Parte Primera, Capítulo Quinto: Anomalía.
Se encontraba en una situación sin retorno, atrapado en la oscuridad de la soledad. Lo que una vez consideró desconocido ahora se extendía ante él como una vieja amiga, una presencia sin cuerpo ni rostro. Escuchaba el eco vacío de la nada, sin poder sentir siquiera una extremidad. En esa penumbra sin forma, era incapaz de verse a sí mismo para verificar su propio estado.Entre las sombras más profundas, escuchaba susurros, voces apenas audibles. No podía hacer nada, apenas lograba razonar lo suficiente como para cuestionarse si aún estaba vivo.En los momentos en que su consciencia ganaba terreno, la oscuridad retrocedía como invitándolo a adentrarse en el sendero de la memoria. Era una sensación extraña, una paz fría y desprovista de esperanza.Los sonidos que escuchaba se entremezclaban, confundiéndolo mientras la oscuridad se transformaba en tierra que se precipitaba hacia él. Un sinfín de imágenes y sensaciones lo envolvían, una danza caótica en medio de la penumbra.Algunos recuerdos eran frescos, como si acabaran de suceder. Sin embargo, entre las escenas que revivía, había momentos de su vida que creía haber enterrado en el olvido.Recordaba su primera comida caliente, su primer baño con agua limpia, la primera pijama que tuvo... y su primera cama. Y luego estaba la presencia constante de su padre, quien siempre estaba ahí para despedirlo cada noche y saludarlo en cada desayuno.Shinki estaba revisando su vida, como si estuviera viendo una película sobre la vida de alguien más. En ese momento, reflexionaba sobre el motivo por el cual el Kazekage había decidido adoptarlo, un niño de las calles."Porque no tenía otra opción. Todos lo estaban observando, y Gaara-sama es bastante astuto. La razón por la que no te desechó fue porque el rumor de que tú eras su hijo llegó antes de que pensara en deshacerse de ti."Aunque no pudo sentirlo, Shinki dejó escapar un suspiro mientras los recuerdos fluían junto con la sombría tierra que se estrellaba contra su rostro insensible.Shinki del Desierto. Ese era él, el único hijo del joven Kazekage de la Arena.Aunque no eran padre e hijo biológicos, compartían muchas similitudes. Algunas de estas similitudes no se mencionaban en su presencia, pero Shinki las escuchaba con frecuencia en las conversaciones de los adultos.Escuchaba historias sobre cómo su padre conquistó el respeto de sus compañeros con su lealtad y honor, sobre las amistades que forjó fuera de las murallas de la Arena, y sobre la madurez que adquirió rápidamente debido a su doloroso pasado.Todo eso fue el camino que Shinki siguió cuando la gente comenzó a reconocerlo como el Hijo del Kazekage.A medida que crecía y comprendía mejor, Shinki llegaba a entender más profundamente los eventos de los que su padre rara vez hablaba con orgullo.Si Shinki hubiera nacido en una época diferente, es probable que no hubiera sido rescatado. Podría haber muerto de hambre o, aún peor, haber sido asesinado.Desde temprana edad, los adultos temían su poder. Incluso su propia madre lo abandonó después de un incidente en el que, sin darse cuenta, obligó a su padre a rozar las profundidades del Inframundo con el hierro controlado por el joven Shinki de apenas seis años.Desde el principio, estuvo solo debido a esa afinidad innata que siempre lo acompañó desde su nacimiento. Cuando su familia encontró una excusa para deshacerse de él, Shinki se vio obligado a enfrentar las calles a una edad temprana.Sin embargo, su padre, la figura más importante en su vida, finalmente lo rescató de la oscuridad. Por primera vez, Shinki sintió alivio. Su padre fue la primera persona que logró sobrevivir a sus ataques, ya que poseía la misma habilidad que el joven Shinki.¿Qué habría sido de él si su padre no lo hubiera reconocido? ¿Y si aquel incidente se hubiera manejado de manera diferente y el Kazekage no hubiera intervenido?¿Shinki habría seguido viviendo en la Arena?Abandonado por sus padres, quienes partieron en direcciones desconocidas, Shinki se encontraba solo en el mundo. A excepción de su padre, el Kazekage, no tenía a nadie más a quien llamar familia. Ni siquiera sus abuelos estaban vivos en aquel momento, y sus pocos primos lo rechazaban.Una vez, su padre le hizo una pregunta que Shinki recordaba claramente, aunque no podía precisar cuándo exactamente tuvo lugar, dada su situación actual. Estaba seguro de que fue antes de la catástrofe en la Arena.— ¿Consideras que te he dado una buena vida? — Preguntó el Kazekage, cuestionando su propia paternidad. —Shinki, sorprendido por la autocrítica de su padre, respondió rápidamente:—¡No veo razón para decir lo contrario, padre! Me has dado techo, comida, ropa limpia, una cama donde dormir. Incluso has descuidado tus deberes en muchas ocasiones para estar conmigo.Ese día, tanto su padre como los adultos que lo rodeaban parecían comportarse de manera extraña, como si estuvieran asegurándose de no alejarse demasiado de Shinki.A pesar de sus intentos constantes por obtener respuestas, Shinki siempre salía perdiendo. Finalmente, su persistente curiosidad llevó a su padre a llamarlo directamente a su oficina.En esta ocasión, su padre no hablaba como el Kazekage, sino como su padre; el hombre que rara vez veía cuando el Kazekage se retiraba a descansar.