A la mañana siguiente, Jill despertó con una sensación de comodidad indescriptible.
Tenía una extraña sensación de libertad y ligereza; como si se hubiera quitado un peso de los hombros que no sabía que cargaba.
Toc toc.
-Jill, el desayuno está listo, ¿te gustaría bajar y comer algo?
La voz Dominic, el padre de Jill, vino desde el otro lado de la puerta. Jill sintió su estómago gruñir y rápidamente se levantó de la cama y respondió mientras se cambiaba el camisón.
-¡En un momento, ya bajo!
Para cuando Jill entró en el comedor, Dominic ya estaba sentado con un periódico en la mano, un joven de unos quince años estaba bebiendo unas gachas de avena y Muriel estaba poniendo otro tazón en la mesa.
-Buenos días Jilly, ven y come un poco de avena con canela ¿Cómo te sientes hoy?
Jill se sentó frente al tazón de avena y respondió con soltura que se sentía muy bien. El joven comiendo frente a ella es Daniel, su hermano cuatro años mayor.
-Es bueno que estés mejor. El abuelo y la abuela querían venir en dos días para festejar tu onceavo cumpleaños.
Jill se congeló por un momento antes de tomar con naturalidad la cuchara. Había olvidado que este cuerpo que ocupa ahora cumplía años el último día de mayo. Y debido a el accidente que tuvo, no fue a sus últimos días de escuela por lo que estaba un poco desadaptada a su nuevo rol de estudiante.
Dominic pasó la página de su periódico y habló con voz profunda.
-Si Jilly se siente bien, sería bueno tener una pequeña cena con los abuelos.
Jilly aprovechó los dos días siguientes para repasar las memorias dejadas por el propetario original.
Así Fue que "recordó" el nombre de los abuelos paternos y maternos: Genevive y Derren Woods , una pareja tranquila y seria pero llena de amor por sus nietos, expresando dicho amor conlleva una deliciosa comida o tentempié.
Los padres de Muriel, Joanna y Dexter Sangster, eran en la memoria de Jill un par de ruidosos abuelos con caras sonrosadas quienes siempre le estaban deslizando monedas en los bolsillos de los dos hermanos.
También había una tía materna: Daisy Ramsey. Esta mujer era muy enérgica en las memorias de Jill, siempre con algo en las manos, ya sea haciendo comida, tejiendo ropa, enseñando a su hijo pequeño a leer con un libro infantil en sus manos... El esposo de Daisy es un soldado y no va a menudo a cas, pero las pocas veces que Jill los vio juntos podía sentir el amor que se tenían el uno por el otro y por su hijo Sam.
Así fue como los días pasaron entre recuerdos. Para asegurarse de que no olvidara las cosas más obvias, Jill incluso pidió a su madre un diario y fue anotando toda la información que pudo.
Llegó el 31 de mayo y la casa se llenó con el dulce aroma del pastel de vainilla. Durante todo el día, Jill recibió buenos deseos de su familia e incluso algunos amigos de la escuela del cuerpo original la llamaron por el teléfono y le desearon un feliz cumpleaños así como una rápida recuperación.
Al atardecer, llegaron sus abuelos a la casa u hubo un gran banquete. Jill no pudo evitar olvidar todo sobre su transmigración y disfrutar del calor que esta familia le daba sin reservas.
Cuando tuvo el delicado pastel de vainilla cubierto con chocolate frente a ella. Jill no pudo evitar pensar que le gustaría que todos sus cumpleaños fueran tan satisfactorios.
Los abuelos de quedaron a pasar la noche en la casa de Jill. ya que todos vivían lejos y era muy tarde en la noche cuando terminaron de celebrar, cerca de la medianoche.
Después de ese día, Jill se sintió verdaderamente Jill Woods, de once años. Aunque era imposible para ella cambiar su mente adulta, ¿Quién no ha querido volver a su infancia al menos una vez?
Teniendo la oportunidad, lo lógico es aprovechar. Pero pronto Jill sintió el peso propio de su edad actual. La Jill original se había caído del balcón a la calle y había sido suavemente golpeada por un auto; los médicos le habían diagnosticado un trauma con posible pérdida de memoria temporal. Ahora Jill estaba sufriendo un poquito al darse cuenta de su conocimiento incompleto de los conocimientos de la escuela, por lo que por todo el mes de junio se pudo ver a la pequeña Jill en las escalinatas de la casa o en el parque sosteniendo libros o escribiendo con su lápiz. recitando ciertos eventos de la historia.
Daniel fue un gran hermano durante ese mes. Ambos jugaron muy seguido en el parque cerca de su casa y también se quedaron en la sala los días que llovía. Mientras Jill se sentaba seriamente, Daniel le explicaba algunos conocimientos extra y le describía la escuela la que iría cuando empezara la escuela superior.
Si hay algo que preocupó a la familia Woods y causó quebraderos de cabeza a Jill, fue que ella no quería jugar con los niños de su edad. Un rato estaba bien, pero se agotaba mentalmente al seguirlos todos los días. Después de todo, ella no tenía solo once años.
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