Los túneles eran demasiado estrechos para que cupiera un lobo y por eso Tallis no podía transformarse. Llevábamos horas corriendo.
—Espera... —jadeé tratando de recobrar el aliento.
Tallis parecía que apenas había sudado y mientras tanto, aquí estaba yo, luchando por mi vida. Era molesto lo atlético que era, pero de nuevo, él era un alfa, uno real encima.
—Tenemos que seguir moviéndonos si queremos llegar a tiempo a Alvar.
—Llegaremos —jadeé—, solo necesito recobrar el aliento. No todos podemos ser increíblemente en forma como tú.
—Tomaré eso como un cumplido —Si no supiera mejor, pensaría que Tallis estaba coqueteando conmigo.
—En tus sueños más salvajes —me puse de pie a toda mi altura, mi visión se hizo un poco más clara de lo que había estado hace un rato—. Ya podemos irnos.
Y retomamos justo donde lo habíamos dejado. Esta vez pude seguirle el paso.
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