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Capitulo 11

Los días se deslizaron en una rutina tranquila y contemplativa para Isabella mientras se alojaba en el hotel. Encontró consuelo en la soledad, permitiéndose tiempo para reflexionar sobre su matrimonio, sus decisiones y el camino que ahora se extendía ante ella.

Una mañana soleada, después de una larga caminata por el parque, Isabella regresó a su habitación y se sentó frente a la ventana, perdida en sus pensamientos. Había repasado las pruebas una y otra vez, y cada vez que lo hacía, el peso de la verdad se hacía más tangible.

Decidió que era hora de enfrentar a Alejandro. Necesitaba respuestas claras y honestas directamente de él. Tomó su teléfono y marcó su número, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza en el pecho mientras esperaba que él respondiera.

Después de varios tonos, Alejandro finalmente contestó.

—Isabella, cariño, ¿estás bien? —preguntó él, su voz llena de preocupación.

Isabella respiró profundamente antes de hablar, tratando de mantener la calma.

—Necesitamos hablar, Alejandro. No puedo seguir evadiendo esto.

Hubo una pausa en la línea antes de que Alejandro respondiera con seriedad.

—Entiendo. ¿Dónde estás? Voy hacia allí ahora mismo.

Isabella cerró los ojos, sintiendo la mezcla de emociones que la embargaban. Dio instrucciones a Alejandro sobre cómo encontrarla en el hotel y luego colgó, preparándose mentalmente para la conversación que se avecinaba.

Pocos minutos después, hubo un suave golpe en la puerta de su habitación. Isabella abrió con cautela y se encontró con el rostro serio y preocupado de Alejandro.

—Entra —dijo ella, su voz apenas un susurro.

Alejandro entró y cerró la puerta detrás de sí, mirándola con intensidad.

—Isabella, lo siento mucho. No quería que llegaras a esto. Pero necesito que entiendas por qué hice lo que hice.

Isabella lo miró fijamente, su expresión una máscara de determinación y dolor.

—Quiero escucharlo todo, Alejandro. La verdad completa.

Él asintió lentamente, tomando asiento frente a ella. Comenzó a hablar, explicando los desafíos y las presiones que enfrentaba en su carrera, las decisiones difíciles que había tenido que tomar para mantener el negocio de su familia a flote. Admitió sus errores y las malas decisiones que había tomado, todo en un esfuerzo por proteger lo que más valoraba: su familia y su futuro con Isabella.

Isabella escuchó en silencio, absorbiendo cada palabra con atención. A medida que Alejandro hablaba, vio la humanidad detrás de las decisiones difíciles que había tomado. Comprendió la complejidad de su situación, pero también reconoció el impacto profundo que esas acciones habían tenido en su relación y en su confianza mutua.

Cuando Alejandro terminó de hablar, hubo un momento de silencio tenso entre ellos. Isabella se tomó un momento para procesar todo lo que había aprendido, sintiendo cómo las piezas del rompecabezas finalmente encajaban en su mente.

—No puedo decir que entiendo completamente, Alejandro. Pero sé que necesitamos trabajar juntos si queremos superar esto —dijo ella finalmente, su voz firme pero cargada de emoción.

Alejandro la miró, su mirada llena de gratitud y esperanza.

—Te prometo que haré todo lo posible para enmendar mis errores, Isabella. Quiero reconstruir nuestra confianza, paso a paso.

Isabella asintió lentamente, sintiendo un atisbo de alivio mezclado con la persistente incertidumbre.

—Necesitamos tiempo. Para sanar y para aprender a confiar nuevamente.

Alejandro asintió, tomando su mano con suavidad.

—Tomaremos todo el tiempo que necesites, mi amor. Estoy aquí para ti, en cada paso del camino.

Con esas palabras, Isabella sintió un rayo de esperanza. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero también sabía que estaban juntos en esto. Con determinación renovada, se preparó para enfrentar los desafíos que vendrían, sabiendo que, con el tiempo y el esfuerzo mutuo, podrían encontrar una manera de construir un futuro más fuerte y más honesto juntos.