Durante treinta minutos más, la profesora He persistió obstinadamente, presionando a Alix y obligándola a hablar sobre cosas que preferiría borrar de su mente con algo de lejía, como la llegada de Jing Hee a su vida cuando era niña.
Alix mantuvo los ojos en el reloj que estaba colocado alto en la pared sobre el estante de libros. Tan pronto como se cumplió la hora, sonrió.
—Nuestro tiempo se ha terminado —dijo.
Hubo un sentido de alivio en sus palabras que nadie podría pasar por alto. Era como una de los estudiantes en clase que acababa de oír el sonido del timbre y finalmente podría tomar un descanso.
La profesora He cerró su libreta y la guardó en su bolsillo. La sesión había terminado justo antes de que pudiera sacar a relucir a la madre biológica de Alix. No importa, habría mucho tiempo para investigar todo eso.
—Es hora de que te asigne tu primera tarea —dijo seriamente.
Notó el ceño en la frente de Alix y eso la hizo sonreír un poco.
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