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Capítulo 4

Siguiendo a sus padres la muchacha saca la manzana de su mochila. Unos segundos más. Los ladrones ya se adentran donde habita el padre. La niña se queda vigilando y de lejos siente una mirada sobre ella. La mujer de la tienda de dulces. Una mirada de aprobación y la niña decide entrar con sus padres.

_Niña sal, qué te dijimos - el padre la fuerza con la mano - Tu trabajo es vigilar - la pobre niña asustada esconde la manzana y con los ojos aterrorizados su padre la ha descubierto - ¿Que tienes ahí hija?

Asustada, no sabe que hacer por lo que retrocede un paso atrás, pero este se agacha a su altura y su madre los observa, todos en silencio su padre la sujeta con fuerza de los brazos.

_Vamos hija, muestra a papá qué es lo que escondes.

La madre a escondidas se acerca detrás de la niña.

_¿Qué es esto niña? - la mujer la contempla con deseo y lujuria - Es hermosa...

El padre suelta a la niña, haciendo que caiga al suelo, los observa, sus ojos no dejan de mirar a la manzana dorada la cual los tiene alumbrados. Reluce más que nunca, por toda la carpa, más que todo el oro cristiano.

_Hija mía, esto es lo que buscamos, oro, puro oro - dice el hombre cegado por la manzana de oro - Nunca he visto tal preciosidad en la naturaleza.

_Sí, es increíble- la madre se la quita de las manos al padre - Nos haremos ricos... Viviremos en una casa grande...Ya no pasaremos hambre nunca más...- se acerca a la manzana como si quisiera darle un mordisco pero su marido rápidamente se la quita de los dedos y esta se enfada.

_Hay que cuidarla bien, no hay que jugar con ella, se la venderemos a Negro junto a la niña. Has hecho a papá y a mamá muy contentos.

_¿Cómo? Nos la tenemos que guardar, es un pase de oro a la riqueza, por si acaso - ambos la observan con los ojos abiertos de par en par. No dejan de quitársela uno del otro, hasta que se enfadan y empiezan a pelear.

De pronto un trueno suena muy cerca de ellos. La niña asustada sale de la carpa y uno de los soldados la ve.

_¡Eh niña!

Todos escuchan las palabras del padre, atentos, menos la muchacha de la tienda de golosinas, sonriendo, mira hacia arriba. El cielo se vuelve gris, la niña de pie no puede moverse, siente escalofríos y que algo va a pasa, algo inexplicable. Los truenos son más y más fuertes, pero no hay ni una gota de lluvia, y el cielo más oscuro aún. Los padres se pelean por la manzana y salen de la carpa, quedando al descubierto ante todo el público. Los soldados van a ellos pero sus ojos se posan ante la manzana. El padre Circus no se percata de nada, hasta que la manzana llega a sus pies.

_¿Qué es esto? - se agacha para recogerla, no deja de mirarla con ansia, la huele, la lame, como si fuera dulce para sus ojos - Deliciosa... - y con un mordisco, suena el trueno más grande. El pueblo da vueltas, unos gritan <<¡Brujas!>> Entonces la multitud se vuelve loca. Las campanas de la iglesia resuenan y resuenan, la mujer de los dulces ríe, mujeres tras suyo se acercan, de negro todas, bellas y jóvenes, el cielo está más oscuro y el padre se ha vuelo loco, toda la manzana de oro se la ha comido. Y los padres y los soldados lo observan. Enfadados todos, el padre lujurioso, parece estar en otro mundo, y el padre de la niña se abalanza a este.

_Qué ha hecho viejo estúpido, esto era nuestro pase de oro - con las dos manos en su cuello, la mujer coge la manzana.

_Querido... la manzana sigue aquí - entre sus manos, la dichosa manzana reluce y no puede evitar dar un mordisco. Algunos corren, otros huyen, otros se esconden, pero estos se vigilan y ahora es cuando todo gira alrededor de la manzana. Los soldados se pelean, armas y puñetazos, los padres se tiran al suelo por la bella manzana y la niña parada sin poder moverse, sólo los mira aterrorizada. Las mujeres riendo y observando el desastre. El padre Circus, contando su sermón todavía, empezando a escupir sangre y atragantándose, cae al suelo con una sonrisa malévola, la madre de la niña empieza a decir cosas horrorosas - Nunca debí casarme contigo, un pobre sin dinero, sólo te tuve lástima, y ella - se dirige a la niña apuntándola con el dedo - Tú, eres el peor error que he cometido. Tú eres la culpable de todo, has destrozado mi vida y tú eres el desastre que ha cometido esto.

Lágrimas caen por el rostro sucio de la pobre niñita.

_Lo siento, yo no quería que pasara esto.

El padre ni se da cuenta de ello, sólo tiene ojos para la dichosa manzana de la discordia, y sin poder evitarlo, un mordisco a esta provoca fuego por todo el pueblo, entonces, la lluvia comienza. El cielo ya no es un cielo, ceniza y oscuridad cubren el sol. Entonces el padre dice.

_Yo sólo quería vivir mejor, y no tener ningún lastre que llevarme. Sin vosotras estaría mejor, pero el estúpido de mi padre quería casarme con la furcia de la vecina, sí, tú - se dirige a su mujer - Una fulana que se iba acostando con cada quién antes del matrimonio, ¿no es cierto cariño?

_¡Cállate! Cerdo - una bofetada sale a la luz, entonces estos comienzan a pegarse.

_¡Basta! ¡Parad de pelear! - la niña grita para que sus padres dejen de pegarse y estos la escuchan acercándose a ella, más asustada pensando que la iban a pegar y no puede moverse.

_Todo es culpa tuya niña - le dice su madre - Mira lo que has provocado.

Acercándose más cerca, apunto de darle una bofetada los dos, se detienen, se encuentran mal. No dejan de moverse debido que algo les obstruye la garganta, no pueden respirar. Una de las mujeres de negro los observa. Tendidos en el suelo, como si les diera un infarto, sangre comienza a salir de sus gargantas, dos serpientes grandes salen de sus bocas, acabando con ellos en el suelo. Muertos están, y la niña por fin siente su cuerpo en orden. Aterrorizada, se acerca a sus padres, no respiran y llorando corre hacia el bosque, corre y corre, hasta caer en el suelo, sin poder evitarlo, se desmayada.