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Abandonada por el Alfa, me convertí en la Compañera del Rey Licántropo

—Margarita, eres la hermana mayor, tienes que ceder a la menor —En toda su vida, esas palabras se aferraron como una maldición a Margarita. Ya fuera su querido osito de peluche, vestidos bonitos, dulces de Halloween o el amor paternal, si Elizabeth lo pedía, ella debía cederlo todo incondicionalmente a ella. Desde joven, Elizabeth pesó sobre Margarita como una enorme montaña y la sofocó. Afortunadamente todavía tenía un novio que la había amado durante seis años—Amster, el alfa de la manada. —Serás mi esposa y la futura luna de la manada —Él prometió. Hasta el día en que ella y su hermana cumplieran 18 años, ¡y resultó que la amante y compañera predestinada de Amster era su gemela Elizabeth! Margarita observó cómo Amster, quien había dicho que la amaba, besaba apasionadamente a Elizabeth, y anunció a Elizabeth como la luna sin pensarlo dos veces. El único sustento emocional que poseía Margarita se derrumbó; una vez más, lo que le pertenecía había sido arrebatado por Elizabeth. Lo que es peor, Amster incluso pidió a Margarita que entretuviera a los invitados. Todo porque Elizabeth no sabía hacer nada excepto cómo engatusar y arreglarse. Incapaz de rechazar la petición de su antiguo amante, Margarita accedió a esto...

JQK · Fantasía
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352 Chs

Amor Calmo y Restringido _ 1

[La perspectiva de Margaret]

Me quedé a medio recostar en la cama para calmarme la respiración. Mi camiseta negra acababa de ser apartada por Donald y estaba descansando sobre mi estómago, dejándolo expuesto. El cierre de mis shorts estaba desabrochado. Con mis shorts colgando en mis muslos, mis piernas seguían en la misma posición que estaban —descansando sobre él, abiertas en su dirección.

Y Donald estaba de pie frente a mí, mirándome con una expresión indescifrable.

Su detención súbita me hizo sentir incómoda. Parecía como si siempre fuera yo la que lo quería desesperadamente, y él siempre estuviera calmado y elegante. Era como si estuviéramos en mundos distintos y yo nunca hubiera entrado en su mundo.

—Cariño, lo siento. Tengo algo que hacer.

Vi la disculpa en los ojos de Donald, pero no podía creer que se estaba yendo en este momento.

Lo miré, tratando de hacerlo quedarse. —Quédate. Por favor.

Capítulo Bloqueado

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