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Orario ha perdido a sus campeones 2.210

El hijo de la diosa Hera y Kain nació hace una semana. Un niño sano de cabello rubio como su madre y ojos azules como su padre. Al ser hijo de Hera y Kain, nació como Viggo, un semi dios. Gracias a esto, la diosa había estado ausente durante una semana de reuniones y le había dejado la administración de sus negocios a Semiramis y Scheherezade. Según ella, sería una buena oportunidad para que Semiramis pudiera entender las dimensiones de los negocios y como se movía su imperio. Las joyas solo eran la punta de iceberg. Hera tenía conexiones con todo el mundo, incluso con los reinos lejanos. Ya sea en un intercambio de productos o simplemente transportando dichos productos a otros reinos y entregándolos a consignación.

Hoy, la diosa Hera mando a llamar a Semiramis a su habitación, en el cuarto piso de la mansión de la familia Hera. Hace un mes que se habían ido Jason y los otros aventureros de incursión al calabozo. Así que la mansión contaba con la mínima protección y solo quedaban aventureros novatos.

Semiramis se sentó en el sillón de un cuerpo frente a la diosa Hera, quien hermosa y maravillosa, sostenía a su bebé en sus brazos emitiendo un aura inmaculada. Del lado izquierdo de la habitación estaban las ventanas semi abiertas dejando pasar una leve brisa que mecía las cortinas. Sobre la mesa de centro que separaba a la diosa de Semiramis, estaba una caja de madera que Semiramis conocía muy bien. Hace mucho tiempo que se la había entregado a la diosa Hera con las preciosas piedras preciosas que le había dado Viggo para que Semiramis iniciara su negocio. Era un recuerdo agradable, donde un joven le hizo una promesa a una mujer y la cumplió. Sin embargo, también era un recuerdo triste, ya que aquellas piedras preciosas eran tan hermosas que fue difícil desprenderse de ellas.

-¿Cómo ha estado todo?- preguntó la diosa Hera mientras miraba a su pequeño bebé lactar de su pecho.

Semiramis salió de sus pensamientos, miró a la diosa vestida con su túnica blanca y miró al bebé entre sus brazos. Ambos hacían una imagen idílica de lo que era la maternidad. Seguramente si Viggo estuviera aquí, pensó Semiramis, quisiera plasmar este momento -todo ha salido como estaba programado y aunque se retrasaron un poco los despachos de trigo de la familia Deméter, se logró cumplir la orden-

-Sabía que eras la persona correcta. Ese niño Viggo, tuvo toda la suerte del mundo al conocerte- respondió Hera, levantando su rostro y miró a Semiramis. Lejos de la mujer fría y calculadora que siempre parecía ser, hoy se veía pacífica.

-Muchas gracias por sus elogios, dama Hera- respondió Semiramis agachando la cabeza en una pronunciada reverencia

-Solo es reconocimiento- dijo Hera volviendo a mirar a su hijo entre sus brazos, el pequeño lactaba con paciencia -te mande a llamar hoy por varios motivos. El primero, es devolverte tus joyas-

-Eso…, pero usted pago por ellas- dijo Semiramis algo asustada

-Y no me arrepiento, son la posesión más exquisita que he logrado tener entre mis manos. No sé de dónde las sacaste, pero son preciosas y juntas hacen un juego perfecto. Sin embargo, ya no las voy a necesitar. Orario se ha vuelto un lugar complicado, los dioses somos altamente valorados, pero tampoco somos la entidad definitiva que todo el mundo cree. Dime, Semiramis ¿Sabes que Orario es una pequeña región de este continente?-

-Sí, señora- dijo Semiramis, ya que por motivos de negocios había tenido que aprenderse el mapa y las rutas de negocios que llevaba a cada país.

-¿Y sabes que existen tres continentes iguales a este?-

-No, señora, nunca se me paso por la cabeza-

-Es lo más lógico- dijo Hera con una sonrisa tranquila mientras miraba a su bebé y la luz de la mañana la iluminaba, pasando a través de los ventanales -la tecnología en Orario no está tan avanzada y aunque hay algunas facilidades, los seres humanos todavía no se han preguntado "¿Qué hay más allá?"-

-No entiendo hacia donde se dirige- respondió Semiramis, ella entrelazo sus manos sobre su regazo y la quedó mirando llena de confusión.

