.

ESU abraza la cintura de su esposo que se ha puesto frente a ella y trata de calmarse.

ESU externa a su esposo que, ella no tiene el valor de ir hasta él.

OGLAE acaricia la cabeza de ESU.