Subo corriendo a mi habitación cuando llego a la casa y cierro la puerta tras de mí. Espero que Rick reciba el mensaje, porque me apetece mucho estar sola en este momento. Los golpes en la puerta me indican que no lo ha hecho. Me seco los ojos lo mejor que puedo y abro la puerta.
—Raven, ¿qué ha pasado? —pregunta con voz preocupada.
—Nada, Rowena está en shock por su ataque. Ahora mismo no es muy partidaria de los hombres lobo, así que he pensado que lo mejor es que nos vayamos —digo con rigidez. Se acerca a mí y me levanta la barbilla para mirarme a los ojos.
—No me lo creo. ¿Qué ha pasado realmente? —dice en voz baja.
Su amabilidad es mi perdición. Dejo escapar un gemido y me atrae hacia sus brazos, estrechándome contra su pecho. Lloro suavemente mientras balbuceo frases entrecortadas.
—Ella no... quiere... verme... a mí. Por... ti —digo.
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