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Capítulo 4

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Parte 1

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—¡Muy bien niños ¿que aprendimos el día de hoy?! —con una voz fuerte pero amable y alegre, una mujer ya entrada en sus treinta años lanzó una pregunta al aire.

—¡El abecedario y los números profesora! —la respuesta animada e infantil por parte de los niños enfrente de ella hizo que involuntariamente una sonrisa se dibujara en los labios de la profesora.

Como era natural en la mañana de un lunes tranquilo como cualquier otro en una escuela preescolar de Musutafu, en la prefectura de Shizuoka, las voces de los profesores seguidas de las respuestas joviales de los estudiantes eran lo que reinaba en este escenario.

*Ring ring* *Ring ring*

—¡Muy bien niños, ya es hora del descanso, salgan en orden y con cuidado al patio! —al escuchar una alarma sonando, la profesora que dirigía la clase preescolar "B" dio indicaciones a sus estudiantes antes de que todos salieran disparados hacia el patio de la escuela.

—¡Vamos Shrike, te juro que puedo colgarme de manos en el pasamanos sin caerme!

—Calmate Isidro, no te vayas a enojar cuando todos te comiencen a llamar simio de nuevo...

—Amigo como quisiera no tener que venir a este lugar...

—Ni lo digas, para qué voy yo a querer contar hasta diez si ya sé lo que sigue, mira: diez, diez y uno, diez y dos...

Los niños hablaban entre sí con alegría, algunos con sus grupos comunes y otros pocos que no llevaban mucho tiempo en la escuela más atrás pero aun así contagiados con el buen ambiente infantil.

—¿Hmm? ¿Qué pasa? ¿No quieres ir a jugar con tus compañeros? —la profesora miró durante un momento a todos sus estudiantes caminando hacia el patio de la escuela, con excepción de uno.

Una pequeña niña de piel pálida, cabello blanco azulado que cubre la parte derecha de su frente y va detrás de su oreja izquierda, llegando hasta su cintura; viste un delantal rojo liso sobre una camisa de vestir con volantes en el cuello y unas botas marrones sobre unas medias grises además de un pequeño bolso rojo de mensajero.

La profesora no recordaba el nombre de la niña, pues apenas el día anterior había sido informada de la llegada repentina de una nueva estudiante a su clase.

—T-todos parecen conocerse, n-no quiero ser una... molestia —entre tartamudeos y un susurro al final, la niña tomó, en un acto casi instintivo, su pequeño bolso y lo abrazó con suavidad entre sus brazos.

La profesora movió su mano derecha hasta su mejilla y su mano izquierda se posó sobre su pronunciada cadera.

Ella es una profesora distinguida entre sus compañeros de trabajo y superiores no solo por su capacidad para comprender y trabajar con niños pequeños sino también por su belleza física, siendo que sus atuendos normales eran vestidos largos, casi hasta los tobillos, de diferentes colores y estilos que, en opinión de todos, le quedaban a la perfección.

Tiene el cabello largo y ondulado de color castaño trenzado alrededor de su cabeza y atado con un lazo azul y rojo alrededor de la espalda, ojos morados y piel clara.

Además de su hermosa apariencia ella también era inteligente por lo que podría haber sido una excelente empresaria o banquera y sin embargo...

(Ella parece una niña muy dulce...) ¡No te preocupes, yo jugaré contigo hasta que te acoples a la clase! —su mano se extendió en dirección a la niña, haciendo rebotar levemente su pronunciado busto.

Su mayor debilidad era por supuesto su gran amabilidad y en especial la que dirija hacia los niños pequeños. Después de todo, ellos eran la razón por la que se había unido al cuerpo lectivo en Japón.

—U-uh, mu-muchas gracias... Me llamo Eri... —la niña habló mientras aceptaba la mano de la profesora y miraba avergonzada hacia el suelo con un pequeño sonrojo en sus mejillas.

