El sol de la mañana se filtraba por las cortinas, llenando la habitación con una luz suave y cálida. Amelia abrió los ojos lentamente, parpadeando ante la claridad. A su lado, Jason aún dormía, su respiración profunda y regular. Había algo reconfortante en verlo así, tan sereno y vulnerable. Se acurrucó más cerca de él, disfrutando del calor de su cuerpo y del momento de paz. La memoria de la noche anterior le vino a la mente, y una ola de amor y ternura la envolvió. Sentía una conexión profunda con Jason, un lazo que había sido sellado en la intimidad compartida.
El sonido de un teléfono vibrando en la mesita de noche rompió el silencio. Amelia se estiró para alcanzarlo, tratando de no despertar a Jason. Era un mensaje de Nuria.
"Buenos días, Amelia. Hoy tenemos un día lleno. Nos vemos en la oficina a las 9:00."
Amelia suspiró y dejó el teléfono de vuelta en su lugar. Sabía que hoy sería un día intenso, lleno de reuniones y decisiones importantes para "Energreen Solutions". Con cuidado, se deslizó fuera de la cama y se dirigió al baño para prepararse. Mirándose en el espejo, no pudo evitar sonreír al recordar la noche anterior. Sentía como si una parte nueva y hermosa de ella hubiera despertado.
Justo cuando empezaba a lavarse la cara, sintió unas manos cálidas rodeándola por detrás. Jason, medio dormido todavía, apoyó su cabeza en su hombro.
—Buenos días, hermosa —murmuró con voz ronca, su aliento cálido contra su piel.
Amelia se giró y le dio un suave beso en los labios. —Buenos días. ¿Dormiste bien?
Jason se desperezó, sonriendo con ese encanto despreocupado que siempre la desarmaba. —Sí, aunque siento que podría haber dormido un par de horas más. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?
Amelia sintió un rubor subir a sus mejillas al recordar cómo habían pasado la noche. —Me siento... increíble. Pero tenemos un día lleno por delante. Nuria ya me ha mandado un mensaje temprano.
Jason asintió y, aunque todavía parecía algo adormilado, sus ojos brillaban con afecto. —Bueno, antes de enfrentarnos a todo eso, creo que necesitamos algo de ejercicio. ¿Qué tal una carrera alrededor de la casa? Te despejará y te llenará de energía.
Amelia dudó por un momento. No era muy aficionada al ejercicio matutino, pero la idea de compartir ese momento con Jason la motivó. —Está bien, pero no te quejes si te gano.
Jason soltó una carcajada y la abrazó con fuerza. —Trato hecho.
Ambos se cambiaron rápidamente y salieron al jardín. La mañana era fresca y el aire olía a hierba recién cortada. Comenzaron a trotar, aumentando el ritmo poco a poco. Amelia se sorprendió de lo bien que se sentía corriendo junto a Jason, sintiendo el ritmo de sus pasos sincronizados. La carrera no solo la despejaba, sino que también fortalecía su conexión.
Después de media hora, se detuvieron, respirando con dificultad pero sonriendo. Jason la miró con admiración.
—Hoy te encuentro más rápida que los otros días —dijo, inclinándose para darle un beso en la frente—. Vamos a la ducha antes de que nos atrasemos.
Ya de vuelta en casa, ambos se dirigieron al baño. El vapor comenzaba a llenar la habitación, creando una atmósfera cálida y envolvente. Amelia abrió el grifo de la ducha y dejó que el agua caliente fluyera, relajando sus músculos cansados. Jason se unió a ella, y en cuanto estuvieron bajo el chorro de agua, la pasión que habían compartido la noche anterior volvió a encenderse.
Jason la atrajo hacia sí, sus manos explorando su piel húmeda con una mezcla de ternura y deseo. Amelia se entregó al momento, sus cuerpos moviéndose en un ritmo sensual y armonioso. Los labios de Jason buscaron los suyos, y se besaron con una intensidad que parecía hacer desaparecer el resto del mundo.
Amelia dejó escapar un suspiro de placer, sintiendo cómo las caricias de Jason la hacían vibrar de anticipación. Pero a medida que el momento se intensificaba, una parte de ella recordó las obligaciones que les esperaban.
—Jason... —susurró contra sus labios, tratando de encontrar la fuerza para detenerse.
—¿Sí? —respondió él, su voz cargada de deseo mientras sus manos seguían explorando su cuerpo.
—Tenemos que irnos... vamos a llegar tarde —dijo Amelia, aunque su tono revelaba lo mucho que le costaba decirlo.
