El restaurante que escogieron para la cena era el favorito de Leila, en una ciudad tan grande tenían que andar con mucho cuidado, la gente no es muy empática en estos lugares, en las visitas que han hecho saben que hay muchos delincuentes, pero aun así Jenny no puede perder la oportunidad, estando solos podría hacer avances en su objetivo, además Gerald que se ocuparía de Leila.
Tenía que hacer un plan perfecto para que pudieran alejarse, tenía la ventaja esta ciudad era donde habían pasado su niñez y conocía los lugares de cabo a rabo, solo había que ponerse de acuerdo con Gerald y todo estaría listo la noche era joven.
Al salir del restaurante se dirigían al departamento, Leila sugirió ir al malecón que en las noches se encendían las fuentes que tanto le gustaba visitar, terminaba la cosecha así que todo el lugar había gente preparándose para las provisiones de invierno, todo estaba inundado de gente Heinrich se sintió incomodo, pero fue seducido con la cara de súplica, que podía negarle a esa niña.
Jenny vi la oportunidad tenía que aprovecharla y no la dejaría ir, le hizo una seña a Gerald y este entendió, dentro de sus planes estaba que enamoraría a Leila, no se la podía sacar de su cabeza desde ese día en la fiesta esas suplicas habían perforado su corazón y aquellas mejillas sonrosadas quería verlas de nuevo.
Las luces de las farolas se hicieron tenues y la gente se empezó aglomerar en las rejas todos deseaban un excelente lugar y esto propicio que se separan Heinrich inmediatamente se puso histérico, empezó a buscar, pero Gerald ya había desaparecido con Leila, la había llevado un lugar donde las fuentes se veían gloriosas.
Mientras ellos disfrutaban del espectáculo tranquilamente, Heinrich la buscaba.
- ¿Como pude perderla? –
- Tranquilo la encontraremos, tal vez se topó con Gerald, aunque no estoy completamente segura –
- Maldita sea, ella se pondrá histérica tal vez tenga un ataque de pánico –
- Tranquilo, el que tendrá un ataque eres tú, vamos a la salida del parque así tendremos mejor visión de todo el lugar –
- Si está bien –
Temiendo que perdiera a su acompañante la tomo de la mano y caminaron a la salida, fue todo un reto, la multitud parecía una avalancha que se los tragaba y en medio de pisotones y quejidos lograron salir.
Alguien le había pisado el zapato a Jenny y lo perdió cuando llegaron al fin afuera se dio cuenta que lo había perdido su pie estaba amoratado por caminar rápido y pisoteado
- Te encuentras bien, ¡tu pie! ¿Qué le paso? –
- Trate de recogerlo, pero fue imposible –
Sintió un dolor en el pecho al saber que la había tirado en algunas ocasiones parecía que no caminaba.
- Lo siento creo que es mi culpa por ser tan rudo –
- No te preocupes –
- Sube a mi espalda será mejor así –
La vista era hermosa y más estar recostada en la espalda del chico que le gustaba.
Leila estaba endiosada con las fuentes, parecía una niña pequeña levantaba las manos para alcanzar la suave brisa, gritaba y manoteaba al compás de los espectadores, se cansó y se quedó inmóvil, pero el frio del agua había mojado su ropa
- ¿Tienes frio Leila? –
- Si un poco, pero estoy bien –
- Toma mi chaqueta es mejor no quiero que te llegues a resfriar, Heinrich se pondrá furioso –
- Bien, me la pondré –
La chaqueta era abrigadora, no paso mucho tiempo y casi se cae de al suelo dormida, pero los reflejos rápidos de Gerald la tomaron en el aire.
- Mira que adorables eres si de verdad pareces una pequeña conejita –
Sus mejillas estaban sonrojadas y se acurrucaba en los brazos que parecían una cuna, no pudo contenerse más y la beso en los labios, al sentir la presión entreabrió los ojos.
- Hermano tengo sueño -
Gerald se quedó inmóvil, ya que ella había aceptado el beso pensando que era Heinrich.
Mientras tanto desesperadamente buscaba con la mirada, no había rastro de los dos, tuvieron que esperar a que toda la gente se fuera para poder entrar de nuevo y ahí estaba Leila en los brazos de Gerald cubierta con su chaqueta.
Heinrich quiso correr, no podía llevaba a Jenny a cuestas.
