Candela
Ya estábamos fuera del crematorio, miro hacia el lugar y mi cara de pánico llama la atención de Mariano.
-¿Qué pasa Nevaeh? -me habla por mi nuevo nombre-.
-Esta Sebastián allí -dije apuntando al lugar donde esta Sebastián y su novio-.
-¿Quién es Sebastián? -pregunta- ¿Era novio tuyo?
-¿Qué? No -digo- no era mi novio, era mi mejor amigo. Y temo que me reconozca.
-Tranquila mia regina -dice tomando mi mano- No te reconocerá, te ves hermosa así y con ese color de ojos, de cabello. Es difícil que te reconozca así.
-Gracias Mariano -digo dedicándole una sonrisa-.
-¿Estas lista para nuestra primera aparición juntos en publico?
-No, pero tengo que estarlo.
Bajamos del auto y es el momento en el que me doy cuenta de que hay reporteros, trato de no prestarle atención y abro la puerta trasera del auto para sacar a Alona del auto mientras que Mariano sacaba la carriola de la maleta. Cuando ya estaba armada dejo a la pequeña allí y me acomodo detrás de ella.
Me sorprende que Mariano me rodea la cintura para caminar en dirección a el crematorio, las miradas de curiosidad eran evidentes porque Mariano Moretti nunca había llevado a cosas importantes a sus conquistas y ahora llevaba de la cintura a una mujer al momento que cremarían a su hermana.
-Parece que ese tal Sebastián te esta mirando mucho -me susurra mientras me apega un poco a el-.
-Porque me tiene que haber reconocido -digo de la misma manera-.
Seguimos caminando bajo la atenta mirada de Sebastián asta que Alona llora y Mariano se acerca para sacarla de la carriola y tenerla entre sus brazos.
Cuando estábamos ya fuera del lugar fue el momento exacto en el que se abren las puertas para que nos permitiesen entrar. Ya dentro pode ver a el agente Morales y a Lucca vestidos de policías y por ultimo dos ataúdes abiertos donde dejaban ver el cuerpo sin vida de Verónica y una imitación fabulosa de mi cadáver, es como si me estuviera viendo duplicada.
-¿Estas bien? -me pregunta Mariano al ver mi rostro-.
-Si, solo que es impresionante lo que pueden hacer -digo refiriéndome a el gran trabajo de los agentes-.
-Valla que lo es -dice una voz a mi espalda la cual conozco a la perfección, es Sebastián- Era joven y sana.
Me mira por unos segundos haciéndome sentir incomoda, al parecer Mariano se dio cuenta, me toma de la cintura y atrae hacia el para decir:
-Mariano Moretti -dice dándole la mano- un gusto.
-Sebastián Riquelme -dice aceptando el saludo- es un gusto conocerlo señor Moretti y lamento su perdida.
-Gracias -dice entregándome a Alona- casi lo olvido, te presento a Nevaeh Di Stefano, mi novia y a mi pequeña sobrina Alona.
-Un gusto señor Riquelme -digo sonriéndole y rezando para que no me reconozca-.
-Solo llámame Sebastián.
-Bien Sebastián.
Me alejo un poco de todos dejando a Alona en su carriola para acercarme hacia el ataúd de mi mejor amiga. Se ve tan serena, no la había visto así nunca. La echare mucho de menos, planeamos tantas cosas juntas y ahora ella esta aquí metida.
-Te prometo que cuidare de tu hija como si fuera mía -le susurro-.
-Y lo aras genial -dice Mariano-.
-¿Cuando llegaste?
-Llegue hace unos segundos mia regina.
-Es hora ¿No es así? -digo refiriéndome a que va a empezar el proceso de cremación-.
-Si, es momento de que nos alejemos y dejemos que hagan su trabajo -dice tirando de mi con su brazo que esta en mi cintura-.
Yo no me quiero mover, no quiero dejarla sola... así que me resisto a alejarme y pongo mi cabeza sobre el ataúd largando a llorar. Pidiéndole a Verónica que por favor no me deje sola, mientras recibo miradas de las personas, parecían no entender nada, porque nadie sabia quien era ella para mi.
-Vamos por favor -me pide amablemente, pero me reusó- mia regina, por favor -dice susurrándome al oído-.
-No puedo dejarla sola -digo sollozando en su pecho- ya la deje sola una vez, no la dejare otra vez.
Ya había llegado el momento de cremar a los cuerpos, yo me quería acercar pero Mariano me lo impidió, iba a protestar pero me beso. Eso me saco de mis casillas, no esperaba que me besara tan pronto. Después de unos segundo acepte el beso y se lo seguí. Fue un beso realmente lindo.
Nos separamos después de unos segundos por falta de aire y yo le digo:
-¿Por que me besaste? -digo en un susurro-.
-Era eso o que te tiraras sobre el ataúd y yo no iba a dejar que hicieras un escandalo -dice dándome una sonrisa-.
Me suelto de su abrazo y me arrodillo justo al lado de la carriola de Alona, ella esta dormida, se ve tan serena y se parece mucho a su mamá. Pobre de ella, quedo sola tan pequeña.
Me levanto y me alejo un poco de todos, lo que yo no me esperaba era que Sebastián me siguiera.
-Me asustaste -digo al verlo aparecer-.
-¿Creíste que podrías engañarme a mi Candela? -pregunta sorprendiéndome-.