-Los dioses no somos tan importantes como la gente piensa- dijo Hera -cada dios viene a la tierra, cumple un propósito y después vuelve al cielo. Muchos no se dan cuenta o no lo quieren entender, pero así son las cosas. Bueno, en lugar de seguirte aburriendo, solo debes saber que te devuelvo tus piedras preciosas-

-Yo- dijo Semiramis llena de confusión -gracias-

-No te preocupes, es algo que hago en un acuerdo con Kiara, tu protectora- dijo Hera, apartando la mirada de su hijo y mirando a Semiramis a los ojos. Su mirada era fría y altiva -nos hemos conocido por un breve tiempo, te he tomado cariño, si alguna vez hubiera tenido una hija, me hubiera gustado que fueras tú. Joven, hermosa, ambiciosa, con visión y sabiduría. Alguien que no le tiene miedo a aventurarse. Así que te daré un consejo final y después de eso seguirás haciendo tu trabajo como lo llevas haciendo hasta que te toque ir a solicitar tu heredad-

-Perdón, no le entiendo, nada. En serio, yo ¿A qué se refiere?, perdone que se lo diga así, pero me está asustando-

-Ya lo entenderás en su momento- dijo Hera con una mueca similar a una sonrisa -mi consejo es el siguiente. Todo el dinero que acumules, todo el dinero que obtengas nunca será suficiente. Veras, cuando uno está en la parte baja de la cadena alimenticia, el dinero te sirve para sobrevivir, pero cuando estás en la parte alta, te sirve para alcanzar tus sueños. En estos momentos yo estoy haciendo eso. Yo podría haber sido una tonta como Zeus y aferrarme a que las cosas "volverán a ser como antes", pero no, yo fui más inteligente y diligente y ahora, estoy probando el fruto de mi trabajo. Gracias a toda la riqueza que obtuve durante estos años, conocí a Kain, a los muchachos, a Viggo, a ti y Kiara. Eso me llevo a un punto de inflexión en mi vida y en lugar de perderlo todo, lo estoy cambiando por una valiosa oportunidad. No te puedo decir los detalles de mi acuerdo, pero volveré a ser una diosa en todo el sentido de la palabra y cuando mi tiempo se haya acabado, alcanzare a mi amado y volveremos a estar juntos ¿No te parece increíble?-

Semiramis la miró con una expresión de miedo y al verla así, Hera soltó una risita divertida. Hace mucho tiempo que no disfrutaba de la ignorancia de los mortales.

-No te preocupes, solo entiende esto. Los recursos se ocupan para lograr tus objetivos y facilitar la vida. No se acumulan porque sí. Tuviste la suerte de encontrar a Viggo o él tuvo la suerte de encontrarte a ti. Tu decide según sea tu orgullo. El hecho es que ahora serás una poderosa heredera. No te puedo dejar todo, pero te puedo dejar una parte significativa. Todo dependerá de ti si quieres lograr algo importante. De lo contrario, también es válido que te retires y gastes el dinero como lo dicte tu corazón. Lo dice una reina de los dioses a otra reina de los dioses-

Semiramis solo quedó más consternada, le gustaba como sonaban algunas cosas, pero la duda y el miedo llenaron su corazón.

Hera le dio una breve mirada y después volvió a poner una mirada suave y miró a su hijo en sus brazos, pequeño, hermoso, saludable y perfecto -ahora ve, continua con tu trabajo. Has con los negocios que te he dejado a cargo según sea tu criterio. Si crecen o se derrumban serán cosa tuya. Ya no me importan, todo está en la guild. Solo tienes que ir a presentarte delante de Uranos y él certificara todo. Yo tengo cosas más importantes de las que preocuparme-

-¿Perdón?- dijo Semiramis con miedo

-Deja de disculparte ¿Por qué tienes tanto miedo?- dijo Hera con el ceño fruncido y levantando su rostro para mirarla a los ojos -no es digno de la reina de los dioses-

Semiramis hizo una mueca incomoda y asintió -¿Qué hay de sus aventureros? ¿Qué hay de su familia?-

-Por supuesto, me seguiré haciendo cargo, pero eso será todo. Horarios definidos y días en específico para actualizar estado. Sin embargo, considerando el estado actual de las cosas, no serán demasiados. Pronto todos los novatos serán pagados y encontrarán una nueva familia. En el futuro, si quieres verme, ve a la casa de Kain, será el único lugar seguro para mi-

Semiramis no sabía que pensar, la diosa se había vuelto loca. Había escuchado de mujeres que después de tener hijo desvariaban, pero esto era una locura. Ella era la diosa de una de las principales familias ¿Qué pasaba con los grandes aventureros? ¿Qué pasaría con esta mansión? ¿Qué pasaría con los negocios? Semiramis no creía lo que había escuchado, sonrió con nerviosismo. Era una prueba, seguro que era una prueba de la diosa para hacerle pensar que podía adueñarse de todo. Semiramis no caería con tanta facilidad, lo haría mejor de lo que ella pensaba y una vez que la prueba termine, Semiramis le devolvería las joyas. Entonces la diosa Hera la premiaría con más confianza, negocios, a lo mejor la oportunidad de armar su empresa y trabajar juntas en un negocio. No sería engañada, pensó.