Cuando se encontraron Heinrich resoplo con un grito gutural
- ¿Dónde, diablos se habían metido? –
- Eso mismo les pregunto nos dejaron solos y Leila estaba preocupada, se quedó dormida esperando –
- En un instante desaparecieron de nuestras vistas –
- Era mucha gente y nos arrastraban de un lado a otro –
- Si fue horrible –
- Dime que le paso a Jenny –
- perdió su zapato y la lastimaron no es nada grabe, volvamos al departamento está agotada –
- Si aquí es peligroso y hay mucha gente que no se ve bien –
- Si volvamos –
Cuando salían del malecón se escuchaban chiflidos que los llamaban, caminaron rápidamente y tomaron un taxi, la ciudad se había vuelto más peligrosa desde la última vez que habían venido.
Cuando entraron al departamento había una nota en el refrigerador.
Hijo me llamaron de la inmobiliaria al parecer tenemos un problema tengo que viajar esta misma noche, trata de divertirte llegare en dos días, lleva a divertir a Leila y tus amigos, deja que compre lo que quiera y que valla a los lugares que te pida, trata de ser considerado con ella.
Te amo hijo, ten mucho cuidado solo estén en lugares seguros,
Besos mamá
- Mi madre salió de viaje –
- ¿Es en serio? –
- Si llegara en dos días –
- Estaremos solos –
- No es la primera vez para nosotros –
- Entiendo –
- Llevare a Jenny a su habitación puedes ayudarme con Leila en un momento voy –
- Si claro –
Jenny despertó cuando trato de recostarla
- Estuve dormida todo el tiempo –
- Si, pero ya estamos en casa, descansa te traeré algo para tu pie –
- Si claro –
- En seguida vuelvo –
Salió y cerró la puerta, Jenny no lo podía creer, parecía un sueño.
Al entrar en la recamara de Leila, verifico su temperatura, no parecía tener fiebre, pero la ropa parecía húmeda así que saco un pijama, la despertó para vestirla, cuando al fin pudo despertarla.
- Despierta cámbiate estas, mojada –
- No quiero –
- Que dices te enfermaras –
- Tengo sueño, no quiero –
Y comenzó a llorar
- ¡Basta!, ven te voy a quitar esa ropa –
- ¡Tengo sueño! –
No paraba de gritar y llorar
Gerald escucho los gritos y entro corriendo a la recamara como pudo Jenny lo alcanzo encontraron a Heinrich abotonando la bata de la espalda a Leila y esta trataba de limpiarse las lágrimas de la cara.
- ¡Tengo sueño! –
- ¡basta Leila, sabes que no puedes quedarte con esa ropa –
- Quiero dormir –
- Ya casi termino deja te trenzo el pelo –
- ¡Tengo sueño –
- Casi termino, ¡basta! ¡entre más te muevas más tardare!, ya, termine traeré un vaso de leche lávate la cara –
- Si hermano –
Cuando Heinrich giro encontró a los dos mirándolos atónitos, no comprendían lo que habían visto.
- Salgamos ella tiene sueño –
Los tres salieron de la recamara Heinrich fue directo a la cocina, saco una caja de leche y la puso en una taza la metió al microondas y espero a que se enviara.
- En un momento estoy con ustedes, solo le llevare esto –
- Si claro no te preocupes –
Al llegar a la recamara entro y los gritos de Leila se volvieron a escuchar
- ¡Basta Leila si no eres una niña buena, mañana no saldremos, solo quiero que te tomes esto –
- ¡tengo sueño –
- No estoy jugando mañana nos regresaremos a casa –
- ¡no! ¡hermano ya me lo voy a tomar! –
Después de unos minutos salió y camino a la cocina dejo la taza en el fregadero y fue directo a la sala.
- Agradecería que no le tomen mucha importancia, ella es de mala salud si no se toma un vaso de leche tibia y se cambia mañana amanecería enferma –
- Entiendo, todo el tiempo es así –
- No quiero hablar de eso, mejor veamos el pie de Jenny iré por el botiquín –
- Gracias, pero solo me bañare –
- ¡No!, ese piso estaba muy sucio no sabes si puedas pescar alguna enfermedad, es mejor prevenir, ve a tu recamar enseguida vuelvo, puedes ayudarla Gerald –
- Claro, vamos Jenny –
Gerald la dejo en la cama.