— Ya veo. — Respondió su padre, con una expresión casi resignada y cansada, lo que preocupó al joven Chunin de cabello castaño. —Los desacuerdos entre Shinki y su padre eran escasos, podrían contarse con una sola mano. Esta sería la primera y última vez.Gaara, de treinta y tres años, apoyó los codos en su desordenado escritorio, que estaba repleto de papeles sospechosos y preocupantes para Shinki. Ocultando la mitad inferior de su rostro tras sus manos entrelazadas, le dio a Shinki la noticia que él había temido recibir.Las palabras de su padre parecían deslizarse entre los labios de Gaara. Para Shinki, acostumbrado a ver a su padre siempre correcto en su habla, resultaba extraño notar una falta de interés en su tono.Con una mirada caída y sombría, Gaara por primera vez en su vida, dirigió una mirada penetrante y serena hacia su hijo. La tensión entre ambos era palpable, algo que nunca habían experimentado antes, especialmente no viniendo de Gaara hacia su propio hijo.— Dime, Shinki. ¿Realmente crees que tener una buena vida se reduce a eso? — El tono severo y cansado de Gaara hizo que Shinki tragara saliva con dificultad. — Amor, apoyo, protección... te ofrecí todo. Todo lo que me negaron de niño, te lo di a ti. Estoy seguro de que, si no hubiera ocupado este cargo en mi vida, no considerarías tener una cama y ropa limpia como una buena vida. Simplemente necesitas tener a una persona importante a tu lado.— Padre... — Shinki se arrepintió al instante de sus palabras, al ver la expresión de su padre. — ¿Te sucede algo, padre?Este fue el primer enfrentamiento significativo que Shinki tuvo con su padre. No fue explosivo ni digno de las leyendas que rodeaban las hazañas de su padre y su abuelo. Pero para Shinki, simplemente recibir esa mirada de desaprobación fue suficiente para partirle el corazón.Muchas veces pensó en esa reunión. Fue la última que tuvo con su padre, y la separación duró unas dos semanas.El ciclo fue el mismo. Cada misión era más sencilla que la anterior, y los días de descanso eran más extensos. Shinki gastó sus descansos, reflexionando sobre aquella reunión.Las noches mirando al techo se hacían infinitas. "¿Quién era Shinki? ¿Qué fue de su vida una vez que tomó el puesto de Kazekage?"Algún día, será todo lo que se preguntará. Y él no tenía la respuesta para ninguna de esas preguntas.Su padre lo había estado protegiendo todo este tiempo. No creció por él mismo. Su padre tuvo que sufrir para madurar, y Shinki solo tuvo que disfrutar de una cama y descansos externos para estar satisfecho.¿No era eso ser alguien bastante conforme con lo incorrecto?¿Qué era lo que su padre quería obtener de él? ¿Qué era lo que padre quería decirle?Su mirada de aquel entonces... reflejaba las ganas que tenía de escupirle todo a Shinki. Pero actualmente, el mismo Shinki estaba de acuerdo con el Gaara de esa vez, en no decirle nada. No sé lo merecía.Porque alguien que no pudo enfrentarse al futuro asesino de su padre no merecía conocer la verdad de boca del Kazekage.Shinki no era nada. Ser adoptado por ese hombre no cambió nada en él.Sus oídos no escucharon los gritos de su padre. Su cuerpo no reaccionó cuando la Arena lo obligó a retroceder, y su mente en ese momento solo se preguntaba qué había desencadenado ese ataque a la aldea.Si tan solo hubiera escuchado a su padre, tal vez habría entendido la amenaza que esa persona representaba.— La muerte del heredero es la llave para acceder al demonio de la Arena. Cuando el recipiente se vacíe, se abrirá paso a la anomalía del sellado. Cuando obtengas el poder de esa anomalía, podrás controlar al demonio. Tenerlo te otorgará poder y respeto. La aldea de la Arena se rendirá a tus pies una vez que la vasija que lo contiene esté en tus manos.Todo ocurrió demasiado rápido. De repente, su hogar fue destruido junto con su padre. Y luego, Shinki se encontró prácticamente postrado en la Arena, mientras un hombre de capa pesaba sobre su espalda ante los ojos de los sobrevivientes de la catástrofe.Sus amigos estaban entre los espectadores, como todo el mundo, y estaban aterrados. Shinki solo pudo escuchar golpes secos y el choque de kunais, para luego oír los gemidos de sus dos compañeros de equipo.Yodo y Araya fueron derrotados en un abrir y cerrar de ojos.Entonces, todo se desvaneció en gris, y solo la presión del viento se apoderó de sus oídos. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba en el aire, desplazándose rápidamente hacia un destino desconocido. En cuestión de minutos, calculó que estaba bastante lejos de sus amigos, y poco después, la oscuridad se apoderó de su mente.Fue solo por un segundo, un breve instante, que tuvo la oportunidad de ver a su atacante. Un hombre de cabello azul, con una presencia imponente y severa, manteniendo distancia de un ninja de Konoha.