—Así que Eri, un lindo nombre para una niña linda, yo me llamo Luna Versh pero me puedes llamar como quieras —Luna sonrió con alegría hacia Eri, que había abierto mucho los ojos cuando vio la manera en que era tratada por su profesora.

—S-señorita Luna, espero llevarme bien con usted... —aun con mucha timidez, Eri logró mirar a los ojos a la profesora mientras las comisuras de sus labios se levantaban un poco en una sutil sonrisa.

Y así fue, Luna guió a Eri hasta una mesa solitaria en una pequeña zona ubicada en la esquina izquierda del patio.

Ambas se sentaron, una al lado de la otra, y colocaron un objeto sobre la mesa, Luna una bolsa negra mediana y Eri su pequeño bolso.

—Muy bien Eri, ¡mira lo que traje! -sin esperar ni un momento más, Luna sacó de la bolsa negra unos empaques llenos de bloques de juguete de todos los colores y los esparció sobre la mesa— ¿Qué construimos...? ¿Tienes alguna idea Eri?

La niña, sin esperar esa repentina pregunta, se echó para atrás en su silla y miró nerviosamente su bolso, como buscando una respuesta que no iba a llegar.

—E-eh pues... Eh, ¿la escuela?

—Si, eso puede funcionar, ¡Entonces empecemos!

Luna empezó a mover las fichas para agarrar los colores que constituían la escuela: blanco, amarillo y rojo.

Una por una, las piezas fueron apiladas una sobre otra.

Tanto Eri como Luna pusieron de su parte para que su pequeña construcciones tomará la forma deseada. Era tanta la concentración de las dos que no se dieron cuenta de que su tiempo había acabado.

*Ring ring* *Ring ring*

La alarma sonó por toda la escuela indicando el fin del receso y también la finalización momentánea del juego de construcción entre alumna y maestra.

—Al final solo pudimos hacer la base... ¿No es esto demasiado grande solo para haber acabado el principio? Como sea, luego traeré más piezas para terminar nuestro trabajo ¿te parece? —Luna puso su mano en su barbilla mientras admiraba su trabajo.

Muy a pesar de solo haber acabado una cuarta parte de la totalidad de la escuela en miniatura, se sentía satisfecha con el resultado inicial.

—Creí que se vería peor... —la niña susurró con suavidad antes de voltear la mirada hacia los muchos niños que regresaban a sus salones de clase entre risas, jadeos y juegos.

Vió a los niños durante unos pocos segundos, solo para soltar otro suspiro pesado y mirar de nuevo la base qué habían construido de la escuela.

—No te preocupes, en algunos días ya te integraras a ellos. Mientras tanto, nosotras dos terminaremos esta escuela.

Luna tocó el hombro de Eri mientras aún estaba desconcentrada, obteniendo como respuesta...

—¡Hii! -Eri se echó para atrás, casi cayendo de su silla, y levantó su mano como alejando la de su maestra.

Pequeñas lágrimas estaban a punto de salir de sus ojos y en su mirada se podía notar un terror absoluto.

Luna pudo sentir como las emociones de miedo, tristeza y esperanza se arremolinaban en su interior, aún cuando solo había tocado suavemente su hombro.

—(A final de cuentas solo para eso sirve mi particularidad...)

Ella había decidido ser profesora no solo por su amor hacia los niños sino también por su casi inútil particularidad: Sentimentalismo.

Podía detectar emociones en los demás, era así de simple, pero a la vez era un poco peligroso para ella, pues en espacios abiertos en los que su particularidad captará muchas emociones podría ser abrumada por su propio poder.

En cambio, en un área controlada en donde fuera fácil controlar las emociones que hay a su alrededor, corría menos peligro de sobrecargarse, osea, una escuela preescolar.

Según como se sintiera un niño al momento en que se dicen las cosas, puede llevar a diferentes resultado impredecibles, por ello estudió todo lo que pudo para entender la psicología de un niño común y corriente; que junto a su particularidad, le regalaron la oportunidad de ser una profesora de renombre como lo era ahora.