- Iré a ver televisión descansa –
- Gracias –
Cuando cerró la puerta se encontró en el pasillo a Heinrich
- Estaré en la sala, no tengo sueño –
- Si, claro, voy con Jenny –
- Ok –
Se tumbo en él y prendió el televisor
- Te lavaste el pie –
- Si ese rato –
- Bien con esto te sentirás mejor, toma es un tranquilizante dormirás bien –
- Gracias, podrías quedarte hasta que me duerma –
- ¡Claro! –
Platicaron un rato y el sueño se apodero de Heinrich antes que, de Jenny, apago la lampara y se recostó aun lado para quedarse dormida poco después.
El sueño se empezó apoderar de Gerald así que decidió apagar las luces del departamento, al parecer esos dos no saldrían hasta mañana.
En la televisión había un programa acerca de motos, al paso de un rato ya estaba completamente dormido, la luna esta plena y brillaba en la ventana del departamento leila se levantó al baño y después fue a buscar a Heinrich pero no estaba en su cama, sus ojos estaban hinchados de tanto llorar pero la luz de la televisión le llamo la atención, sin pensarlo dos veces camino a la sala y vio tumbado con la mano que cubría su cara, sin dudarlo se metió en sus sabanas sus brazos se sentían rígidos, no eran flexibles pero aun así, se las arregló para a acomodarse.
Casi en la mañana Heinrich despertó salió de la habitación y fue a buscar a Leila pero no estaba en su recamara fue a la sala y la escena que vio lo puso de puntas, Leila abrazaba a Gerald y este tenía el cuerpo encima de ella, camino violentamente y de un solo golpe hizo girar a Gerald este despertó violentamente y vio a Leila que dormía plácidamente.
- Que está pasando –
- Nada, solo Leila que se despertó para buscarme y se encontró contigo –
- ¡Ah! –
- No te preocupes yo la llevare a su recamara –
- Si claro –
La tomo con las dos manos y se la llevo cargando en su pecho, al moverla ella despertó
- Hermano, yo no quiero leche, quiero dormir –
- Si claro, ya vamos a dormir –
- Si hermano –
Sus ojos se cerraron y se acurruco en su cuello, entraron a la recamara y se quedaron dormidos.
Muy temprano por la mañana, todos dormían, pero Leila se despertó muy temprano y fue directamente a la cocina, el ruido del golpe de los trastes despertó a Gerald
- Buen día Gerald –
- Buen día Leila, ¿Que tal dormiste?, bien –
- ¿Qué haces? –
- El desayuno, quieres ayudar –
- Claro –
- Lávate las manos y ven aquí –
- Bien –
Fue al baño y se lavó la cara y fue a la cocina.
- ¿Qué desayunaremos? –
- Hare crepas saladas y unos huevos con tocino, tostadas con mermelada, café y chocolate –
- O buen desayudo –
- Es lo que le gusta a mi hermano –
- ¡claro! –
- Que te gustaría desayunar a ti, quieres que te lo prepare –
- En serio me gustaría unas tostadas con crema de chocolate y avellana y tocino frito y café –
- ¡Claro! –
Su plática se volvió más amena y ella estaba tranquila después de la noche anterior tenía confianza y era abierta a la conversación, después de una hora Jenny salió de la recamara su pie se sentía mejor, había tomado un ducha y se encontraba con los dos en la cocina muy contentos
- ¡Buen día! –
- Buen día Jenny, que tal tu noche –
- Tranquila descanse muy bien –
- Me alegra que haya sido así –
- ¿Dónde está Heinrich? –
- El sigue dormido en mi cuarto, al parecer se desveló anoche –
- Iré a despertarlo –
- Si el desayuno está listo –
- Bien –
Entro a la habitación y lo encontró dormido con las pijamas puestas y abrazando un almohada parecía un cochorro pequeño.
le dio un beso en la mejilla y le susurro al oído
- Buen día –
Sin abrir los ojos giro y la abrazo y la jalo a su pecho
- Es temprano aun, quiero dormir un poco, quedémonos un rato a si –
Beso su frente y se quedo dormido
- Por mi está bien –
El timbre de voz no era el mismo, eso lo hizo despertar de golpe abriendo los ojos como platos soltándola y levantándose bruscamente.