— Konoha ha llegado... finalmente una aldea ha llegado. — Pensó Shinki mientras se desvanecía hacia la inconsciencia. — Alguien tiene que salvar a la Arena. Alguien tiene que salvar a mi padre.A los ojos de los demás, Shinki era un niño cuya existencia fue asegurada desde el momento en que su padre lo miró por primera vez. Pero para él, el simple hecho de seguir respirando era la prueba de que todo lo que su querido padre le enseñó no se había perdido.Ojalá lo hubiera entendido entonces, cuando su padre apenas tocaba el desayuno. Tal vez si hubiera tenido el valor suficiente para indagar más y demostrar su madurez, él y su padre habrían compartido un último recuerdo satisfactorio, incluso si el Kazekage se estaba sacrificando por los suyos.Pero ahora era demasiado tarde. Cuando Shinki cerró los ojos, el mundo continuó girando a su propio ritmo. Nadie iba a esperar a que su madurez llegara.— Es mejor así. — Afirmó en el silencio del oscuro paisaje de su mente. — No pude hacer nada. Y todos ellos están mejor sin mí.Cuando Shinki era pequeño, hubo muchas veces en las que enfrentó desafíos que parecían insuperables. Su padre siempre estaba ahí, ofreciendo una mano amiga o alguna conversación que pudiera distraerlo de sus problemas.Pero Shinki no recordaba haber enfrentado esos problemas. Y eso que era bastante bueno recordando.Su padre, discreto y fiel a sus ideales, nunca lo presionó ni lo desanimó a enfrentar sus propias batallas. En todo momento, Shinki fue guiado por sus compañeros de equipo.¿Por qué nunca se detuvo a pensar en eso? Ahora que tenía más tiempo para reflexionar, podía ver claramente los vacíos en los recuerdos que perfilaban la figura de su padre en su vida.A pesar de ser el Kazekage, seguía siendo su padre... ¿Por qué nunca le dijo nada? Incluso sabiendo lo que se avecinaba, ¿por qué su padre nunca se tomó un momento para hablar con él?Creyó que sería una buena idea reírse de sí mismo. Pero ni siquiera tenía ánimos para eso.Su padre había deseado hablar con él. Había altas posibilidades de que quizás Shinki fuera la esperanza en sus ojos, y él mismo lo echó a perder con una vaga respuesta.Ahora estaba enfrentando las consecuencias de ser negligente con sus atenciones. Esto era lo que merecía por ser un Ninja ingenuo. No, ahora no podía considerarse uno.Yodo y Araya estarían mejor sin él. Siempre recurrían a él para todo, y si daba órdenes en estas condiciones, lo más probable es que los pusiera en peligro.— Solo espero que no se preocupen tanto por mí... — Susurró, con un último aliento antes de caer en los brazos de la inconsciencia nuevamente. —Al menos pudo confirmar brevemente que seguía con vida...En la Residencia del Kazekage, no se percibía la misma tensión que en Konoha en estos momentos. Los ninjas de la Arena no estaban tan activos como Yamato hubiera esperado, y no se veían corriendo de un lado a otro entregando documentos.No era porque hubiera escasez de órdenes por parte del líder de la villa. Por el contrario, el Kazekage solía encargarse personalmente de la mayoría de los asuntos una vez que recibía los documentos. No era como la Hokage, que prefería actuar en las sombras.Por ahora, los únicos que Yamato pudo etiquetar como "apurados" eran aquellos que ni siquiera caminaban tan rápido. Llevaban montones de papeles en brazos, que entregaban en oficinas no muy lejanas de donde se encontraba Yamato en ese momento.Al ver pasar al ninja frente a él, ya sumaban seis los que había saludado brevemente.— No parece que esté ocurriendo nada por aquí. — Supuso, indagando más mientras se apoyaba en la pared del pasillo. — Konoha ha estado muy agitada últimamente. Aquí, en cambio, no parecen ni estar enterados. Seguro que la Hokage-sama quiere evitar más revuelo.El Anbu de Konoha simplemente observaba lo que sucedía, ajeno a todo. Temari había acompañado a los médicos para llevar al joven ninja a un lugar más privado y asegurar su vida para poder interrogarlo cuando despertara.Yamato se quedó en blanco cuando el niño fue puesto en su espalda. Durante el camino, intentó hacer que Temari, la joven hermana mayor del Kazekage, recordara quién era el joven que llevaban consigo.Sin embargo, todos sus esfuerzos fueron en vano. En el trayecto, Temari no logró recordarlo, y para empeorar las cosas, admitió que no se acordaba de todos los nombres o rostros de los ninjas de la aldea. Esa no era precisamente su responsabilidad.Aunque Temari ya era mayor de edad, seguía siendo relativamente joven, y era característico en ella desentenderse de ciertos asuntos.Unas voces provenientes del pasillo atrajeron la atención de Yamato. Apartó su espalda de la pared para presentarse adecuadamente ante la dueña de la voz que escuchaba. Temari se acercaba con un ninja a su lado, intercambiando información sobre lo que habían observado en su camino de regreso.El ninja de la Arena, que no parecía tener más de veintidós años, tomaba notas de lo que Temari le transmitía en una tabla de papeles que llevaba consigo.— Prepara todo y avisa a Kankuro. Los ninjas de Konoha tienen información que Gaara necesita.