Jason se detuvo, sus ojos encontrándose con los de ella. Vio la mezcla de deseo y responsabilidad en su mirada y, con una sonrisa, asintió.
—Tienes razón. Pero esto no termina aquí —dijo, dejando un último beso en sus labios antes de soltarla suavemente.
Ambos terminaron de ducharse y se cambiaron rápidamente. Amelia se puso un vestido profesional pero elegante, lista para enfrentar el día. Mientras se arreglaba, pensó en la fortaleza y determinación que necesitaba para demostrar su capacidad en "Energreen Solutions".
Jason, ahora vestido con un traje impecable, se acercó y la cogió por la cintura.
—Hoy será un buen día, Amelia. Estoy seguro de que lo harás excelente.
Amelia le devolvió la sonrisa, sintiendo una renovada confianza. —Gracias, Jason. Lo mismo digo para ti, pero como no me sueltes, no vamos a hacer nada.
Jason suspiró con desgana y bajaron a desayunar. Mientras desayunaban en silencio, repasaban su calendario de citas para el día, intercambiando miradas llenas de complicidad y pasión. Amelia se fijó en una reunión que le habían puesto a las 14:00 en Mesón Piqueras. Entró a mirar los detalles y vio que era una cita con Inmaculada Montalbán cerca del polo tecnológico.
—Jason, ¿tienes una comida con Inmaculada? —preguntó intrigada, ya que solo figuraban los dos en la cita—. Me sale una para hoy a las dos.
—No. Seguramente será para despedirse de ti. Esta tarde vuela para Suryavanti a ver al maestro. Te dejaré el coche para llevarte.
Amelia asintió, sintiendo una mezcla de curiosidad y anticipación por la reunión con Inmaculada. Terminó su desayuno, saboreando el último sorbo de café mientras sus pensamientos giraban en torno a lo que podría discutir con Inmaculada.
Jason se levantó, recogiendo su maletín y ajustando su corbata. —Es hora de irnos. Tenemos un día largo por delante.
Amelia se puso de pie, recogiendo su bolso y siguiendo a Jason hacia la puerta. El trayecto hacia el coche estuvo marcado por una conversación ligera, tratando de mantenerse relajados antes de enfrentarse a las responsabilidades del día.
Una vez en el coche, Jason puso música suave y condujo con destreza mientras Amelia revisaba sus correos electrónicos y mensajes. La rutina matutina, aunque apresurada, tenía un ritmo que ambos encontraban reconfortante.
Llegaron al edificio del grupo de Jason, un imponente rascacielos de cristal que reflejaba la luz del sol de la mañana. Amelia miró el edificio con una mezcla de admiración y determinación. Sabía que cada día traía nuevos desafíos, pero se sentía preparada para enfrentarlos.
—Aquí estamos —dijo Jason, deteniendo el coche frente a la entrada principal—. Recuerda, si necesitas algo, estoy a solo una llamada de distancia.
Amelia sonrió, agradecida por su apoyo constante. —Gracias, Jason. Lo mismo digo para ti. Buena suerte hoy.
Jason se inclinó y le dio un beso rápido, pero lleno de afecto. —Buena suerte, Amelia.
Ambos salieron del coche, cada uno dirigiéndose a su respectiva oficina. Amelia caminó con paso firme hacia el ascensor, repasando mentalmente sus tareas del día y preparándose para las reuniones importantes que tenía programadas. Sentía el peso de la responsabilidad, pero también la fortaleza que venía de saber que Jason la respaldaba.
En el ascensor, aprovechó el breve momento de soledad para cerrar los ojos y respirar profundamente, enfocándose en lo que debía hacer. Al abrir los ojos de nuevo, estaba lista para enfrentar cualquier desafío que se presentara. Las puertas del ascensor se abrieron y Amelia salió con confianza, encaminándose a su despacho en "Energreen Solutions".
Mientras tanto, Jason entraba en su propia oficina, saludando a sus asistentes y revisando los informes que lo esperaban en su escritorio. Sabía que la llegada de su hermana podría complicar las cosas, pero confiaba en su capacidad para manejar cualquier situación.
El día prometía ser largo y lleno de retos, pero tanto Jason como Amelia estaban listos para enfrentarlo juntos, apoyándose mutuamente y confiando en su capacidad para superar cualquier obstáculo.
Nuria estaba en la sala de reuniones, revisando unos documentos. Al ver a Amelia, le hizo una señal para que se uniera.
—Buenos días, Amelia. Tenemos mucho que cubrir hoy. Primero, quiero que revisemos el progreso de los proyectos y luego discutamos las estrategias para mejorar nuestra eficiencia operativa —dijo Nuria, pasando una carpeta a Amelia.