- Disculpa Jenny creí–
- No te disculpes, eso fue tan sensual de tu parte hiciste que mi corazón se estrujara, tal vez tu querrías –
- Lo siento de verdad –
En la puerta Leila entraba sin avisar
- Hermano buen día, ya está lista la comida, ven que se hace tarde para ir a comprar –
- Si enseguida estoy contigo –
- Jenny ven Gerald te espera para comer –
- Si voy –
Los tres salieron de la habitación Heinrich camino al baño mientras que las dos caminaban al comedor
- Creí que me habían abandonado –
- Aquí estamos, comamos mi hermano llegara ahorita –
- Si estoy que me muero de ganas por probarlos –
Heinrich después de asearse el rostro tomo asiento y comenzó a comer Leila no deja de hablar diciendo que quería ir de un lugar a otro Gerald le hacía segunda y Heinrich solo la veía con una tranquilidad mientras comía
- Leila, tanto hablar tenderas hambre después, no has probado nada de tu comida –
- Lo siento hermano, ya comeré –
Terminaron el desayuno y leila corrió a limpiar la cocina, tenía tanta prisa que casi atropellaba a quien osara atravesársele, luego entro al baño y tomo una ducha, todos comenzaron a alistarse
Al salir del departamento Leila corrió no se detuvo hasta que el claxon de un carro rugió y unas manos la abrazaron hacia el
- Leila por todos los cielos, de verdad cuantas veces te he dicho que no corras así –
- Hermano me asuste mucho –
- Ya tranquila, para eso está tu hermano aquí, bien dame la mano, fue mi error dejarte sola –
Caminaron asta encontrar la avenida
- Hermano, ya comí y también me he portado bien –
- Si lo sé –
- Si, entonces podemos ir –
- A donde quieres ir –
- Quiero ir a ver a mi amiga –
- Ellas no es tu amiga –
- Pero ella lo dijo la última vez –
- Como sea, te llevare –
- Te amo hermano –
Leila lo abraza y le da un beso en la mejilla, y va jugueteando con su camisa, parecían una pareja de novios muy enamorados.
- Chicos iremos en taxi, la tienda esta un poco retirada de la ciudad –
- Si claro no hay problema –
Subieron al taxi y después de unos veinte minutos, llegaron era una tienda muy hermosa la fachada era de color negro con los tabiques en algunas partes expuestos dos enormes ventanales que hacían ver el interior y dos letras doradas que decían "Bon amour"
Leila bajo del auto y entro corriendo a la tienda una chica de mediana edad, la recibió
- Me temo que estaremos aquí un buen tiempo es la tienda favorita de Leila, espero no se aburran tanto –
- No te preocupes, estaremos bien verdad Gerald –
- Si es muy divertida Leila –
- Si claro –
Entraron y la chica les dio la bienvenida
- Joven Señor, bien venido a Bon Amour, es un placer tenerlo aquí, trajo amigos eso es muy agradable -
- Señorita Elizabeth siempre es un placer visitarla –
- Me alagan sus palabras, pero pasen, eh preparado te en la sala de espera, le hice algunos cambios como el Joven señor recomendó espero sea de su agrado, síganme por favor –
- Jenny puedes quedarte conmigo –
- Si está bien -
- Acompáñame, Gerald –
Los dos dichos subieron la vista era asombrosa una media cúpula con vegetación que daba la sombra para un lugar agradable dos ficus que habían dejado crecer salvajemente con la vista a toda la atienda era magnifico
- Heinrich tu diseñaste este lugar –
- El Joven Señor tiene una creatividad muy fina –
- Estas muy bonito aquí –
- El te esta listo en unos instantes pediré que se lo suban, con su permiso –
Bajo las escaleras y se encontró con una desesperada Leila
- Tengo todo lo que me pidió la última vez –
- En serio y la ropa interior –
- Si por supuesto, no sabia que talla eras así que me dedique a buscar algo ajustable –
- Ya quiero verlos –
- La señora Estefanía me dijo que vendrían así que prepare este anaquel con las cosas que pediste –
- Vamos estoy muy emocionada, Jenny escoge lo que te guste, mi tía dijo que era un regalo –
- No podría es demasiado, a demás este no es mi estilo –
- Claro que si es su estilo deje escoger algo que le quedara muy bien –
Comenzaron con el desfile de conjuntos, todo era encajes, moños, lasos, gasas transparencias era demasiado abrumador para Jenny, pero Leila estaba encantada se probó mucha ropa. Pasaron cinco horas repentinamente Heinrich se levanto de su silla y se puso frente al barandal del balcón.
