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- CAPÍTULO 5 ¿QUÉ PLANEAN? -

Al día siguiente el ambiente en la universidad se sentía diferente. Edmundo caminaba por los pasillos, tratando de concentrarse en sus estudios, pero su mente volvía una y otra vez al libro que había encontrado en su sótano porque los sueños extraños empezaron desde que lo empezó a leer. Había algo en esas páginas que resonaba profundamente con él pero no sabía que era.

Esa noche, después de su habitual jornada de trabajo, Edmundo decidió dedicarse nuevamente al libro. Su habitación, iluminada por la tenue luz de una lámpara de aceite, era el lugar perfecto para desentrañar los misterios ocultos en las páginas amarillentas.

— Edmundo — murmura mientras hojea el libro — hay algo aquí que no entiendo… ¿Por qué mis abuelos tenían esto? Y, más importante aún, ¿qué significa realmente?

Cerca de la medianoche, Edmundo encontró una sección del libro que hablaba sobre una bestia sellada hace 500 años. Los detalles eran escasos, pero la amenaza era clara: la bestia estaba destinada a liberarse cuando las estrellas se alinearan de nuevo, algo que, según los cálculos del libro, estaba a punto de suceder.

— Edmundo — se dijo a sí mismo, con el ceño fruncido — esto no puede ser una coincidencia. Si este libro estuvo en mi familia, debe haber una razón.

La descripción de la bestia le erizó la piel. Era una criatura de poder inimaginable, sellada por un grupo de héroes cuya magia y valor eran legendarios. El libro describía con detalle cómo el sello se debilitaba con el tiempo y con la alineación de las estrellas sera el momento crucial para su liberación.

Edmundo no podía dejar de pensar en la conversación con su abuelo, la leyenda del monstruo y el grupo de amigos que lo derrotaron. ¿Podría ser que el libro contuviera las claves para prevenir la liberación de la bestia? La idea de enfrentarse a un ser tan temido lo aterrorizaba, pero al mismo tiempo, algo dentro de él se encendió con determinación.

Al día siguiente, Edmundo se reunió con José en la universidad. Necesitaba hablar con alguien sobre sus descubrimientos y sus inquietudes.

— Edmundo — comenzó, tratando de mantener la voz calmada — he estado leyendo un libro antiguo que encontré en mi casa. Tiene símbolos extraños y habla sobre una bestia sellada hace 500 años.

— José — lo miró con incredulidad — ¿Una bestia sellada? ¿Estás hablando en serio?, donde sea una broma pesada no sabrás ni siquiera lo que te paso después de lo que te haga

— Edmundo — Edmundo asintió, sacando el libro de su mochila y mostrándoselo — no es una broma, según este libro, esa bestia está cerca de ser liberada. Las estrellas se están alineando, y el sello que la mantiene atrapada se está debilitando.

— José — José empieza a examinar el libro, sus ojos recorren las páginas llenas de símbolos y notas de principio a fin — Esto es… increíble. Pero, ¿qué piensas hacer al respecto?

Edmundo respiró hondo, sabiendo que lo que estaba a punto de decir sonaría descabellado.

— Edmundo — respiró hondo, sabiendo que lo que estaba a punto de decir sonaría descabellado — Necesito encontrar quienes puedan ayudarme. Tal vez, si logramos entender cómo funciona la magia descrita en el libro, podamos reforzar el sello o, al menos, prepararnos para lo que pueda venir.

— José — asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de la situación — Estoy contigo, Edmundo. No podemos dejar que una criatura así quede libre. ¿Por dónde empezamos?

Esa noche, Edmundo y José se sumergieron en el estudio del libro, intentando descifrar cada página, cada símbolo. Sabían que el tiempo no estaba de su lado, y que la amenaza era real. La tarea que tenían por delante era monumental, pero no estaban dispuestos a rendirse.

A medida que las semanas pasaban, lograron descifrar fragmentos clave del texto. Aprendieron sobre los hechizos utilizados para crear el sello y las condiciones necesarias para reforzarlo. Sin embargo, también descubrieron algo inquietante: alguien más estaba buscando el libro, alguien que podría querer liberar a la bestia por razones desconocidas.

Un día, mientras salían de la universidad, Edmundo sintió que los seguían. Se volteó para encontrar a un hombre encapuchado que desapareció rápidamente en un callejón. Sabían que el tiempo se agotaba, y que no solo tenían que descifrar el libro, sino también protegerlo de caer en las manos equivocadas.