Amelia asintió y se sentó junto a ella, abriendo la carpeta y comenzando a revisar los informes. A medida que discutían los detalles, Amelia sentía una creciente sensación de confianza en sus capacidades y en la dirección que estaban tomando.
La mañana pasó rápidamente con reuniones y discusiones productivas. Amelia y Nuria trabajaron codo a codo, evaluando proyectos, identificando áreas de mejora y planificando los próximos pasos. La sinergia entre ellas era palpable, y ambas se complementaban perfectamente en sus habilidades y enfoques.
—Nuria, ¿te importa seguir esta tarde sola? Tengo una comida a las dos con una persona importante y, después, aprovechando que tengo el coche de Jason, me voy a reunir con el director de "Industrias Sandro" para ver si consigo un mejor acuerdo para el suministro de materiales.
—¿Industrias Sandro? ¿Y vas a ir tú a negociar? —preguntó Nuria, con una mezcla de sorpresa y preocupación en su mirada.
—¿No confías en mis dotes de negociación? —respondió Amelia, intentando sonar segura aunque la mirada de Nuria la inquietara.
—Con él... —Nuria dudó, sintiendo que si Amelia iba sola, podría terminar mal esa reunión. Sin embargo, no quería desanimarla—. Déjalo, seguramente lo harás muy bien. Nos vemos entonces el lunes. Procura revisar este fin de semana la documentación que te mandé.
Amelia asintió, despidiéndose de Nuria con un par de besos antes de dirigirse a la entrada del edificio, donde aguardaban el conductor y un guardaespaldas con el coche.
Amelia se acomodó en el asiento trasero del coche, intentando relajarse mientras el vehículo se ponía en marcha. Sacó su teléfono y repasó los detalles de la comida con Inmaculada, tratando de anticipar los temas que podrían discutir. La sensación de estar constantemente bajo presión era algo a lo que se estaba acostumbrando, pero aun así, la idea de la reunión con el director de "Industrias Sandro" la mantenía alerta.
El coche avanzaba por las calles de la ciudad, y Amelia aprovechó el tiempo para revisar la documentación que Nuria le había enviado. Sabía que debía estar completamente preparada para la negociación, y cada detalle podía marcar la diferencia.
Finalmente, llegaron al restaurante. Amelia respiró hondo antes de salir del coche. El guardaespaldas le abrió la puerta, y ella agradeció su presencia con una leve sonrisa.
—Gracias —dijo, dirigiéndose hacia la entrada del restaurante.
Dentro, el ambiente era acogedor, con una iluminación suave y mesas elegantemente dispuestas. Un camarero la guió hasta la mesa donde Inmaculada ya la esperaba. Inmaculada, siempre impecable y serena, la recibió con una sonrisa.
—Amelia, qué alegría verte —dijo Inmaculada, levantándose para saludarla.
—Igualmente, Inmaculada. Gracias por tomarte el tiempo para esta reunión —respondió Amelia, tomando asiento frente a ella.
La conversación comenzó de manera cordial, con intercambios sobre el estado de sus respectivas actividades y algunos comentarios sobre el clima empresarial actual. Amelia apreciaba la capacidad de Inmaculada para mantener una conversación amena y al mismo tiempo, dirigirla hacia puntos importantes.
—Amelia, quería verte antes de partir hacia Suryavanti —dijo Inmaculada, cambiando el tono a uno más serio—. Tengo algunos consejos para ti y para Jason, especialmente ahora que estaré fuera por un tiempo.
Amelia asintió, consciente de la importancia de las palabras de Inmaculada.
—Gracias, Inmaculada. Sé que tu apoyo es invaluable. ¿Hay algo en particular que deba tener en cuenta mientras estés fuera?
Inmaculada la miró con una mezcla de seriedad y afecto.
—Sí, Amelia. Cuida de ti misma y de Jason. Hay muchos intereses en juego, y no todos son claros a simple vista. La competencia puede ser feroz y a veces desleal. Mantente alerta y no bajes la guardia.
Amelia sintió un escalofrío ante la advertencia, pero también una renovada determinación.
—Lo haré, Inmaculada. Gracias por el consejo. Me aseguraré de protegernos y de estar alerta ante cualquier señal de problema.
—Confío en ti, Amelia. Tienes el potencial y la capacidad para manejar cualquier desafío que se presente. Solo recuerda que no estás sola. Si necesitas algo, estaré disponible aunque esté lejos —dijo Inmaculada, tomando la mano de Amelia con firmeza.
Amelia agradeció el gesto, sintiendo el apoyo genuino de Inmaculada.