- Ese me gusta llévatelo –
Todos giraron a donde señalaba Heinrich un vestido azul cielo sin hombros con mangas de encaje asta el puño con forro del mismo color y encaje de tela azul pero el bordado blanco, era muy hermoso y delicado a la vez.
- El joven Señor tiene un buen gusto, es tan hermoso que solo se comprar a tu belleza –
- Si el siempre se preocupa por mi lo amo tanto –
- Claro pequeña –
- Jenny ya escogiste algo ¿no te gusta nada? –
- Si ese conjunto de noche y ese vestido –
- Tu look es mas salvaje querida niña –
- Si usted lo dice –
Paso una hora más y Leila arraso con la tienda no dejo rincón sin revisar
- Fue todo un placer tenerlos en esta su tienda –
- El placer fue todo nuestro, gustaron las modificaciones, espero que Leila no te haya importunado en algún momento –
- Mi pequeña princesa es un amor jamás pasaría eso –
- Me alegra escucharlo ella te considera una amiga –
- Es muy grato escucharlo y un honor –
- Envía la cuenta a mi madre y envié los paquetes a la dirección de siempre –
- Claro que si –
Los chicos salieron de la tienda caminaron unas cuantas cuadras y Leila de repente se paró y corrió hasta donde estaba Heinrich
- Hermano gracias por traerme, estoy muy feliz –
Se colgó de el y le dio un beso en la mejilla sujeto su mano y caminaron todo el camino asta encontrarse con el bulevar, los dos parecían una pareja de novios enamorados.
- Su relación parece demasiado cercana –
- Demasiado diría yo –
- Un poco excéntrica –
Cuando los alcanzaron Leila ya estaba haciendo pucheros
- Tengo hambre hermano –
- Tengo el lugar perfecto para ir –
- ¿Comeremos mariscos? –
- Como lo supiste, así es, que les parece la idea es un buen lugar y la comida es excelente –
- Por mi no hay problema y tu Jenny –
- Esta bien por mi –
- Entonces iremos en taxi –
Era un recorrido largo, treinta minutos para llegar al lugar, afuera tenia una figura de un tiburón y parecía que tenia muchos años, al entrar.
- Joven Señor, es un gusto tenerlos de visita –
- Señor Feraud, que tal esta de salud –
- Siempre tan amable Joven señor, Dios bendecido, con una excelente salud –
- Me alegra escuchar eso –
- Permítame llevarlo a su mesa, por aquí me alegra que traiga amigos veo que la señorita goza de buena salud –
- Si señor Feraud, me he portado bien y obediente –
- Me alegra escucharlo, tomen asiento –
Un hombre de corpulenta figura de unas mejillas sonrojadas sella apresurado con una chica a su lado de rubios cabellos y risos a la cintura.
- Joven señor tiempo que no lo vemos, hace una semana estaba hablando con su padre de eso –
- Conde Faure-Dumount el placer es todo mío, Mademoiselle Celine, es un placer como ha estado –
- Es un honor tenerlo de visita Duque Ventimiglia, Mademoiselle Leila –
- Querida Celine, un gusto saludarte –
Las reverencias de la joven chica hicieron que los dos amigos se sintieran un poco desubicados.
- Veo que trajeron amigos a esta su casa –
- Si Conde Faure-Dumount son íntimos amigos –
- Es un placer recibirlos, los amigos del Duque siempre son bienvenidos en esta su casa –
- El placer es nuestro –
- Padre, creo que estamos importunando a su realeza, le enviaremos sus cartas en un instante –
- Gracias Mademoiselle Céline –
Padre e hija se retiraron de la mesa y un mesero llego para atenderlos
- Estoy un poco confundida con estos nombres -
- Debo de ser sincero no entiendo Delices de la mer o Coeur marin, no sé si lo estoy pronunciando correctamente –
- Puedo ayudar si gustan –
- Si Heinrich, Gerald y yo no creemos que podamos –
- Puedes traernos tres platos de Amoureux de la mer y par mi Reve de mer y cuatro copas de vino de Fumé Blanc –
- Claro que si en un instante estaré con ustedes –
Los platillos eran exquisitos el vino fue grandioso suave y sin mucho protagonismo dejando el paladar libre para disfrutar los platillos marinos.