Pero, aún así...

(Los sentimientos de esta niña son muy fuertes...)

Incluso en adultos era poco común ver tantas emociones dentro de una sola persona.

—¡Perdón perdón perdón! —por ello no tuvo una mejor forma de reaccionar qué repetir la misma palabra varias veces seguidas mientras tomaba el pequeño cuerpo de Eri entre sus brazos en un abrazo.

Al instante su particularidad se desactivó por sí misma, cuando Eri sintió el calor del pecho prominente de Luna, recordó un momento feliz de su vida, cosa que la tranquilizó.

Recordó la forma en que su hermano la consolaba, como la envolvió en sus lastimados brazos, como la acurrucaba en su pecho para que pudiera dormir; todos esos recuerdos lograron calmarla por completo.

—N-no pasa nada señorita... —susurró aun estando en el pecho de su profesora, hasta hace un momento su mente se había sumido en un mar de recuerdos negativos, pero ahora solo podía concentrarse en la calidez qué le daba el pecho de su profesora.

Pero, como era natural, ese momento emotivo se vio obligado a detenerse en cuanto los demás niños de la clase de Luna empezaron a ver la escena que habían mostrado.

...

Parte 2

—¿Y qué tal tu día Eri? —un muchacho de cabello rubio, bastante fornido y cara caricaturesca dio una gran sonrisa a la niña que caminaba hacia él.

Las clases de la escuela preescolar de Musutafu habían terminado hace no más de 5 minutos y como había decidido hacer, ahora estaba recogiendo a una niña qué había conocido hace no más de 5 días.

—B-bien, creo -con un pequeño tartamudeo, Eri respondió a su nuevo cuidador antes de tomarlo de la mano y empezar a caminar —La profesora fue muy amable conmigo también.

—¡Eso está muy bien! De seguro aquí podrás tener un nuevo inicio así que intenta llevarte bien con tus compañeros ¿está bien? —el muchacho ensanchó aún más su sonrisa al ver como Eri dejaba de susurrar, como lo hacía comúnmente, y hablaba con más naturalidad y alegría.

—¡Lo intentaré! —por su parte, la niña también sonrió y levantó su puño derecho hacia el cielo, como si demostrará su determinación a cumplir con lo que le pedía su cuidador.

Su camino fue pacifico en general, siendo ese día uno de descanso para el muchacho, no se tenía que preocupar por nada más que hacer del día de la pequeña niña a su lado uno feliz.

Tenía planeado ir primero a un humilde restaurante a unos minutos del colegio preescolar, ir a un parque de atracciones y algunas actividades más antes de finalizar el día llevando a la niña a su hogar provisional.

—¡Quítense inútiles! —una masa de líquido verde y viscoso dobló en la esquina frente al muchacho, cargando en su interior lo que parecía un humano que luchaba por salir de allí.

En esta situación que, para un héroe en entrenamiento como él, parecía casi cotidiana se convirtió rápidamente en un duelo interiorizado dentro de su consciencia.

(Es mi día de descanso y prometí cuidar a Eri... Pero ese villano parece problemático...) —aun si su deber como héroe se mantenía durante sus descansos debido a su propia ética, también tenía sus responsabilidades fuera de su papel como héroe, así como cuidar a la niña que sostenía su mano con fuerza.

Qué más da... —el muchacho soltó la mano de Eri y a gran velocidad se precipitó en contra del villano verde.

El villano no pareció darse cuenta, pues todo lo que colisionara con él simplemente lo traspasaba y quedaba en su interior, pero de un momento a otro sintió un vacío en su gelatinoso estómago.

Paró y volteó la mirada solo para encontrarse con que el chico que había usado de rehén ahora estaba sano y salvo en el piso, sin esperarse una gran presión sobre él. Su visión se volvió borrosa y perdió control sobre su propio cuerpo.

...