La tensión aumentaba. Edmundo y José sabían que cada día que pasaba los acercaba más al momento crítico. Estaban decididos a hacer lo que fuera necesario para proteger su mundo de aquella bestia y cumplir con el legado de los héroes que, hace 500 años, habían dado todo para detenerla.

Finalmente llegaron a la casa de Edmundo que tenía muchos pergaminos en el centro de la mesa, 5 frascos de tinta y 2 plumas blancas, Edmundo saca el libro y lo pone en la mesa para que uno lea en voz alta las partes que tienen que ver con la bestia y el otro va haciendo anotaciones de algunos puntos que puedan dar pistas sobre la ubicación de la bestia

— Edmundo — creo que nos hará falta más ayuda José — comenta, mientras que con un telescopio rústico observa el cielo estrellado para tratar de predecir cuando se alinearán las estrellas — tal parece aún tenemos unos cuantos meses, necesitaremos más ayuda — comenta con un tono temeroso y apretando el puño mientras se aleja del telescopio para hacer notas y tomar un cuaderno con cubierta de cuero y una pluma para anotar algunos hechizos

— José — tienes razón pero no creo que alguien más se quiera unir a esto — comenta suspirando con un tono de derrotado y resignación mientras se encoje de hombros y baja la cabeza

— Edmundo — tienes razón pero quizás podamos convencer a Fernando y a mi prometida — dice mientras se sostiene la barbilla y reflexionando sobre la situación

— José — puede ser pero ¿Cómo evitarás que la iglesia se entere? — pregunta para hacer que Edmundo piense en eso también

— Edmundo — quizás si nos reunimos en un lugar alejado no se den cuenta pero ¿Cómo los convenceríamos de ir a un lugar así?, y ¿Cómo protegeríamos el libro — se cuestiona a si mismo tratando de hallar una posible solución que sea discreta y silenciosa

— José — quizás si los convencemos de que vayamos a cazar y de paso todos ganamos dinero, y experiencia en combate, además, así podrás llevarte el libro mientras te mantienes en la retaguardia con un arco — comenta tratando de dar una idea para solucionar las situaciones con un tono tranquilo

— Edmundo — esa es una buena idea, aunque no creo que Fernando tenga muchas ganas de hacerlo, pero creo que eso se compensa con el dinero que podamos ganar, es una muy bueno opción — dice mientras y deja las notas en un rincón y analiza la sugerencia de su amigo, y lo que ganarían — bueno, ya es muy tarde, vayamos a descansar — comenta al ver la posición de la luna para aproximar la hora

— José — tienes razón, tu también descansa — responde mientras estira los brazos y bosteza — yo ya me voy a mí casa a dormir — dice mientras abre la puerta y se va a su casa

— Edmundo — bueno, solo escribo algunos hechizos en mi cuaderno y me voy a dormir — se dice a si mismo mientras prepara su tinta y pluma para escribir en su cuaderno, entre ellos el que es para reforzar el sello, el de escudo, imbuir manan en armas, entre otros — creo que con esos bastaran, ya debería de irme a dormir — comenta mientras guarda su cuaderno junto al libro en un lugar oculto y empieza a acomodar todo y apagar velas

Al día siguiente Edmundo se dirigió a la casa de Fernando e Isabel para invitarlos a cazar animales, convenciendo a Fernando con que se repartirían lo que ganen y a Isabel no fue tan difícil ya que ella pensó que así se tendrían más confianza entre ellos y juntarían dinero más rápido para la boda. Después de unas horas ya todos estaban preparados y en el lugar donde habían quedado para reunirse antes de entrar a una selva templada para cazar, Fernando llevaba puesto una armadura ligera y una espada de doble filo a cada lado de su cinturón en su vaina; Isabel lleva 2 dagas y una espada larga; José lleva un escudo y un estoque modificado para que tuviera filo; Edmundo llevo un arco, un carcaj con 40 flechas y por seguridad escondió un par de dagas en su vestimenta por si acaso

— Fernando — ¿Qué cazaremos en este bosque? — cuestiona para tener alguna información y saber si será muy peligroso o por si necesita planear algo

— Isabel — yo también quiero saberlo — dice con curiosidad e interés para saber a qué se enfrentarán y prepararse

— Edmundo — yo planeaba cazar algunos ciervos y jabalíes — responde para aclarar las dudas y que estén al tanto

Mientras ellos hablaban, un grupo de personas encapuchadas estaban ocultas en unos arbustos vigilando cada movimiento que hicieran