Al terminar llegaron un pequeño sorbete al cava eso hizo que el intenso sabor del mar se fuera desprendiendo del paladar en caga engullida. La platica estuvo muy amena, el camarero para ofrecer algún servicio que se requiriese.
- Algo más en lo que les pueda ayudar –
- Todo fue magnifico mis felicitaciones al chef –
- En seguida le are saber sus deseos –
Padre e hija se acercaron a la mesa
- Duque Ventimiglia, Mademoiselle Leila, espero que su estancia haya sido agradable –
- Conde Faure-Dumount, siempre es una satisfacción venir a su restaurant –
- Duque Ventimiglia, no sabe como bendice mi hogar con su presencia, el motivo de mi intromisión después de sus alimentos es para invitarlo a usted y a Mademoiselle Leila, a que nos acompañe en la presentación en sociedad de mi hija Céline –
- Claro siempre es un gusta a la vista estar en la presencia de Mademoiselle Céline, si las circunstancias son pertinentes sabe la fragilidad de la salud de Mademoiselle Leila –
- Disculpe usted mi osadía, al no pensar en Mademoiselle Leila –
- Duque Ventimiglia, seria en particular un placer estuviera con nosotros eh pensado tenerlo en la mesa de honor –
- Lo tendré en consideración hablare con mi madre personalmente para ajustar las fechas –
- Duque Ventimiglia, nos retiramos para no ser mas descorteces con sus acompañantes, permiso –
- La cuenta va por la casa, seria una deshonra si no aceptara Duque Ventimiglia –
- Quedo siempre alagado con su hospitalidad, nos retiramos, estamos de compras con amigos –
Padre e hija se retiran y los cuatro amigos salen del establecimiento, Heinrich toma la mano de Leila, pero ella esta seria no dice absolutamente nada suben al taxi y los llevan al centro comercial que es de agrado para Heinrich, algo mas casual y muy moderno.
- Leila te has quedado sin palabras –
- Te sientes bien Leila –
- Deberíamos llevarla al hospital, creen –
- Leila, dime ya que estas preocupando a todos –
Levanta la cara y con lagrimas en los ojos comienza, hablar sollozando
- ¡Hermano quiero ir a la fiesta! –
- Leila –
- Quiero ir, ella es buena y no habla de cosas feas con las demás niñas, hermano me agrada –
- No está a discusión –
- Creo que estoy cansada quiero regresar hermano –
Lo suelta de la mano dejando de caminar, esto pone de nervios a Heinrich y regresa unos pasos hasta donde Leila se quedo
- ¡Basta!, de esto, también me agrada, pero odio los bailes, no voy a dar mi brazo a torcer, deja de ser así que tenemos invitados que pensaran de ti, que eres una niña caprichosa eso quieres que piensen de ti –
- Pero yo quiero ir, tiene mucho tiempo que no veo a las otras niñas, además me he portado bien –
- No está a discusión dije no y es un no rotundo –
Jenny sin poder hacer nada solo miraban a los pelear quieran intervenir, pero la vista encolerizada les decía, no se metan porque seguiré con ustedes
- Llévame a casa, si no es necesario que me porte bien no quiero hacerlo –
Le de un solo movimiento le da un jalón a su mano provocando un chillido de dolor.