—¡Oh! pero si eres tú Lemillion o bueno, Mirio, ¿hoy no era tu día libre? —un policía palmeó el hombro del muchacho con alegría.

—¡Roger! Jajaja si, pero dejar libre a un criminal no es algo muy responsable y en especial cuando tenía a un rehén —Mirio devolvió la palmada y sonrió.

—Pero también deberías descansar, no es bueno para tu salud si no te lo tomas con calma. Bueno, de todas formas no puedo dirigir tu vida, solo es un consejo pero deberías relajarte un poco, voy a reportar este incidente y contener el cuerpo de este tipo, ¡nos vemos!

El policía se fue junto a sus compañeros, mientras que Mirio regresó con Eri, que ahora lo miraba con la boca ligeramente abierta.

—¡Listo! ¡Ahora podemos continuar con nuestro día! —Mirio sonrió con amabilidad mientras tomaba a Eri en sus brazos.

—¡Eso fue genial! ¡Deberías conocer a mi hermano! B-bueno, él no es fuerte pero lo compensa sabiendo dónde golpear ¡te llevarías bien con él! —Eri levantó sus brazos y golpeó el aire mientras recordaba a su querido hermano.

—¡C-claro! Si este hermano tuyo no es alguien malo como esa gelatina no me importaría hablar con él. Como sea, ya planee lo que vamos a hacer hoy así que vamos —Mirio empezó a caminar sin prisas mientras hablaba con la niña en sus brazos sobre historias, cuentos y anécdotas de su vida como héroe.

...

En el restaurante ambos pidieron la especialidad de la casa, un plato ovalado en el que pusieron varias hojas que cubrían una masa rellena con rodajas de zanahoria, arveja verde, papas y una pierna de pollo.

Ambos seguían conversando alegremente de cualquier cosa que se les ocurriera; chistes, recuerdos graciosos, historias y demás.

...

—¿Cómo se llama eso? —la niña señaló una gran estructura de metal por la que pasaban vagones a alta velocidad en los que varios pasajeros gritaban con diferentes emociones.

—Es una montaña rusa, dicen que solo los más valientes se pueden subir en ellas —el muchacho explicó mientras caminaba tomando con cuidado la mano de la niña.

"Recuerda Eri, siempre tienes que ser valiente, sino, ¡vendrá el Coco y te va a comer!"

—¿Enserio? ¡Vamos, vamos! ¡Yo soy súper valiente! —luego de tener un pequeño recuerdo, Eri sonrió e infló su pecho.

—Claro, vamos, pero a mitad de la atracción no me pidas que te ayude a bajar.

A los pocos minutos, en la misma montaña rusa, los gritos animados pero asustados de una niña resonaron en los oídos de todos los que subieron con ella.

...

Mientras el sol se empezaba a esconder y la noche estaba por llegar, Mirio y Eri esperaban con paciencia en el andén de una carretera a que algo ocurriera, mientras ambos daban pequeños bocados a unos helados qué mantenían en sus manos.

—Ya verás que el siguiente va a ser amarillo —el muchacho, por su lado, lamió un helado de vainilla con chispas de chocolate.

—¡No! El siguiente será verde —la niña dió una mordida al helado de fresa y menta cubierto con chispas de colores que sostenía con sus dos pequeñas manos.

A lo lejos se escuchó el rigor de un motor, a lo que ambos miraron atentos como se acercaba a gran velocidad.

*Ruuuuun*

El motor del auto verde que pasó a toda velocidad frente a ellos soltó un rugido en la lejanía, desapareciendo de su vista pocos segundos después.

—¡Verde! ¡Te lo dije! —Eri gritó con felicidad mientras jalaba el brazo de Mirio.

—Jajaja, si tenías razón, aquí tienes —el muchacho acercó el brazo qué sostenía su helado hasta la boca de la niña, que le dio un gran mordisco —¡Oye!

—Lo siento jeje.