— Gaara-sama está ocupado en este momento. ¿Es apropiado interrumpir la reunión que tiene planeada con los miembros de su consejo?La rubia se volvió bruscamente hacia el ninja que la acompañaba. Su impaciencia era evidente en su expresión y no quería retrasarse ni un minuto más en la discusión.Frunciendo el ceño y apretando los puños a los costados de su cadera, demostraba lo difícil que le resultaba ser paciente como hermana del Kazekage.— ¡Antes de eso! ¡Konoha ha venido a informar de algo urgente! ¡No se trata de una reunión normal!— ¡S-sí! — El chunin de la Arena asintió, protegiéndose momentáneamente detrás de la tabla que llevaba en la mano. Temía ser devorado por la mirada verde de Temari. — ¡Voy a informar inmediatamente a Kankuro-sama para que supervise la situación del chico!Desde las ventanas del pasillo, se podía observar cómo el ninja hacía una reverencia muy bien ejecutada hacia la hermana mayor del Kazekage. Apenas dos pasos después de dar la espalda a Temari, el terror en los ojos del shinobi era evidente.Temari siempre fue conocida por su fuerte carácter, así como por su potente voz, similar a la de su hermano, el Kazekage, que resonaba hasta en las colinas blancas del País del Hierro.Un solo grito de Temari podía arruinar todo tu día, y nadie se atrevía a enfadarla.— Lamento la demora. — Dijo ella, dejando escapar un suspiro que liberaba la tensión acumulada. —Yamato asintió en señal de comprensión y esperó a que se acercara para discutir lo que tenían pendiente.— Todo está bajo control. El chico está respondiendo bien al tratamiento. — La noticia alivió la preocupación que había estado pesando en el pecho de Yamato. Por fin podía respirar tranquilo, sin el amargo sabor del fracaso en la boca. —El joven había estado gravemente herido cuando lo encontraron, y temieron lo peor.— ¿Qué tan grave son sus heridas? — Se aventuró a preguntar Yamato. —— Bueno... las heridas más serias son dos costillas rotas y un hombro dislocado. Pero lo demás parece estar bien. No sabremos más hasta que despierte.— Entiendo.Un incómodo silencio se apoderó brevemente de la breve conversación. Temari le lanzó a Yamato una mirada interrogante, sin intención de ser ofensiva.No tenía idea de quién era el joven inconsciente. Las coincidencias eran perturbadoras. Que un ninja de Konoha se encontrara con él y fuera el precursor de los mensajeros originales ya era una coincidencia considerable.Pero más allá de eso, no podía entender por qué un niño, aparentemente un ninja de la Arena, estaba involucrado en un ataque enemigo del cual parecía que Konoha tenía información.Así que, asumiendo el riesgo de entrometerse en un mensaje secreto para el Kazekage, Temari decidió cuestionar.— ¿Qué tipo de mensaje traen los mensajeros en camino que requiere que tú despejes la ruta? — Preguntó Temari, tocando un tema serio. —El Anbu de Konoha dejó de lado su preocupación por el joven inconsciente y se enderezó. Temari había tocado un punto importante.— Lamento decir que ese no es mi rol. — Respondió Yamato. — Si la Hokage los envió, es porque probablemente traen información más relevante que la mía. Después de lo que hemos vivido, cualquier cosa puede suceder.— ¿Qué han vivido? — Preguntó ella, sorprendida por la información abstracta que estaba recibiendo. — ¿Y esa situación requiere nuestra ayuda? ¿Hay algo que solo Gaara pueda manejar?— Debido a ciertos asuntos, la Hokage no puede confiar en nadie más. Gaara-kun es el único al que está dispuesta a confiarle todo.— Si ese es el caso... — Murmuró Temari, procesando a medias sus palabras. — Entonces, ¿esto tiene que ver con Naruto? De lo contrario, no veo por qué necesitarían a Gaara.Yamato guardó silencio. La reacción fue suficiente para Temari al verlo cerrar los ojos.Gaara y Naruto mantenían una relación bastante cercana. Considerando que Gaara tenía pocas relaciones personales, siendo Kazekage, nunca había tenido una figura similar a la de un amigo hasta que Naruto entró en su vida, cuando la oscuridad ya lo había envuelto por completo.— Entiendo... entonces el problema debe ser grave.— Tiene razón. — Respondió Yamato, un tanto vacilante al hablar fuera de su misión principal. — Lo último que supe es que Tsunade-sama lo envió a investigar algo relacionado con lo sucedido. Pero está claro que la principal preocupación de la Hokage es evitar que Naruto se involucre.— Akatsuki ya ha capturado a Gaara. No es ningún secreto que están tras Naruto también. — Comentó la rubia con resignación. — Están utilizando las rutas que conectan el País del Viento con la Tierra del Fuego. ¿Estará bien Naruto en esa misión?— Kakashi-senpai está con él. — Reveló el castaño con calma en su rostro. — En resumen, Naruto se dirigirá en dirección opuesta a Konoha. Por lo tanto, hay pocas posibilidades de que se encuentren.— Esperemos que así sea. Hay demasiado en juego como para dejar a la Arena desprotegida. — Dijo Temari, mirando por encima de su hombro. —La persona a la que se referían no estaba presente, pero no era necesario profundizar para identificar de quién hablaban.— Ese Gaara... sería el primero en partir si Naruto fuera capturado.