- No iremos a comprar a si te lleve a rastras –
- Heinrich, creo que la gente los mira –
- Lo se, pero no voy a dejar que se salga con la suya –
- Quiero ir a la fiesta hermano –
- Maldita sea Leila porque quieres ir si esa gente es grosera y horrible contigo –
- Ya crecí hermano, yo puedo defenderme quiero estar con Celine –
Ya frustrado se pone los dedos en su entrecejo y toma un respiro
- Bien trataremos de ir si tu salud es buena iremos está bien –
- ¡Si hermano! Me voy a portar bien y me cuidare –
- Vamos que todos nos están viendo –
Como si nada hubiese pasado Leila camino de la mano de Heinrich, ella sabia como conseguir lo que quería, Gerald se acerca a Leila ya que Heinrich la había dejado a tras
- Oye pequeña, porque eres así con tu hermano, tratas que muera de un coraje –
- El es muy protector hace algunos años unas niñas me trataron mal y me encerraron en el desván de su casa porque Heinrich no quería jugar con ellas, eso puso furioso a mi hermano y jamás regresamos, aunque se lo pidiera él dijo que jamás las quería ver –
- Y si eso paso ¿porque quieres ir? –
- El cree que soy una niña aun y que no se defenderme, pero ya hemos crecido no creo que esas niñas se acuerden de lo ocurrido –
- Mmm, creo que yo también aria lo mismo que Heinrich –
- Es porque también eres un preocupa como mi hermano –
- Cuando uno ama a alguien no perdona a quien le hace daño es así –
- Si, mi hermano me ama mucho –
- Ya nos dimos cuenta –
Jenny no pedio oportunidad y se acerco
- Creo que Leila te tiene la medida –
- Lo se, lo se, pero no puedo negarle nada –
- Eres muy lindo –
- No digas esas tonterías, además vamos a buscar un par de zapatos para reponer los que perdiste ayer –
- No es necesario –
- Tal vez tengas razón, quiero hacerlo vamos –
Entraron a una zapatería que era de las primeras en la tienda, la verdad no iba a perder mucho tiempo en eso,
- Hermano –
Leila se acerco
- Si pequeña –
- Quiero una nieve –
- Deja que termine en esta tienda y vamos, ok –
- No, iré con Gerald –
- Esta bien solo trata de no molestarlo quieres –
- Yo no molesto hermano –
- Ve anda –
- Vamos Gerald –
- Si claro –
Antes de llegare a la nevería, Leila camino directamente a una tienda de ropa
- Que viste, dijiste que íbamos por un helado –
- Quiero comprar algo aquí –
- Bien no tardaras verdad –
- No ya se lo que quiero –
- Bien –
Paso una hora y Leila salió con siete bolsas de la tienda toda era ropa de Hombre y una pijama de onomatopeyas
- Donde estabas Leila –
- Fui de compras con Gerald –
- Y que es todo esto, regalos –
- Incorregible –
- Necesito comparar algunas cosas para mi necesito que te quedes tranquila unos minutos –
- No quiero siempre tardas mucho y me aburro me iré con Gerald el es fuerte y puede cargar mucho comprare algunas cosas para mí, ve con Jenny para que vallas solo –
- Creo que prefieres a Gerald mas que a tu amado hermano –
- Hermano jamás amare a nadie más que a ti, vámonos Gerald –
- Cuídala que no le pase algo está bien –
- Claro no te preocupes –
Caminaba Leila despreocupada y en un instante corría atrás alcanzar a Heinrich
- ¿Qué pasa? –
- Nada solo quería –
Le tomo la mano y le dio un beso en la mejilla después puso sus manos atrás de su espalda, Heinrich no se pudo contener a esa dulzura y la abrazo dándole un beso también en la mejilla
- Hermano, no disfrutes estar mucho sin mi –
- Ni tu tampoco –
Jenny y Gerald quedaron en shock al ver esa escena parecían dos amantes que se despedían, era lindo y a la vez no era normal, camino rápidamente y alcanzo a Gerald
- Vámonos que comience el desfile –
- ¿El desfile? –
- Si, ya verás –
Lo tomo de la mano y los dos se fueron caminando rápidamente, al parecer a Leila el contacto era muy importante.
Pasaron la tarde dando vueltas por el centro comercial, Gerald ya era incapaz de cargar con tanta bolsa, habían pasado por todos los departamentos, el gusto de Leila era muy fino y predecible llegaron a una tienda donde había artículos para motociclistas, no dudo y entro
- ¡Woho!, esto es muy oscuro, me da miedo –
- Claro que no mira vez esa chaqueta, es una hermosura dice soy malo y no me contengo –
- Eres raro, mídetela, quiero ver como se te ve –
Con una seña la chica llego y le bajo el artículo, el cuerpo de Gerald era muy robusto, muy parecido al de Heinrch solo que él era más alto.