-Cállate -digo tapándole la boca- se supone que estoy muerta -digo llevándolo a un lugar solitario-.
-Lo se, se supone que te están cremando en este momento, pero desde que te vi supe que eras tu.
-Eres un genio -digo- pero nadie sabe de esto, solo Mariano, Lucca, el agente Morales y ahora tu. No se lo puedes contar a nadie y yo te prometo que te lo explicare luego.
-Bueno -dice-.
-Ahora volveremos a entrar y tu tienes que actuar como si nada de esto subiera pasado, que estas triste por mi muerte.
-Lo que usted diga señorita Di Stefano.
-Solo Nevaeh -digo con una sonrisa-.
{...}
Al salir del crematorio yo soy quien sale con la pequeña urna que contiene las cenizas de Verónica abrazada, mientras que Mariano se encarga de la carriola donde va dormida nuevamente Alona.
Todo esto es muy fuerte. Pensar que la que debería estar en ese preciso momento dentro de ese pequeño recipiente echa cenizas soy yo, y la que debería estar en este momento sosteniéndolo es Verónica junto a su pequeña hija y hermano. Yo le robe la posibilidad de ver a su hija crecer... si tan solo le hubiera impedido beber de mi vaso, nada de esto le estaría pasando a ella.
-Hey ¿Estás bien? -me pregunta Mariano sacándome de mis pensamientos-.
-Si -digo para intentar que no siga preguntando-.
-¿Que pasa Candela?
-Se supone que ya no me tienes que llamar así.
-Al carajo, estamos solos en el auto y Alona aún no habla como para saber quién eres en realidad. Ahora dime qué sucede -aparca el auto para poder hablar con mayor comodidad-.
-Tan solo pienso en la que debería estar en esta pequeña urna soy yo y no Verónica -se me humedecen los ojos- no querían su vida, la que querían era la mía... Y yo... yo le quite la oportunidad de ver crecer a Alona, también le quite la oportunidad a Alona de convivir con su madre -digo ya llorando-.
-Cande ella te adoraba, y no es tu culpa lo que paso -me abraza, su abrazo me sorprende pero lo acepto- tu no sabías que tú vaso tenía veneno, no es tu culpa.
-Si lo es -suelto un sollozo- si tan solo le hubiera impedido beber de mi baso, ahora estaría aquí con su hija.
-¿Sabes lo que me dijo la última vez que hable con ella? -dice separándose de mi y limpiando mis mejillas- me dijo que daría su vida por ti, que eras una chica magnífica que se merecía lo mejor... que si ella tenía que sacrificar su vida en el proceso lo haría porque tú vales la pena -vuelvo a sollozar- me rogó para que te escuchará cantar para darte trabajo, que el mundo merece escuchar tu voz. Ella te amaba Candela.
-Y yo la amo a ella -digo mientras lloro y presionó la urna contra mi cuerpo y acarició su tapa- la voy a echar tanto de menos.
-Todos y no le quitaste la oportunidad de ver crecer a Alona porque ahora Verónica en el lugar en el que está está viendo crecer a su hija. Al igual a ti y a todos los que quiso.
-Gracias por aceptarme en tu casa, no era tu responsabilidad.
-Claro que lo es -dice mirándome- Verónica me hizo prometer que te protegería y yo no tiempo mis promesas.
Nos quedamos los siguientes 10 minutos en silencio, no era un silencio incómodo, al contrario era uno bastante cómodo, uno en el que yo le prometí a Verónica que mientras me permitieran estar cerca de Alona la cuidare como mi propia hija y que le contaré cosas maravillosas sobre su madre.
-¿Ya estás mejor? -pregunta Mariano rompiendo el silencio-.
-Si -me limitó a decir- gracias por todo.
-No hay de que.
En ese momento enciende nuevamente el auto y continuamos el camino hacia la casa de Mariano, estuve pensando un poco antes de atreverme a decir:
-Mariano si es que me lo permites, me encantaría estar presente en el crecimiento de Alona -recibo una mirada de curiosidad de parte de el- me encantaría verla crecer y poderle contar cosas sobre su madre. Le prometí a Verónica que la cuidaría si es que llegaba a salir antes que ella.
-Amm si a Alona le agradas no le veo el problema.
-Gracias -susurro-.
-Oye desde que salimos de el crematorio quería pregunta ¿Qué te dijo Sebastián cuando te siguió fuera?
-Ah eso, resulta que no le puedo mentir a mi mejor amigo -suelto una pequeña risa- se dio cuenta de quien era, prácticamente le tuve que rogar para que no le contara a su novio de que yo estaba viva y que actuará como si no supiera nada.
-¿Confías que él no dirá nada?
-Claro, el no es capaz de hacer algo que me perjudique, nos creíamos juntos y por sus difuntos padrinos que eran mis padres, no sería capaz de echarme al agua.
-¿Echarte al agua?
-No daría a conocer mi identidad o algo para dañarme.
-Ahh -dice entendiendo lo que le expliqué- ya llegamos.
-Verdad, no me avía dado cuenta.
-Si me di cuenta, mañana salimos a primera hora hacia el aeropuerto así que no deshagas tus maletas porque ya mañana por la tarde yo creo que estaremos llegando a Puerto Rico.
-Bien. De nuevo muchas gracias.
-No hay nada que agradecer, Nevaeh.