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Capítulo 20

—Kai, creo que llegamos —dijo Ash, sosteniendo un mapa.

—Vaya, esta zona está toda muerta y da un poco de escalofríos —mencionó Kai, mirando a su alrededor.

Ash y Kai habían llegado al lugar. La dungeon tenía la forma de una pirámide partida por la mitad. En la parte superior, una estatua representaba a un hombre sosteniendo un libro extraño con un ojo en la portada. La ropa del hombre estaba completamente destrozada, solo se veían los pantalones rotos. No llevaba camisa ni ninguna otra prenda superior, y usaba un sombrero puntiagudo típico de los magos. Una entrada en la pirámide conducía hacia abajo por unas escaleras.

—Parece una entrada al mismísimo infierno —pensó Ash, mirando hacia la bajada.

—Mejor... te espero aquí arriba, yo vigilo, hermano —mencionó Kai, asustado.

—No, vamos —dijo Ash, sujetando el brazo de Kai y jalandolo hacia la bajada.

—¡No quiero ir! ¡Suéltame! —gritó Kai, con lágrimas en los ojos.

Mientras tanto, en el piso seis:

—Llegamos... —dijo Aric, observando cómo se acercaban tres figuras a lo lejos.

—Justo a tiempo, tenemos que darnos prisa y sacarlo —dijo el líder de ese grupo.

—Dijiste que estaba pasando por este piso. Solo tenemos que ir, tomarlo y regresar —comentó Aric.

—Haha, el problema serán los bichos y esa bestia. Nos causarán problemas y dudo que nos deje pasar —mencionó el líder.

—No será problema. Solo necesitaremos unas carnadas y nos dará tiempo para ir y volver —dijo Lyra, seriamente.

—Shhh... vayamos y pensemos en algo si vemos a esa cosa —añadió Aric.

Mientras caminaban por los túneles hacia la sala seis, se encontraron con minotauros y arañas gigantes que fueron derrotados con facilidad por el grupo. Parecían ser bandidos por cómo se comportaban. Según se mencionaba al atravesar los túneles que los dirigían a las salas o pisos, estos variaban. El piso seis parecía ser un estadio de luchas, donde había un temible monstruo del cual muchos mencionaron que era difícil escapar debido a su gran velocidad y resistencia. En el piso tres se encontraba una lagartija del tamaño de una persona, muy peligrosa por su rapidez y veneno mortal para sus presas.

—Al atravesar el estadio y entrar por aquella puerta estará el cofre. Tendremos que llevarlo entre dos mientras despejamos y alejamos a esa cosa —explicó el líder.

—Entonces nosotros nos encargaremos de recoger el cofre —dijo Aric, mirando la puerta al otro lado del estadio—. ¡Uno... dos... tres! ¡Vamos! —gritó, corriendo.

Los dos grupos corrieron hacia la otra entrada que se encontraba al otro lado del estadio. Para llegar a esa puerta, tenían que cruzar el estadio corriendo a lo largo de él y alcanzar la entrada que conducía al piso siete. En la misma entrada del túnel, se encontraba un cofre lleno de oro y joyas que pertenecían a otros aventureros que no pudieron avanzar más.

Los dos líderes se apresuraron hacia la otra entrada, mientras veían cómo los monstruos aparecían desde arriba, debajo del suelo y por las gradas del estadio.

"¡Todos a sus posiciones!" gritó Nina, sosteniendo su libro. Desde su posición, se podía ver a Lyra y Hana manejando las espadas con maestría, matando y esquivando con facilidad. Nina permanecía atenta vigilando alrededor para potenciar al grupo y curarlos, mientras que Nadia invocaba golems de tierra y pájaros de fuego que explotaban al impactar contra los monstruos, eliminando todo a su alrededor.

Del otro grupo, uno empuñaba un martillo que aplastaba todo a su paso, mientras que el otro manejaba una lanza con destreza. Los monstruos no dejaban de llegar, aumentando en número constantemente. A lo lejos se escuchó un grito y en la cima del estadio se pudo ver la causa de este.

—Mira allá arriba —dijo Nadia señalando hacia lo alto del estadio.

—¿Qué diablos... es eso un maldito esqueleto? —exclamó Aric.

—¡Ya está aquí! ¡Apresurémonos! —gritó el líder con miedo.

—¿Cómo puede un maldito esqueleto hacer ese tipo de ruidos? —comentó Hana.

Aric y el líder del otro grupo comenzaron a correr rápidamente sosteniendo el cofre en cada esquina. Los demás se encargaban de cubrirlos y de despejar el camino de regreso. En ese momento, el esqueleto con forma de simio saltó y cayó en medio del estadio, blandiendo una espada envuelta en llamas oscuras.