— Sí, parece que sí. — Respondió Yamato con una risa forzada. —No era ningún secreto el vínculo cercano entre Gaara y el Ninja Rubio. La amistad que compartían era evidente, y Gaara estaba dispuesto a ofrecer cualquier tipo de ayuda como Kazekage en caso de que algo afectara a Naruto.En lo más profundo, Yamato respetaba la voluntad y el liderazgo del joven Kazekage. Él tenía sus propias responsabilidades como líder de su aldea, y Gaara cumplía con ambas de manera que no parecía forzada, sino que surgía genuinamente desde su corazón.— Sobre el chico... — Murmuró Yamato, atrayendo la atención de Temari. —Ella arqueó una ceja, anticipando la pregunta.— ¿Nadie sabe quién es el muchacho? ¿Se ha podido localizar a su familia? — Preguntó Yamato, fijando su mirada en Temari. —Luego, como si la amargura de la incertidumbre la envolviera, frunció el ceño mientras apartaba la mirada.— No hemos encontrado nada. — Lamentó con pesar. — Aunque lleve el uniforme y la bandana, no significa necesariamente que sea uno de los nuestros. Pero tampoco podíamos dejarlo desamparado. Aún no sabemos quién es ese chico.— ¿Nada...? ¿No es un Genin tampoco? — Inquirió Yamato. —Temari negó con la cabeza.— Esto no augura nada bueno. — Murmuró Yamato en voz baja, mientras el escrutinio de Temari lo mantenía en el punto de mira. — Ese niño era el objetivo principal del hombre que lo atacó. Parecía conocerlo.— Eso no prueba que sea de nuestra aldea. — Objetó Temari. — Revisamos los documentos, reunimos a todos los Genin y Chunin de su edad, pero ninguno reconoce las características del chico.— No quiero precipitarme, Temari. Ni mucho menos ser descortés con tu hospitalidad, teniendo en cuenta que llegué de improviso. — Dijo el castaño. — Pero estoy seguro de que este incidente está relacionado de alguna manera con lo que los mensajeros le dirán a Gaara-kun. Solo tenemos que esperar a que el chico despierte. Entonces sabremos por qué llevaba puesto el uniforme de la aldea de la Arena.— Es verdad... — Reconoció Temari, sorprendida por el nuevo enfoque en el mensaje que estaba por llegar. — Es demasiado pronto para sacar conclusiones precipitadas.La rubia, ansiosa por escuchar el mensaje, se mordió el labio inferior. Le preocupaba que fuera algo realmente grave. Si la Hokage estaba guardando el asunto con tanto celo, debía ser urgente.Sin embargo, Temari también temía que esto pudiera perjudicar a la Aldea de la Arena de alguna manera. No es que no estuviera dispuesta a ayudar a Konoha; al contrario, eran aldeas aliadas, y su hermano menor ya había forjado amistades allí. Y ella también.¿Qué era tan serio? ¿Qué no podían revelar de antemano?Por ahora, solo podía especular sobre el otro extremo de la verdad. Si este caso estaba vinculado a los asuntos de Konoha, entonces debía estar preparada y obtener información antes de que llegara el mensaje.Después de todo, el primero en escucharlo sería su hermano, no ella.— El hombre que te atacó... — comenzó ella, mientras Yamato la miraba. — ¿Dijo algo más? ¿Expuso sus intenciones?— Es fácil responder a eso. Pero no hay mucho que decir, realmente. — Respondió el Anbu, visiblemente decepcionado consigo mismo. — Ese hombre... mencionó algo sobre honor, dinero, poder y respeto. Se refería al muchacho como un botín, no como un rival planificado.— Entonces, es posible que haya estado siguiendo al chico durante un tiempo. — Teorizó la rubia de la Arena. —Yamato no desestimó esa posibilidad.— El muchacho no pudo decirme nada. Ya estaba inconsciente cuando finalmente nos pusimos a salvo. — Informó él. Al recordarlo, el Anbu bajó la mirada al suelo. — Pero él... no solo mencionó esas cosas sobre el chico. Al menos, esa es la impresión que me quedó después de reflexionar.— ¿Sobre qué? ¿Te refieres al chico?El Anbu de Konoha negó con la cabeza.Sus ojos se desviaron hacia Temari. Era la primera vez que expresaría la conclusión que había construido en su mente hacía casi media hora.— Ese hombre mencionó la palabra "Mina".Un destello, un destello de la verdad oculta, los dejó momentáneamente aturdidos. Temari se mantuvo alerta, pensativa ante lo que acababa de escuchar.Pero finalmente, con calma y con los ojos abiertos, preguntó:— ¿"Mina"?— Sí. — Confirmó Yamato. — "Mina".— Escúchame, Perro de Konoha. Te advierto que no te entrometas más en este asunto. ¿Entendido?La voz del responsable de las heridas del muchacho resonó en la memoria de Yamato.— Esto es asunto mío. ¡He encontrado una Mina de Oro y no permitiré que me la quites!Con un gesto de confusión, Temari miró fijamente a Yamato. Le tomó unos segundos comprender la situación. Para Temari, esos breves segundos de retraso eran una fuente de frustración.— Una 'Mina de Oro', ¿eh? — Suspiró ella, reflexiva. —Después de apoyar la barbilla en su mano y cerrar los ojos brevemente, la hermana del Kazekage comprendió la gravedad de la situación.Volvió su mirada hacia Yamato. Sabía que él ya había llegado a la misma conclusión.— Ese chico no es el único, ¿verdad? — Dijo ella con resignación. — "Mina de Oro". Ese niño probablemente era solo uno de varios objetivos.