Capítulo 125 Esto es el destino

An Jing vio a las mujeres y sonrió:

—Señoras y abuelitas, aún me quedan dos tarros en casa. Mañana, mi marido y yo vendremos otra vez a vender, así que también pueden comprarlos mañana.

—Está bien, volveremos mañana a comprar, pero tienen que recordar nuestros rostros. No dejen que nos quedemos sin y que otros los compren en nuestro lugar —era evidente que estas mujeres querían comprar la cuajada de frijol fermentado de verdad.

La sonrisa de An Jing se volvió aún más sincera:

—No se preocupen, soy muy buena reconociendo a las personas. Ya las he memorizado a todas, mañana definitivamente les venderé primero a ustedes.

—Bien —solo entonces las mujeres se dispersaron.

En cuanto aquellas mujeres se fueron, An Jing giró la cabeza por casualidad y vio al tío que vendía verduras de al lado lanzándoles un pulgar arriba a ella y a su marido, igual que la última vez, elogiándolos en silencio por su impresionante trabajo.