—¡Vámonos! Una vez estemos en los túneles, esa cosa no podrá alcanzarnos —dijo el líder.

Mientras todos se retiraban y se dirigían hacia el túnel de regreso, Nina y Nadia escucharon los susurros de Aric.

—Les dije que necesitaba la ayuda de ambas. Eran indispensables en mi grupo para esta misión. Ha llegado el momento de que me ayuden... distraigan a esa cosa mientras escapamos. Se los agradezco... —murmuró Aric con risas suaves.

—¿Qué? —dijo Nina volteando y viendo que todos habían escapado, sin entender cómo pudo hablarles si no estaban cerca.

—¡Maldito! —gritó Nadia con fuerza al ver que la puerta de salida estaba bloqueada por los minotauros.

En eso, el esqueleto en forma de simio lanzó su espada hacia la entrada que llevaba al piso siete. Al enterrarse en el suelo, creó llamas alrededor de la entrada, tapándola por completo. Con gran velocidad, el esqueleto se acercó a ambas y las golpeó con fuerza usando su brazo izquierdo, empujándolas hacia un lado. Ellas soltaron su libro y báculo al suelo, sin poder moverse por el golpe. Los minotauros y arañas comenzaron a retroceder para darle espacio, mientras el esqueleto se acercaba poco a poco...

Nadia comenzó a recordar:

"Nosotros teníamos un grupo muy unido. Cumplíamos todas las misiones y estábamos muy bien. ¿Qué más necesitábamos? Creí que duraría para siempre, pero fue solo una ilusión. Por la avaricia de ellos, nos sumergimos en una misión para encontrar a unos niños secuestrados en el bosque cerca del reino... El mensaje era claro: mencionaron que había un dragón cerca y que solo aventureros de alto rango podían ir. A pesar de nuestras conversaciones, el grupo nunca nos escuchó y tuvimos que ir con ellos. No sabíamos que el dragón era solo la mascota; el verdadero peligro era quien lo controlaba. Nina hizo todo lo posible por curar, pero no fue suficiente... Si tal vez hubiera sido más fuerte, si hubiera podido crear un escudo más resistente, seguirían vivos. Pero no fue el caso... Gracias a ellos, Nina y yo pudimos salir con vida."

"Años después, vagando por el gremio sin sentido de la vida, con mucha culpa por no ser más fuerte... nos topamos con él... 'Hola, siempre que venimos a reclamar las recompensas, las vemos divagando por aquí. Así que... ¿no se quieren unir?' nos dijo con una sonrisa y un tono de voz amigable. No confiábamos en él, pero insistió tanto que aceptamos. Nos llevaron a demasiadas misiones y poco a poco los fuimos conociendo. Realmente eran increíbles, parecían buenas personas. Siempre nos decía lo mismo... 'Ustedes dos son muy fuertes, las necesito en mi grupo a como dé lugar. ¿Estarían de acuerdo en unirse a nosotros permanentemente? Sin ustedes, habríamos muerto hace mucho. ¡Son indispensables para nuestras misiones!'. Nadia... Nina... ¿Qué opinan?' Cegadas por sus falsas sonrisas, aceptamos. Sin saber que solo nos querían como carnada para el grupo. Tal vez es el karma por dejar morir a los míos... Tal vez... es lo que merezco... Es mi destino. Pero por favor, Nina no tiene nada que ver con mi destino."

Mientras recordaba todo, el minotauro comenzó a crear una espada artificial con sus llamas negras en las manos. Finalmente creó la espada artificial con ese raro elemento de llamas negras, deseando matar a Nadia. Miró a Nina con lágrimas en los ojos, mientras el esqueleto comenzaba a reírse.

"Ella no merece morir. Ahora veo por qué se acercaron a esos dos sujetos... Ash y Kai, creo que se llamaban. También los querían como carnada por si algo salía mal. Por favor, quien sea... ¡ayuden a mi amiga! No debe morir aquí. No aún..." pensó Nadia, desesperada y asustada. "¡Detente!" gritó, llorando.

Nina, resignada, solo miró a Nadia y comenzó a sonreírle con lágrimas en los ojos. Cuando el esqueleto estaba a punto de cortarlas, Ash apareció dando una patada tan poderosa que el esqueleto salió volando, creando vientos alrededor del lugar por la fuerza del impacto. Mientras tanto, Kai había creado una pequeña bola de fuego en forma de esfera en su mano, esquivando los ataques de los minotauros y arañas. Una vez que perfeccionó la esfera, la lanzó al suelo con tanta fuerza que provocó que llamas emergieran bajo la tierra, matando a muchos de los monstruos alrededor del estadio. Las chicas quedaron sorprendidas, sin entender qué estaba pasando.

—Parece que llegamos a tiempo —mencionó Kai con una sonrisa.