—Gracias. Tendré cuidado y mantendré a Jason a salvo. Espero que tu viaje a Suryavanti sea productivo y que todo salga bien con el maestro.
Inmaculada sonrió, aunque sus ojos reflejaban una preocupación latente.
—Eso espero. Cuídate mucho, Amelia. Nos vemos a mi regreso.
Se despidieron con un abrazo, y Amelia salió del restaurante con una mezcla de sentimientos. Sentía el peso de la responsabilidad, pero también una fuerza renovada para enfrentar los desafíos que se avecinaban.
Subió al coche que la esperaba, lista para dirigirse a la reunión con el director de "Industrias Sandro". Sabía que sería un encuentro crucial y que tendría que estar en su mejor forma para negociar un mejor acuerdo.
Mientras el coche avanzaba, Amelia revisó sus notas una vez más, enfocándose en los puntos clave que quería tratar en la reunión. Su mente estaba clara y su determinación firme. Sabía que este día sería decisivo para "Energreen Solutions", y estaba lista para dar lo mejor de sí misma.
Al llegar a "Industrias Sandro", Amelia bajó del coche con una confianza renovada. Saludó al personal de recepción y fue conducida al despacho del director. El ambiente era frío y austero, y una ligera sensación de inquietud comenzó a formarse en el estómago de Amelia. Sabía que necesitaba mantener la calma y mostrar seguridad en todo momento.
Cuando abrió la puerta del despacho, el director de "Industrias Sandro" la esperaba con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Amelia se obligó a mantener su expresión profesional y su actitud decidida mientras avanzaba hacia él.
—Señor Sandro, un placer conocerlo —dijo Amelia, extendiendo su mano para un apretón firme.
—El placer es mío, señorita Antúnez —respondió él, tomando su mano y manteniéndola un segundo más de lo necesario.
Amelia retiró su mano con discreción, esperando dirigirse a la mesa de reuniones, pero el director la condujo hacia un sofá con una mesita de café en lugar de la mesa habitual de negocios.
—Por favor, tome asiento aquí. Será más cómodo para nuestra charla —dijo Sandro, señalando el sofá.
Amelia sintió una punzada de incomodidad, pero sonrió y se sentó. En lugar de sentarse frente a ella, Sandro se acercó a la puerta y echó el pestillo con un movimiento casual.
—Para que no nos molesten —explicó con una sonrisa que no logró tranquilizar a Amelia.
El director Sandro se sentó junto a ella en el sofá, su proximidad invadiendo su espacio personal. Amelia se obligó a mantener su profesionalismo, pero no pudo ignorar la creciente sensación de inquietud.
—Estoy aquí para discutir los términos de nuestro acuerdo de suministro —comenzó Amelia, sacando sus notas y documentos.
Sandro la observó con una sonrisa que parecía más un desafío que una bienvenida.
—Por supuesto. Pero antes de empezar, ¿le gustaría algo de beber? —preguntó, su tono insinuante.
Amelia rechazó educadamente, tratando de desviar la conversación hacia el tema profesional. Sin embargo, la sombra de preocupación se cernía sobre ella. Había algo en la mirada del director que la hacía sentir vulnerable, y aunque se esforzaba por mantener su confianza, no podía ignorar la creciente sensación de inquietud.
Con una sonrisa profesional y una actitud decidida, Amelia intentó concentrarse en la negociación. Pero en el fondo de su mente, no podía sacudirse la sensación de que este encuentro podría no ser tan sencillo como esperaba. La atmósfera del despacho, combinada con la reputación no tan conocida del director, hizo que un ligero temor se asentara en su pecho, presagiando que esta reunión podría traer más desafíos de los que había anticipado.
Mientras Amelia se encontraba en la reunión, Jason revisaba los informes en su oficina, sin poder sacudirse la preocupación que sentía por ella. Sabía que Amelia era capaz y fuerte, pero también sabía que el mundo de los negocios podía ser despiadado y lleno de trampas inesperadas.
La tarde avanzaba y la tensión aumentaba. Aunque cada uno estaba enfocado en sus tareas, la sombra de las dificultades que se acercaban era ineludible. Amelia y Jason, aunque separados por el momento, compartían una determinación inquebrantable de protegerse y apoyarse mutuamente, sin importar los desafíos que el futuro les deparara.
Ambos sabían que los próximos días serían decisivos, pero estaban listos para enfrentarlos juntos. Con esta certeza en sus corazones, continuaron con sus respectivas luchas, confiando en que su amor y su fortaleza serían suficientes para superar cualquier obstáculo.