Hera quedó mirando a Semiramis, con una expresión nerviosa y loca, asustada de su buena fortuna. Hera negó y se volvió a mirar a su hijo -puedes retirarte- dijo

Semiramis se levantó nerviosa, su cuerpo perdió el equilibrio y se fue para adelante. Tuvo que poner sus manos y sujetarse de la mesita de centro. Todo se sentía tan extraño, pensó. Ella tomo una profunda respiración, enderezo su espalda y miró a Hera, quien miraba a su hijo mientras el bebé lactaba. Semiramis hizo una pronunciada reverencia, tomo los documentos sobre la mesa y dejo la caja con piedras preciosas. Entonces dio dos pasos alejándose, pero escucho la voz de Hera.

-No olvides las joyas- dijo Hera

Semiramis se congelo, se dijo a sí misma que era una prueba. Ella hizo su mejor sonrisa de negocios, pensando que le estaba siguiendo el juego a la diosa y asintió. Se dio la vuelta, se acercó a la mesa y estiro su mano temblorosa. Tomo la caja, la apego a su pecho y la afirmo con ambas manos. Ella quedó mirando a Hera, quien no le prestaba atención.

-¿Necesitas algo más?- preguntó Hera sin mirarla en ningún momento -si no necesitas nada, ve a cuidar de tu imperio. Una mala decisión y se puede venir abajo-

Semiramis se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación. Una vez que la puerta se cerró, Kiara apareció en la habitación como si fuera un espejismo hasta materializarse. Ella vestía con el atuendo de monja usual. Camino hasta donde estaba sentada Semiramis, se sentó en el sillón y cruzo su pierna, dejando ver un enorme tajo que revelaba sus largas y estilizadas piernas.

-No debiste haberla asustado, ahora ira corriendo a donde Viggo- dijo Kiara con una sonrisa astuta

-Es necesario darle el sentido de la urgencia- dijo Hera -de lo contrario se podría confiar y dejarse estar. El miedo es un gran motivador-

-Lo dices por experiencia propia-

-Sí- dijo Hera con voz suave mientras miraba a su hijo -sabía que este momento en llegaría, pero no esperaba que fuera tan rápido ¿Cumplirás tu palabra?-

-Por supuesto, tú cumpliste la tuya. Ayudaste a Semiramis a crecer, a realizar negocios y a valerse por su cuenta. Le diste prestigio poniéndola a tu lado y enseñándole los trucos del negocio. Viggo necesita una digna reina de los dioses, alguien que no sea ensombrecida por su poder ni por su influencia. Semiramis será perfecta, lo mantendrá centrado y entre los dos encontraran el balance-

-¿Lo tenías todo planeado?-

-Lo dioses como tú no lo saben, pero hay otro como yo que creo este mundo ¿Crees que el me permitiría meterme en su juego y arreglarlo según sea mi conveniencia?- preguntó Kiara con una sonrisa astuta. Hera negó, levantó su rostro y la miró a los ojos. Ella también tenía miedo, porque se estaba encomendando a un poder que no entendía ¿Qué eran los primordiales?

-No necesitas poner esa cara- dijo Kiara -el destino trasado era uno solo, tú tomaste la mejor decisión, por ti y por tus aventureros. Ellos morirán en la miseria, pero tendrán su oportunidad. No te preocupes, pero nada es definitivo, recuérdalo-

-Nada es seguro, ni siquiera para ti ¿No?-

-Todo depende de la persona. Incluso Viggo, mi favorito, está fuera de mis manos. Él hará algo que no debería hacer y si todo sale bien, alcanzará nuevas alturas-

-Entiendo- dijo Hera con una mirada de tranquilidad, entonces volvió a mirar su hijo en sus manos y lo encontró hermoso, perfecto. Por una parte, le dolía el destino de sus aventureros. Por otra, solo podía hacer esto por ellos. Era la única forma de ayuda que les podía dar. Todos eran peones de un juego superior, jugado por seres todo poderosos llamados primordiales. Entidades que hasta el mismo Uranos, no se atrevía a desafiar.

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