- Se ve bien me la voy a llevar, será un regalo –
- Enserio, ¿vez lo que cuesta? –
- No importa –
- Oye Leila ¿puedo hacerte un regalo? –
- Si amo los regalos –
- Bien espera aquí, mientras paga lo que llevas –
- ¡Ok! –
En la cabeza de Gerald recordaba las veces que había pasado por la tienda y visto esa chaqueta antes de irse su familia no tenia mucho dinero y a veces hacia turno para hacer un poco de dinero para ayudar a su madre, sentía un poco de envidia de Heinrich que le obsequiarían algo tan deseado por él, fue a la zona de cascos y encontró uno con orejas de conejo después tomo un cubrebocas con unos dientes que parecían de bestia, regreso con Leila esta ya traía mas de una bolsa de la tienda al parecer le había gustado algo más.
- Tardaste, que bueno que estas aquí, la tienda ya me dio miedo –
- Déjame pagar y saldremos de aquí –
- Si por favor –
La chica fue rápida con las manos y envolvió los artículos para regalo al parecer la chica estaba encantada con Gerald y su cara estaba sonrojada
- Aquí tiene gracias por su comprar –
- Si gracias –
- Gerald vamos tengo miedo –
- Vamos, mira allá esta tu hermano –
Lo dejo atrás y corrió como yegua desbocada
- Hermano –
Solo alcanzo a decir eso cuando choco de lleno con unas chicas que pasaban
- Me dolió –
Trato de levantarse, pero el mareo no le dejaba, las chicas se ayudaron unas con otras a levantarse
- Están bien, peor que paso –
- Alguien nos golpeó –
- Lo siento fui yo no las vi –
Heinrich corrió a levantarla, mientras que Geraldo soltó todas las cosas, llego un poco después a si que solo pudo ayudar a las demás chicas
- Lamento este desafortunado accidente, es muy distraída –
- Mas lo lamentamos nosotras fue tan rápido –
- Disculpen la por favor –
Cuando las chicas voltearon eran dos hombres guapos que estaban alrededor de ellas, Heinrich ya tenía en sus brazos a leila y esta lloraba por el golpe
- ¿Estás bien Leila? -
- Si, pero me duele mi tobillo –
- Si nos dejan invitarles un helado para reivindicar lo sucedido –
- Claro un poco de frio ayudara con el golpe –
Gerald regreso a recoger las bolsas y los siguió a la nevería, al llegar Heinrich sentó a Leila en una silla y tomo el teléfono e hizo una llamada se aparto del lugar, Jenny llego con las bolsas, no eran muchas, pero parecían pesadas
- Jenny esta pesado, disculpa no quería que cargaras –
- Está bien, no puedo creer lo distraída que eres, eres un peligro para ti –
- Jenny, no digas esas palabras heridas los sentimientos de Leila, lo bueno que todas se encuentran bien que es lo principal –
- Si tienes razón –
Las chicas se murmuraban al oído diciendo lo guapo que eran los dos, habían quedado enamoradas de esos dos chicos Heinrich regreso
- Pidan lo que gusten, yo invito, Leila te duele mucho –
- No mucho hermano –
La abrazo y le dio un beso en la mejilla
- Tontita me preocupe por ti –
Se coloco a un lado y subió su pie a su rodilla para darle masaje
- Mi nombre es Heinrich, ella es Leila y nuestros amigos Jenny y Gerald, espero estén bien –
- Mi nombre es Karla, ella es Mónica y Sofia, es un gusto también para nosotras –
Una chica llego a la mesa y levanto el pedido de todos, la conversación no fue muy larga ya que dos tipos llegaron
- Joven Heinrich, su madre nos envió –
- Si claro pueden llevarse las cosas –
- Si por supuesto –
Empezaron a tomar las bolsas de las compras y se retiraron
- Bueno fue un placer, llevamos prisa, con permiso –
Jenny y Gerald se levantaron de sus sillas Heinrich cargo a Leila y la llevo en su regazo
- Disculpen, fue un accidente –
- No te preocupes que te mejores –
Los cuatro se fueron y las tres chicas se quedaron en la mesa
- Que hombres tan más guapos, deberíamos venir seguido –
- No se puede si nuestros padres saben que estamos aquí se mueren –
- Bueno vámonos ya es tarde –
Al llegar a fuera del centro comercial una camioneta los esperaba –
- Señor quiere pasar al hospital primero –
- No pediré que valla al departamento, está muy cansada –
- Bien señor –
Subieron todos y antes de tres cuadras Leila ya estaba dormida, toda la caminata le había pasado factura.