Aunque en un inicio intentó regañarla, el muchacho no pudo contra la ternura que sintió al ver la sonrisa que le regaló la niña, decidiendo recargarse un poco en su brazo libre para descansar su espalda mientras miraba al cielo.

*Pii pii*

—¡Verde! ¡Ñom! —la niña robó otro gran mordisco al helado del muchacho.

...

A paso lento, Mirio llevaba en su espalda a Eri, quien cayó derrotada por el cansancio y se vio obligada a subirse en los hombros del muchacho, descansando su cabeza sobre la del muchacho.

—Hoy fue un día agotador ¿no es así? —la suave voz de Mirio hizo que Eri levantará levemente la cabeza.

Eri no respondió y en cambio solo volvió a recostar su cabeza, poniendo sus brazos alrededor del cuello del muchacho.

La gente alrededor vió esta escena con ternura, como si fueran un hermano y una hermana compartiendo un momento de tranquilidad.

Si, tranquilidad...

Parte 3

—Entonces, ¿qué necesitaría para que me ayudes? Teniendo en cuenta las ventajas y desventajas que ya te comente ¿qué más podrías querer? —una voz ronca preguntó a una chica tendida en el suelo, a simple vista pareciera como si solo estuviera durmiendo, pero el dueño de la voz sabía el verdadero motivo de que estuviera así.

—Entiendo lo que dices... Más o menos, pero hay un pequeño problema, uno chiquitito, no me das confianza. ¿Siquiera te conozco? Además, das muchos beneficios y solo pocas pérdidas, es extraño, como una estafa —la chica respondió mientras apoyaba su espalda contra la pared detrás de ella, dejando ver una gran mancha roja en la ropa de colegiala qué usaba —Pero, en este momento, no tengo una mejor opción que confiar en ti. Es una casualidad que aparezcas para ofrecerme cosas en el momento en que lo necesito, casi como si lo hubieras planeado ¡qué lindo! Bueno, ya que ahora soy casi como tu empleada creo que es hora de presentarnos, acércate, no muerdo... No si no quieres~.

—... Como sea, soy Izuku, sin apellidos —de entre la oscuridad salió un muchacho de 17 años, cabello y ojos verdes usando prendas que apenas y se podían llamar ropa —¿Tienes un refugio o alguna idea de donde hay un lugar seguro?

—Oh~ parece que mi empleador no es mayor que yo, que sorpresa, aunque también me preocupaba un poco que fueras un viejo mariguano, esto es mejor sin duda —la chica sonrió mientras un pequeño sonrojo aparecía en sus mejillas —Oh cierto, me llamo Himiko Toga y respondiendo, conozco un lugar que podríamos usar un tiempo, aunque espero que no te moleste la compañía.

Izuku se acercó a Himiko lo suficiente como para ayudarla a levantarse y apoyarla sobre su hombro derecho.

—Pesas mucho —Izuku frunció el ceño mientras luchaba por mantenerse de pie.

—O tu eres muy débil, estoy comenzando a arrepentirme de esto, oye ¿por qué parece que quieres matarme? —mientras empezaban a caminar, Himiko preguntó al ver la mirada que Izuku tenía en sus ojos.

—¿Te diste cuenta? Ah, ni siquiera tiene sentido ocultarlo, es algo personal, no le tomes mucha importancia, al fin y al cabo eres la única persona que tengo disponible en este momento —Izuku suspiro mientras veía a los ojos a Himiko, volteando la mirada en cuanto terminó de hablar.

—Estamos juntos por la aversión de que nos mataremos algún día, que lindo.

Mientras caminaban como podían hacía el lugar que Himiko le indicaba a Izuku, ella no paró de hablar durante todo el trayecto...

—Y su sangre sabía delicioso ¡deberías probarla!...

(Maldita sea... ¿Por qué no se calla?... Quiero morirme... )

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Ya estoy trabajando en el capítulo 5.

Espero esta obra les siga pareciendo interesante...

Gracias por leer.

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