— Esa es una posibilidad que no podemos ignorar. Pero todavía no tenemos certeza. — Respondió Yamato con cautela. —— Pero podría ser la realidad. — Temari respaldó la teoría de Yamato, aunque él mismo la consideraba con precaución. — Aún no sé qué mensaje estamos esperando, pero tenemos que empezar a actuar ya, ¿no crees?— Tienes razón. — Asintió el Anbu castaño. — Sería prudente adelantarnos mientras esperamos a los mensajeros.— Muy bien. En ese caso...Temari se dirigió a Yamato con determinación, preparada para tomar medidas decisivas.— ¡Eh, tú! ¿Hay alguna novedad sobre el herido que trajimos? — Preguntó Temari desde el pasillo, sin moverse de su lugar. —Un ninja que salía apresurado de una oficina cercana respondió de inmediato.— Está fuera de peligro y estable. — Informó, aunque frunció el ceño con preocupación. — Pero aún no muestra signos de querer despertar.— Suficiente. — Murmuró Temari para sí misma. Luego se volvió hacia Yamato. — ¿Vienes?Cuando los ojos de la rubia se encontraron con los de Yamato, este apenas pudo articular una respuesta.— ¿Perdón...?— El chico. — Le recordó ella. — Estabas preocupado por él, y además tienes más información sobre este asunto que yo. Tal vez revisarlo nos ayude a conectar algunos puntos relacionados con el mensaje que estamos esperando.— Si no hay problema, no me opongo a acompañarte.— Perfecto. Entonces, vamos. — Concluyó Temari, comenzando a caminar seguida de Yamato. — Los médicos podrán informarme más. Y si tenemos suerte, quizás despierte antes de que lleguemos y pueda hablar con Kankuro.El sonido de sus pasos se perdió en los pasillos de la residencia del Kazekage.Aquello resonaba como un eco, extendiéndose hasta las profundidades de lo invisible para aquellos que viven en la oscuridad de la ignorancia; la perpetua ignorancia del futuro inmediato, el destino que espera a cada uno.Desde el momento en que el chico fue resguardado en los brazos de Yamato, estuvo protegido del daño externo, lejos de las maldiciones que podrían haber caído sobre él y sus amigos.¿Podría ser este el resultado de la preocupación de sus compañeros?— Y es por eso que sigo creyendo que mi plan es más conveniente. — Dijo con orgullo uno de los miembros del consejo. —Su mirada altiva elevaba tanto su bigote que parecía casi flotar, en un intento por proyectar grandeza.— La Arena no solo estará protegida de Akatsuki, sino también nuestro Kazekage. — Afirmó. —Gaara, que no había dicho ni una palabra desde que el hombre comenzó a hablar, ignoró la vacilación que se mostró al mencionar su posición.Sabía muy bien que no era muy querido por muchos. Aunque todos reconocían que había protegido la aldea con su vida cuando Akatsuki lo atacó, había miembros del consejo que no estaban satisfechos con su regreso.El hombre, con su falsa discreción, era uno de ellos.— ¿Aislar por completo a la Arena? — Otro miembro del consejo, ubicado varios asientos lejos del primero, se apresuró a expresar su opinión. — Perdónenme si mi tono es brusco, Yasu-Dono, ¡Pero esa idea es simplemente una locura!— Una atrocidad. — Agregó otro miembro, con calma. — Si me permite.— Como puede ver, no soy el único que piensa así. ¿No le parece bastante revelador? — Se burló el segundo, rechazando la propuesta de Yasu. — Condenar a nuestra aldea a la oscuridad y la privación... ¡Eso no es protección! Estaremos negándole derechos a nuestra propia gente.— Sin considerar a la población. — Intervino el tercer miembro, conocido por sus opiniones objetivas y su falta de interés en la política. — Me indigna la idea de estar encerrado aquí. Tengo una vida, ¿sabe? Una familia a la que no he visto en años. Amistades que trascienden la política. Además, ocultarnos no garantizará nuestra supervivencia por mucho tiempo.— Eso está por verse. — Interrumpió Yasu, el hombre que pretendía ser distinguido. — Konoha es nuestra aliada, ¿no es así? Ellos podrían proporcionarnos ayuda alimentaria, y a cambio podríamos ofrecerles hierbas medicinales, que, aunque escasas incluso en su lugar de origen, son muy valoradas por otras aldeas.El tercer miembro se cruzó de brazos bajo sus mangas largas, mientras que el segundo sacudió la cabeza en desacuerdo. El tercero cerró los ojos, bajando la mirada.— Sigue sin convencerme. — Afirmó con firmeza. —— Ni siquiera está haciendo un esfuerzo. — Murmuró el segundo miembro en voz baja, denotando su descontento. — Solo nos está dando más razones para rechazar esa idea.— Hm. Yo sigo creyendo que es la mejor opción. — Bufó Yasu, desviando la mirada. —— ¿Y qué crees tú que van a quitarle a Gaara? — Intervino la voz del segundo hijo de la familia principal de la aldea de la Arena, resonando en la sala de reuniones. A su lado, aunque ligeramente apartado debido al tamaño de la mesa, se encontraba su hermano menor, el Kazekage, Gaara. —El Kazekage mantenía una expresión impasible, tranquila frente a las discusiones que tenían lugar a su alrededor. Permanecía imperturbable, como un soldado ajeno al conflicto que se desarrollaba ante sus propios ojos. Sus manos estaban entrelazadas sobre la mesa, mientras escuchaba atentamente las palabras del consejo.Esta escena era familiar para Gaara, quien había experimentado estas situaciones en sus primeros días de liderazgo. Al principio, los miembros del consejo intentaron reprenderlo por su aparente falta de atención, pero después de semanas de indiferencia por parte del joven Kazekage, los regaños cesaron, dejándolo a él como el vencedor en su silenciosa rebeldía.— ¿Secretos? ¿Quizás algo que la Arena esté ocultando? – Cuestionó Kankuro, mostrando su desacuerdo con las ideas de Yasu. — Gaara ya no alberga al Bijuu. Shukaku ya no está dentro de él. Por lo tanto, Akatsuki ya no tendría motivos para ir tras Gaara. — ¿Y qué se espera de nosotros? — Se defendió Yasu, visiblemente molesto. — Tal vez no estén tras el Kazekage, pero aquí residen personas prominentes, yo incluido. Kazekage-sama puede considerarse afortunado de estar vivo, pero ¿qué pasará con nosotros? No contamos con una anciana dispuesta a sacrificarse por nosotros, si me permiten expresar mi opinión, por supuesto.Las palabras de Yasu fueron interpretadas como una provocación hacia la paciencia de los demás miembros presentes en la reunión.En la sala de reuniones, había un total de siete personas, todas ellas miembros del consejo, además del Kazekage y su hermano, Kankuro. Al principio, se esperaba que la discusión se centrara en asuntos como el mantenimiento de los edificios y la ampliación del hospital, así como en revisar la propuesta que Gaara había estado considerando desde hace algún tiempo.Sin embargo, ya habían pasado treinta minutos y aún estaban en ello. Desde el inicio de la reunión, Yasu había utilizado gran parte del tiempo opinando sobre asuntos triviales, como las labores en los lugares de servicio gratuito para civiles y la supuesta "protección" que la aldea tendría si se aceptaba su idea.Su propuesta revolucionaria consistía en aislar por completo la villa, minimizando al máximo el contacto con el exterior y limitándose a comunicarse únicamente con las aldeas aliadas dispuestas a colaborar. En esencia, la aldea recibiría más de lo que daría, ya que Yasu controlaba el suministro de hierbas medicinales y se negaba a intercambiarlas, sabiendo que eran su único recurso de valor en esa reunión.Tras un suspiro pesado, Kankuro dejó de lado su molestia y mostró una mueca de descontento. Aunque no estaba completamente enojado, estaba claramente fastidiado por tener que entablar conversación con alguien como Yasu.— ¿Por qué insistes en esta idea tan descabellada, Yasu-Dono? — Preguntó Kankuro con un tono agrio, sabiendo que la idea había sido rechazada por su hermano desde que Yasu abrió la boca. —Pero era necesario gastar saliva para asegurarse de que la razón del rechazo quedara más que clara.Yasu lo miró con mínima sorpresa, también sintiendo el desagrado de dialogar con Kankuro. Sin encontrar otra salida, desvió la mirada y realizó un gesto con la mano.— La aldea de la Lluvia lo hace, ¿verdad? Está desconectada del mundo, pero hay rumores de que viven bien allí. — Reveló sin darle mayor importancia al asunto. —Un suspiro escapó de los labios de Yasu.— Lo que daría por una vida tranquila...— Esto no se trata de ti, Yasu-Dono. – Lo regañó el tercer miembro sin ánimo alguno. – Está claro que no piensas en otra cosa.— Como sea. — Le espetó Yasu, irritado. — ¿Qué más puedo esperar de un hombre de hielo? Está claro que no sientes empatía por quienes te rodean.El énfasis en la repetición que utilizó Yasu fue evidente para todos en la sala, excepto para el tercer miembro, quien, ajeno al intento de provocación, se encogió de hombros con aburrimiento mientras miraba al vacío.— No es la primera vez que me dicen algo así. — Comentó él con indiferencia. — Y tampoco será la última.— Ya veo... se te nota. — Respondió Yasu, llevándose una mano a la boca mientras observaba de reojo al hombre impasible. —Estaba perplejo por lo hábil que era ese hombre para desentenderse de las groserías dirigidas hacia él. Kankuro ya se había hartado de la discusión sin sentido. Nunca hubo una, porque Gaara siempre declinaba de alguna forma los pedidos o recomendaciones de Yasu cuando involucraban a toda la aldea.Y a pesar de eso, el hombre siempre volvía con algo nuevo. Durante todo el tiempo que Kankuro estuvo al lado de su hermano, recomendó enfáticamente que Yasu se mantuviera alejado de reuniones de este tipo.Sin embargo, por primera vez, y de manera bastante anormal según el comportamiento habitual de su hermano, Gaara se giró hacia Kankuro con evidente interés.— ¿Por qué recomiendas eso? — Preguntó Gaara, dejando a Kankuro momentáneamente sin palabras. —En los días siguientes, el tema seguía surgiendo constantemente. Yasu se volvía cada vez más insistente, llegando al punto en el que Gaara no se molestaba por su presencia porque simplemente lo ignoraba.Yasu no era tonto del todo. Sabía perfectamente que el Kazekage lo ignoraba, pero se negaba rotundamente a rendirse. No pasaba un día sin que lo siguiera por los pasillos, tratando de entablar alguna conversación.— Estoy buscando equilibrio para la aldea. — Le había explicado Gaara a su hermano. — Para lograrlo, debo entender y escuchar a cada persona. Yasu es de gran ayuda en ese aspecto, y es conveniente que esté presente en las reuniones. Además, gracias a él, creo que todavía estás vivo, Kankuro.La observación sobre su supervivencia provocó una mueca en el rostro del experto en marionetas.Yasu, además de ser un miembro del consejo de la aldea oculta de la Arena, tenía a su cargo el cuidado y expansión de las plantas medicinales en todo el país del viento, no solo en la aldea. Poseía una habilidad excepcional para cultivar hierbas en los terrenos arenosos y un conocimiento único sobre las plantas que supervisaba.A pesar de su egocentrismo y su actitud ignorante, Kankuro no podía evitar sentirse agradecido de que Yasu fuera responsable de mantener disponibles las hierbas necesarias para su antídoto. Suspiró con resignación, dándose cuenta de que estaba perdiendo el tiempo al seguir pensando en el asunto.— ¡Kankuro-sama! — Un ninja chunin irrumpió en la sala de reuniones, firme junto a la gran puerta, su voz resonó en todo el recinto. —Kankuro se asomó por el respaldo de su silla, observando cómo el chunin parecía estremecerse ligeramente ante su mirada. Percibió su respiración agitada, indicando que había llegado hasta allí corriendo, lo cual le pareció notable.— ¿Qué sucede? ¿No ves que estamos en medio de una reunión? — Yasu no pudo evitar comentar en voz baja, despreciativo como siempre. —El chunin vaciló por un momento, indeciso sobre si entrar o no en la sala ante el comentario de Yasu. Kankuro solo rodó los ojos mientras le daba la espalda al hombre presumido que era Yasu.— Me harías un favor si entras y pones fin a esto de una vez. — Gruñó el titiritero, su comentario solo alcanzó a ser escuchado por su hermano, el Kazekage. —El ninja visitante se acercó rápidamente al lado derecho del Kazekage, asegurándose de no ser escuchado por los oídos agudos de los presentes. Llevó una mano cerca de su boca y susurró a Kankuro con urgencia.— Temari-sama te llama con urgencia al hospital de la aldea. — Informó el mensajero, mirando de reojo al Kazekage. — Un ninja de Konoha encontró a uno de nuestros ninjas no muy lejos de aquí, herido de gravedad. Además, hay más mensajeros en camino, parece ser algo que Kazekage-sama debe saber.— ¿Gaara? — Murmuró Kankuro para sí mismo, confundido. — ¿Por qué?— Tiene que ver con un Herido recién llegado, No es de La Arena; Pero Konoha afirma que puede estar enlazado con algo de sumo peligro. Temari-sama ha decidido llamarlos a ambos. — Respondió el ninja antes de alejarse. —Con la información en mente, Kankuro no tuvo más opción que reflexionar sobre lo que acababa de escuchar. Luego, miró a Gaara, como para comunicarle con la mirada que la reunión había llegado a su fin.— ¿Qué sucede? — El pelirrojo se adelantó en indagar, manteniendo su característica calma y serenidad. –Kankuro lo miró antes de levantarse de su asiento.— Les ruego me disculpen, señores, pero la reunión finaliza aquí. — Sentenció el experto en marionetas. —Las preguntas de los miembros del consejo no tardaron en llegar.— Entiendo su desconcierto, pero el Kazekage tiene algo importante que atender en este momento.Ante esa declaración, Gaara finalmente levantó el rostro de detrás de sus manos entrelazadas.— ¿Algo importante? — Preguntó. —Gaara no tuvo que moverse de su asiento. Su hermano mayor se había acercado a su lado y le susurró al oído las mismas palabras que le había dicho el Chunin anteriormente.El resto de los miembros del consejo quedaron a la espera de más respuestas, observando cómo la mano derecha del Kazekage le susurraba quién sabe qué, mientras el pelirrojo permanecía imperturbable.En cuestión de unos pocos segundos, Kankuro se había apartado del lado de su hermano. Gaara, ahora de pie, respondió con su característica serenidad.— Continuaremos con la reunión en otro momento. — Anunció Gaara a los demás miembros mientras se encaminaba tranquilamente hacia la inmensa puerta. — Espero contar con su comprensión.Un Kazekage joven, pero de gran madurez. A pesar de su edad, era capaz de medir sus palabras y tomar decisiones con sabiduría antes de actuar.En ese momento, los miembros del consejo contemplaban a un líder que los veía con una mirada diferente a la que solían recibir del Kazekage anterior. Era una mirada suave, sin rastros de pesar o molestia, unos ojos calmados capaces de percibirlo todo.A pesar de su juventud, Gaara poseía el don de elegir las palabras adecuadas para mantener el respeto de aquellos que lo merecían, incluso de aquellos a quienes él consideraba de poca importancia en sus pensamientos.Sentados tras la gran mesa de reuniones, cada miembro del consejo inclinó la cabeza en dirección al Kazekage, siguiendo su liderazgo.Todos ellos, seleccionados personalmente por Gaara, formaban parte del consejo para equilibrar el poder en las distintas ramas de la aldea.Gaara había aprendido esa lección de forma difícil cuando fue secuestrado. No permitiría que lo atraparan de nuevo, pero si llegaba el momento de necesidad extrema, tampoco dudaría en delegar responsabilidades en manos competentes para el bienestar de la aldea.Sabía a quién recurrir en caso de que tuviera que ausentarse de la aldea.